lunes, noviembre 28, 2022

En los bordes ¿Por qué son importantes las ceremonias?

 


            En “Bases para la práctica del escultismo en los bordes” nos referíamos a lo ofrece el Gran Juego para facilitar la inscripción y subjetivación de la niñez, adolescencia y juventud dentro del Universo Simbólico. Decíamos que la propuesta scout actuaba sobre tres ejes: (1) Con relación al Otro (2) Con relación al cuerpo y (3) con relación al Ser. Trabajamos sobre el tiempo y el espacio de juego, el lugar del relato y las reglas del juego, la dimensión “dramática” del juego scout  en lo que denominamos “escultismo concreto” y sobre el lugar de expresiones artísticas en las actividades. Abordaremos ahora un tema que no es menor que es el lugar que ocupan en el Gran Juego lo que denominamos la dimensión socio – ceremonial, de gran importancia para la constitución de la subjetividad sino y como distintas formas de inscripciones del Ser.

            Los circuitos institucionales son aquellos en los cuales nos subjetivamos, hallamos sentidos, organizamos nuestro ser junto a los otros. No hay dudas que se puede ir más allá de la institucionalización, el problema es que para hacerlo primero hay que ser atravesado por ella en tanto lugar del Otro donde nos constituimos. La gran dificultad de las teorías político – educativas en boga (neoliberales y pseudoprogresistas) es que parten de un paradigma desintitucionalizador (como corresponde a la idealización del sujeto neoliberal autónomo que no depende de nadie, se autoconstruye y es “empresario de sí mismo”) y conduce al desamparo, al todo da lo mismo: la vida, la muerte, el otro, su inexistencia.

Si el primer circuito institucional es la familia (en la forma que adquiera), el resto son circuitos extra – familiares como la escuela y los scouts. En el caso de que la familia falle o el contexto social se encuentre fragmentado sin poder cumplir sus funciones, las instituciones extra-familiares debieran brindar al niño una segunda oportunidad de subjetivación, no sin su historia previa y no de cualquier manera.  

   

   

Desarraigo y dimensión socio-ceremonial

            Según el diccionario, el arraigo nos relaciona con las raíces, nos brinda firmeza, y no es dado por naturaleza sino por la cultura y dentro de ella la crianza. La primera institución que produce arraigo convirtiendo un organismo en un cuerpo es la familia, brindando amor, lenguaje y protección; gracias a ello nos subjetivarnos a través de una serie de dispositivos como la asignación de un nombre, la participación en un linaje, la inscripción en el registro civil, el bautismo, etc.

En este pasaje del organismo del recién nació a la constitución de un cuerpo, el Otro en tanto lugar simbólico “traduce” nuestros movimientos y sonidos en demandas… si un bebé llora y nadie acude a su llamado se reduce a organismo biológico “cayendo” el cuerpo que comienza a conformarse para instalarse una vivencia de organismo fragmentado, sin unidad (la que comúnmente llamaos “yo”).  Si el Otro no acude de una buena manera o el sujeto lo rechaza, puede incluso morir en tanto no solo de biberón vive el niño, sino del lazo de afecto y lugar que encuentra en el Otro.

            ¿Qué es el lugar del Otro (con mayúsculas) al que se hace referencia en las ciencias humanas? Se lo define como lo ajeno que está más allá del “Yo”, hacia donde nos dirigimos para encontrar sentido, desarrollarnos y crecer. Se encuentra conformado por el lenguaje, signos, códigos, ceremonias; constituyéndose en el espacio donde el cachorro humano aprende a organizar sus sensaciones y vivencias en conceptos, para de esa forma dar sentido a la existencia anudando lo simbólico del Otro con el cuerpo y el Ser.

En la actualidad muchos niños no tienen dónde dirigirse, aunque vivan junto con otros, en tanto se encuentran desamparados de ese lugar del Otro que debiera encarnar la institución familiar, por ello necesitan el amparo de instituciones extrafamiliares que ocupan secundariamente dicho lugar. El problema que se presenta es que encontrarse con instituciones desinstitucionalizadoras (quien no ha sido institucionalizado no puede ser desinstitucionalizado) repite un nuevo desamparo siendo el resultado problemas personales y sociales como el consumo de tóxicos o el encuentro de un lugar a través del delito – como institucionalización fallida que les brinda un lugar de anestesia al dolor del ser, o un lugar de existencia al ubicarse como resto de lo social-

 Si en las instituciones extrafamiliares se repite el no – alojamiento la cárcel - institución se configura como destino posible para inscribir el “No todo es lo mismo”, y por estructura fallará con algunas excepciones, como cuando se produce el encuentro novedoso con una posibilidad de ser o en el encuentro con lo religioso intramuros (otro modo de institucionalización) permitiendo torcer lo que parecía un destino.

Dentro de las instituciones extrafamiliares el Gran Juego se ofrece como un universo simbólico estable, ordenador del mundo y de las relaciones del sujeto con su cuerpo, con el de los otros, con el deseo y con el futuro, y esto se encuentra presente de forma condensada en su dimensión socio – ceremonial que opera como un conjunto de nudos … cada uno de ellos funciona como una vuelta en la vida scout constituida como trenzado que parte de un momento determinado y se dirige al futuro. En este trenzado se articulan lo simbólico y lo imaginario favoreciendo que cada niño o niña se inscriba para comenzar a escribir una biografía dentro de un colectivo que se conforma como estilo de vida, su estilo de vida en tanto se adhiere e identifica con él.

Desde el ceremonial más sencillo como la entrega de una insignia de progresión hasta las ceremonias más complejas y reflexivas como la promesa scout o investidura Rover, son momentos de verdaderos anudamientos, cualquiera de los lectores scouts seguramente los recordará.

En el Gran Juego, las ceremonias señalan el lugar del Otro se conforma con relación a la Ley Scout, la escenificación del universo simbólico – imaginario típico del escultismo y el lugar del reconocimiento de lo propio, oficiando la comunidad como testigo del logro o compromiso asumido. En las ceremonias no solo se opera en la subjetividad en el niño´/ niña, sino también en la de los dirigentes que sostienen la práctica del Escultismo.

Si bien existe una dimensión social- ceremonial general compartida por una comunidad general, existe otra dimensión que la Psicoanalista Mercedes Minnicelli denomina “ceremonias mínimas” que posee un enorme valor de inscripción y escritura que es utilizada especialmente en contextos complejos donde ha fallado esa primera inscripción y alojamiento de la institución familiar.



Ceremonias Mínimas en el Gran Juego

            Las ceremonias mínimas dependen de los marcos institucionales, en nuestro caso disponemos de la riqueza del marco simbólico de cada una de las ramas y de la narrativa del escultismo. Por medio de ellas se produce la articulación entre marcos normativos del lazo social y marcos espacio – temporales a partir de un guion determinado.

            Las ceremonias mínimas se realizan “antes de” o “después de”… en lo familiar podríamos dar dos ejemplos sencillos: la lectura de un cuento antes de dormir; la higienización (lavado de cara, manos, dientes) después de levantarse a la mañana. En estos dos sencillos casos las ceremonias marcan el pasaje de la vigilia al sueño, y del despertar a la vida diurna. Las ceremonias mínimas devienen “tradiciones”, aunque la repetición no es eterna sino en sí misma incluye la posibilidad de cambio, por ejemplo, en algún momento el adulto no leerá un cuento antes de dormir.

            En los scouts existen infinidad de ceremonias mínimas que van desde los 5 minutos del Jefe de Tropa, los gritos y tradiciones de patrulla, el saludo, los aplausos especiales en distintos momentos y mucho más. En las situaciones de bordes (tema de estos últimos escritos) las ceremonias mínimas son una herramienta importante como posible modo de intervención de quienes están a cargo del Juego. Pueden ser creadas y utilizadas allí donde la inscripción a la Ley (en el sentido de lo simbólico) se desvanece, permitiendo generar subjetividad y anudamiento.

            Una paradoja de la vida posmoderna es como gran cantidad de personas que en la actualidad cuestionan las ceremonias y ritualizaciones, se convierten en los más grandes consumidores de “ceremonias” desinstitucionalizadas pagando sumas importantes por ello y sin percatarse de ello. La psicomagia y sus “ejercicios para desarrollar todas tus posibilidades y triunfar”, “ejercicios para salir de la cárcel del ego”, “ejercicios para desarrollar la conciencia” son ejemplo de ello. También están los grandes consumidores de significaciones que vienen de alguien que ocupa el lugar del Otro… constelaciones, biodecodificación, reiki… si seguimos observando también son consumidores de las oferta mágico – animistas siendo la característica común de todos ellos participar dentro de los modos de producción del sujeto neoliberal: solo, sin comunidad, autosuficiente, autorrealizable, empresario de sí mismo.

domingo, noviembre 13, 2022

En los bordes: El lugar de las expresiones artísticas en el escultismo

 


(fotografía tomada de un festival de SdE)

Una nueva vuelta sobre la relación entre Ética y Estética.

            Supongamos que cualquiera de Uds toma un álbum de fotos desde el nacimiento hasta el momento actual. Cada foto representa un momento de la vida, pero lo que permite que Uds se reconozcan en ese bebé de la foto no es la imagen en sí (que ya no es la actual), sino lo que denominamos “Identidad” que brinda continuidad a cada una de las imágenes con uds mismos. Con el escultismo sucede algo similar, si uno toma las actividades una por una, solo son distintos momentos de la vida de alguien que en la foto utiliza un uniforme y un pañuelo; lo que brinda Identidad es el marco Simbólico que se constituye con la Ley Scout o los valores scouts.

            Cualquiera puede acampar, realizar excursiones, fogones, aventuras… pero eso no lo convierte en “actividades scouts”, ni se articulan a un SER que excede a la actividad misma. Pensemos: la escuela o distintas organizaciones realizan cada una de estas actividades y no por eso el resultado de estas es un SCOUT ya que no tienen como objetivo Simbólico brindar una IDENTIDAD.

            La concepción del sujeto como Dramático (en el sentido del texto anterior) nos permite entendernos como sujetos “marcados” desde múltiples lugares que pueden ser tomados en conjunto o analizados de acuerdo a cada uno de ellos.

En el escultismo cada actividad pone en juego un conjunto de dimensiones, pero a la hora de dar cuenta de ellas la explicación siempre suele ser unidimensional, acorde al modelo de las ciencias de la naturaleza y no de las ciencias humanas.

Si ponemos el eje en la ACTIVIDAD que realizamos un sábado común, las dimensiones en juego serán las siguientes:

1.     El niño como sujeto dramático atravesado por su propia historia, la de sus relaciones, sus identificaciones. Cada niño tiene su propio drama diferencial, pero son iguales en tanto niños

2.     El niño como un actor en el juego, donde asume un papel que puede relacionarse con su propio drama o ser algo distinto del mismo, especialmente si juega con otros

3.     Las reglas del juego que el niño acepta son las que marcan el espacio de juego… a qué se juega y cómo se juega, en ese sentido nos encontramos con el juego en su materialidad

4.     El niño participa en una actividad dentro del Gran Juego que sostiene un modelo Identificatorio determinado orientado por la Ley Scout. La dimensión ética del juego también es una DIMENSIÓN POLÍTICA en tanto a partir de ella se propone un ser.

5.     El niño participa de la dimensión epistémica del juego, en tanto el mismo se sostiene en una serie de conocimientos, fundamentos y filosofía a la cual  no puede acceder, de la misma manera que la  mayoría de los dirigentes scouts no tienen acceso a ella, en tanto lo que realizan es la práctica del escultismo y no su teorización.

He nombrado algunas dimensiones que se relacionan directamente con la práctica del Gran Juego, pero podrían agregarse muchas otras (en más, debieran considerarse) como la clase social, cultura, etc. Si este gráfico lo relacionamos a una situación grupal podremos ver que hay dimensiones que son iguales para todos y otras que no. Cada niño como sujeto dramático encarna una historia distinta, de la misma manera que un deseo de jugar diferencial… los puntos comunes son las reglas del juego de la actividad, la dimensión ética y la epistémica.

La estética de un sketch… la ética del escultismo



            Realizar un sketch implica pensar en una secuencia, que ocupa el lugar del desarrollo temporal y espacial en la actuación. La construcción de una secuencia en sí misma capacita para observar la realidad cotidiana sumergida varias veces en un presente continuo, especialmente en quienes viven en los bordes. Una de las formas que pueden utilizarse para enseñar a construir sketches es la siguiente… y como decía una vieja propaganda “pasa en las películas, pasa en la vida”:



Quien interpreta un sketch hace de, no es. Para Denis Diderot, un buen comediante produce el efecto de lo verdadero y natural en el espectador, a sabiendas de que hacer de verosímil o de natural implica un hacer demás.

El proceso de construcción del personaje - real o imaginado- implica observación y extracción de un rasgo característico del modelo que se toma por lo que, en un buen sketch, quien actúa se vacía de su propio carácter y sensibilidad para poder tener mayor versatilidad a la hora de la interpretación.

Cuando las actuaciones se basan en la realidad al estilo de las dramatizaciones de hechos cotidianos, el propio hecho de actuarlo genera distancia con las situaciones que, por otra parte, tomaran un rasgo de lo que se quiere expresar, permitiendo en un segundo tiempo trabajar o reflexionar sobre ello. Un viejo amigo decía “no es lo mismo el adolescente siendo golpeado por el policía en la calle, que realizar una dramatización sobre el adolescente y el policía que lo golpea en la calle”.

Cuando actuamos en un sketch, cantamos, danzamos o realizamos cualquier actividad de expresión característica del Gran Juego, cada uno de los miembros apunta a vaciar el ser (su propia dimensión dramática) para de esta manera asumir una identificación con el personaje que actúa sobre el cuerpo, el lenguaje, la relación con los otros convirtiéndose en un verdadero ensayo de otras posibilidades de actuar en la vida cotidiana bajo el amparo de los Ideales Scouts.

En las diversas actividades denominadas “de expresión” (aunque todo el Gran Juego podría considerarse de esa manera) podemos observar con claridad – si así decidimos hacerlo - la participación de las distintas dimensiones de un sujeto, que para el público de un fogón constituirán solamente un sketch que podrá ser divertido o no, aunque nosotros sabemos que el tipo de público del Gran Juego también forma parte de la Gran Obra.






lunes, noviembre 07, 2022

En los bordes: La perspectiva del "escultismo concreto"

 


Cuando leemos material sobre escultismo especialmente producido por el Escultismo Comercial, muchos dirigentes scouts quedan deslumbrados por las hermosas producciones y bellas palabras que se utilizan, sin darse cuenta cómo cuando más se adentran en los textos, más se alejan de los niños concretos… aquellos de piel, hueso e historia, con los que se encuentran los sábados... y si el encuentro se produce en situaciones de marginalidad y pobreza, más alejados se encuentrarán.

            El planteo idealista entendido como consideración de la vida a partir de modelos armónicos y de perfección a los que se apuntan, no se corresponde con la realidad material. Al trasponer la realidad a una “naturaleza segunda” atravesada por la ideología dominante no encontramos humanidad, sino sujetos reducidos a “procesos”. Este idealismo se combina a su vez con el realismo del que se deriva la abstracción; comienza a considerarse a las personas desde una “segunda naturaleza”, luego se dilucidan los “procesos”, finalmente se transforman en cosas expulsando al sujeto de piel, hueso e historias.

            El entendimiento de la vida como drama es la experiencia material más concreta que podemos encontrar. En los distintos lugares siempre desempeñamos un papel u otro y nos vemos a nosotros mismos como actores, testigos o espectadores. Pensamos nuestra vida en términos dramáticos y esto no tiene excepciones, los niños y jóvenes que se acercan al grupo también lo hacen. Los materiales de las instituciones los piensan desde una “naturaleza segunda” por lo que, se interviene desde una opción ideológica de la realidad donde se busca ajustar a los niños y jovenes a dicho modelo.

            Georges Politzer[1] decía que “es en el plano dramático que tiene lugar nuestro contacto con los semejantes” (…) “pensamos en términos dramáticos” (…) “dramática también es la comprensión que tenemos de los otros” (…) el conocimiento práctico “se relaciona con el drama y exclusivamente con el drama. No es un conjunto de conocimientos concernientes a una realidad distinta de la naturaleza, dada por una percepción diferente de la percepción común que tendría el privilegio de penetrar una segunda naturaleza”.

            Un punto por demás interesante cuando leemos las producciones del escultismo comercial o asistimos a los cursos “tradicionales” y mucho mas aún en los “comerciales”, es aquello que Politzer afirmaba hace unas décadas “El realismo implica a su vez otro procedimiento. Una vez realizada la significación es considerada como cualquier realidad: llega a ser una cosa. Por eso mismo será arrancada del sistema de relaciones dramáticas y puesta bajo el régimen de las relaciones fenoménicas tal como se utilizan en las ciencias de la naturaleza. El drama cambiará de este modo de personajes. Mientras que en las experiencias dramáticas el único actor posible es el individuo singular, el procedimiento realista erige en actores a cada uno de los productos de la realización. Se obtiene así, en lugar de la multiplicidad dramática, una multiplicidad diferente con respecto a la cual sólo el lenguaje tomado de la primera naturaleza puede tener un sentido… las historias de las personas son reemplazadas por historias de cosas”

El Gran juego como Drama




            Siempre jugamos “a ser” … hagan memoria, recuerden sus juegos infantiles o presten atención a los actuales. Para Johan Huizinga (contemporáneo de Politzer), autor del conocido libro “Homo Ludens”, el juego auténtico es fundamento de la cultura en tanto es el medio que da forma a nuestra existencia en ese tiempo intermedio que se establece en la vida cotidiana denominado “ocio” o “tiempo libre”. Sin lugar a duda el juego es un drama.

Cada vez que jugamos asumimos una identificación compleja en la que nos mimetizamos con el personaje imaginado, nuestro cuerpo se dispone a la manera de este determinando las relaciones que establecemos con el cuerpo de los otros, orientándonos hacia un futuro posible planteado por el objetivo del juego.

En el escrito sobre el tiempo y el espacio de juego diferenciábamos los juegos efímeros que ofrecen este tipo de identificaciones que llamaremos “imaginarias” y funcionan en el pequeño espacio lúdico, del Gran Juego que ofrece identificaciones permanentes que contienen a las efímeras. Podríamos caracterizar al escultismo como una interfaz “simbólico-imaginaria” cuyo objetivo final es que el sujeto pueda valerse de distintas identificaciones para orientar su vida, su deseo, y vivenciar de una manera singular los valores propuestos por el escultismo.

El Gran Juego ofrece un universo simbólico estable ordenador del mundo imaginario y por ende de las relaciones del sujeto con su cuerpo, con el de los otros, con el deseo, con el futuro.  De forma sencilla podemos expresar la gran diferencia del Gran Juego Scout respecto de las actividades lúdicas en general -que con las mejores intenciones se realizan en los bordes-: La posibilidad de que el espacio de juego perfore el aislamiento lúdico permeando en lo social como “estilo de vida”, convirtiéndolo en un auténtico juego – serio.

Cuando las distintas Asociaciones nos hablan de los “elementos del método scout,” simplemente tratan de organizar mediante algunas abstracciones el cómo lo que hacemos en los scouts - si se encuentra articulado de manera conveniente- se convierte en un Gran Juego capaz de ofrecer al niño / joven no solo una actividad divertida sino una orientación para el ser.

Lazo social y dramática del escultismo



            Cuando Baden Powell observa las pequeñas bandas de chicos y “gamberros” de la Inglaterra de comienzos del siglo XX, piensa que es posible partir del “scouting” para establecer una nueva modalidad de lazo social orientada a partir del rasgo de la exploración y la aventura. ¿Por qué decimos “nueva modalidad”?... es que, a partir de los agrupamientos y liderazgos espontáneos, Baden Powell propone un juego que dura en el tiempo partiendo de los liderazgos de los chicos y expandiéndolos de forma tal que cada uno pueda ocupar un lugar.

            Si en un primer momento ofrece la aventura de la exploración, al poco tiempo hace su aparición la Ley Scout por lo que ya no se trata de explorar de cualquier manera: el Gran Juego tiene reglas, y ellas proponen un nuevo lazo social entre los jugadores.

La Institución de la Ley brinda consistencia y existencia a una comunidad de sentido, ordenando el espacio del Gran Juego y a los participantes. Pueden variar uniformes, colores, actividades… lo que opera como unidad en las diversas presentaciones y modalidades es la Ley Scout y su compromiso con ella (Promesa), de allí que el primer ejercicio de libertad consistirá en elegir si se asumen las reglas para ser parte, o se decide jugar a otra cosa que ofrece la sociedad.

Una propuesta ética que conjuga los “pequeños juegos” en nuestro “Gran Juego” es imposible sin una estética, entendiendo que lo bello se relaciona con la vida y lo feo con la muerte, tal como lo plantea el filósofo Enrique Düssel.

La estética mediatiza la ética a través del andamiaje simbólico – imaginario que ofrece el escultismo. En ese sentido opera en la dramática de cada uno de los integrantes actuando sobre el cuerpo propio, la relación con los otros cuerpos, el espacio, los ritmos vitales y lo visible en tanto el cuerpo y los cuerpos se representan en lo concreto del drama o la trama de cada sujeto y de la comunidad

La estética tiene elementos visibles e invisibles en tanto construcciones puramente simbólicas. Con relación a lo visible podemos decir que se trata de lo que viste y consiste los cuerpos y sus representaciones ( cada uno es parte del drama del que es protagonista), por eso no es cierto que “el hábito no hace el monje” en tanto que un sujeto sin “hábito” es un hombre desnudo de identificaciones… y si además forma parte de los bordes de la ciudad los medios de comunicación social reflejaran aquello que Agamben denomina la nuda vida, que no es solo sin atributos sino: “una vida a la que cualquiera puede dar muerte impunemente”

El movimiento scout ofrece distintas “vestimentas” para hacerse de un cuerpo y de sentidos que permitan construir experiencias y nombrarse de una buena manera orientada a la vida. Entender el escultismo como drama implica no menospreciar aquellos elementos que forman parte de la trama.

·         Un uniforme

·         Banderas, banderines, cintas y otros elementos que apuntan a una identidad

·         Cuerpos que expresan vida con el canto

·         Cuerpos que expresan alegría al reír, bailar, actuar, gritar

·         Ceremonias que vivifican lo simbólico

·         Cuerpos que se tensionan en la aventura y el juego considerando al otro como compañero, no como enemigo.

·         Un estilo de la vida en la naturaleza donde con la técnica scout se opera de forma artística-artesanal

·         Modos de debate y representación que dan lugar a la vida, la expresión y escucha de cada uno; donde la autoridad se sustenta no en el capricho narcisista, sino en la colaboración para la ejecución de lo decidido por la patrulla o el grupo. El Guía de patrulla “manda”, obedeciendo lo decidido por el grupo

            En los bordes relacionados con la pobreza, la necesidad aplasta la posibilidad de desear estando el cuerpo y el sujeto a merced de distintas formas de morir poco a poco (violencia, drogas, etc), siendo la principal carencia la de tener recursos simbólicos que permitan pensar y pensarse.

En los lugares donde las necesidades biológicas se encuentran satisfechas el deseo también se encuentra aplastado, pero por el objeto técnico (celulares, computadoras, objetos de consumo), determinando un encierro autista respecto a la realidad donde también los tóxicos tienen su lugar.

En ambos casos se hace realidad el viejo tema de Sex Pistols “No future”: “No sabes nada al respecto/ horas perdidas hasta el amanecer desde el anochecer/ y no se preocupan por ti/ no hay futuro. Deja que la música selle tu destino, si /puedes correr, pero la vida no esperará, si /no le importas no hay futuro”.

La dramática del escultismo es una de las pocas herramientas que nuestras sociedades disponen para que los niños y los jóvenes puedan decir “hay futuro”.





REFERENCIAS
Georges Politzer. Psicología Concreta. Ed. Jorge Alvarez
Johan Huizinga. Homo Ludens. Alianza Editorial

martes, octubre 11, 2022

El lugar del relato y las reglas del juego en los bordes de la ciudad

 



            En el escrito anterior abordamos el tema de la construcción del espacio, el tiempo y el ritmo del juego en lo que denominamos “bordes de la ciudad”. Conviene recordar que el punto de partida no se refieren solo a la marginalidad entendiendo que en la ciudad hay distintos bordes. En este escrito abordaremos dos cuestiones: El juego como relato (articulación de lo simbólico del lenguaje con lo Imaginario) y las reglas del juego (simbólico). 

El juego como relato: 

            El juego siempre es un relato. Jerome Bruner considera que un relato es la afirmación de lo que se considera una realidad. Basta observar a un niño de dos años jugando para observar que mientras realiza su actividad habla (aunque no en un lenguaje articulado), relata  sus acciones fonemáticamente e incluso pareciera guionar sus acciones, de allí que puede afirmarse que el juego es un “constructor de realidad”. 

            El relato tiene la capacidad de moldear la experiencia, le da forma y consistencia. En la narración del juego infantil interviene (1) la posibilidad de transformación de lo vivido en forma pasiva convirtiéndose el niño en sujeto activo, lo que permite lograr una forma de dominio sobre objetos externos brindando la posibilidad de elaboración -por ejemplo si ha sido golpeado, en el juego “reta” a sus juguetes y los golpea, lo mismo sucede con los compañeros de juego - (2) la posibilidad de actuar en el juego sus miedos, angustias y fantasías por medio de un proceso de externalización – a veces la angustia vivida como fragmentación aparece fragmentando el juego en sí, o rompiendo los objetos del juego- (3) la posibilidad de invención, novedad, exploración de nuevas posibilidades del ser. 

            Jerome Bruner decía que una narración no modela solo el mundo, sino a quienes quieren darle un significado. En el movimiento scout el uso más exquisito del relato lo observamos en la Manada, donde el espacio de la Selva produce sentidos casi de forma continua, ofreciendo la posibilidad de dar curso o hacer algo distinto con lo que en el párrafo anterior denominamos (1) y (2). La base del relato en el juego scout es la posibilidad de permitir a los niños hacerse de distintas identificaciones que se ofrecen, para de esa manera ofrecer un sustrato a la orientación en los valores que surgen a partir de la Ley Scout. 


            En los niños que se encuentran en los bordes o más allá de ellos, el relato es un organizador del cuerpo por ende colabora en el ordenamiento de la espacialidad del “yo”, el tipo de relaciones con los objetos, la temporalidad y el ritmo de juego. Algunos dirigentes / educadores se saltean el relato brindando solo un nombre el juego y enunciando las reglas, pero eso no alcanza en tanto la identificación inicial de los seres humanos es visual – motora posibilitando asumir una imagen que contiene al cuerpo. Cuando los niños van a realizar un juego, el relato de los personajes intervinientes (que se hace con palabras) moldea la imagen con la cual los jugadores podrán identificarse. 

            Debemos diferenciar los microrrelatos de los juegos, del relato del Gran Juego. Mientras que los “pequeños juegos” apuntan a identificaciones efímeras,  el Gran Juego ofrece identificaciones duraderas y estables, de allí la importancia del Escultismo como sustrato identificatorio a la hora de la construcción de sentidos y la orientación del deseo en función de los valores que se proponen. Este punto es de vital importancia para entender la diferencia existente entre hacer juegos con niños (por ejemplo, en un merendero, un oratorio, algún centro comunitario, una ludoteca) y hacer juegos con niños que se encuentran en el borde, articulados en el Gran Juego que propone el escultismo. 

            Hace poco más de una década en el texto “Los tiempos del juego” explicaba entre otras cosas que en el Gran Juego (no en los “pequeños juegos”) en un primer tiempo nos encontramos con el juego y sus reglas, mientras que en el segundo tiempo durante el desarrollo, se produce la ritualización. Este segundo tiempo es el que permite al niño que un acontecimiento (sucedido en un pequeño juego, como el caso de los excesos de cuerpo) obtenga relevancia, se transforme en experiencia para poner en primer plano la subjetividad y trascenderla. 

Las reglas del juego 



            El juego desestructurado no existe, siempre hay reglas, la diferencia es si las mismas son producto del propio jugador (que juega solo) o del juego en sí (reglas que operan como “terceridad” asumidas por todos los jugadores).

            Las reglas implican la presencia de un Otro que opera como regulador del juego. Como decíamos en uno de los escritos anteriores, debemos tener en cuenta que muchos de los niños que se encuentran en los bordes atraviesan la niñez en medio de las dificultades para construir un Otro que opere como terceridad, por lo que pueden suceder dos cosas (1) Ante la ausencia del Otro (niños que viven sin atención familiar o tienen determnada condición psíquica) y no funcionar la terceridad se puede jugar de cualquier manera, lo que implica que las relaciones de tensión agresiva que se producen en el juego no tienen mediación, “vale todo" con tal de ganar, en tanto se trata de “yo o el otro” (2) Ante la presencia del Otro que impone un orden de hierro (por ejemplo violencia familiar o un niño que vive el mundo desde una condición psíquica particular) en el juego se suelen ocupar dos lugares: el de quien somete a los otros o el de los sometidos por los otros. 

            El dirigente / educador, que dirige el juego, tiene la responsabilidad de que el mismo se realice dentro de las reglas que se enuncian y que permiten jugar en un clima de confianza. Existen distintas posibilidades de intervención 

(1)  Cuando aparecen fenómenos de “fuera de juego”, deben ser sancionados de acuerdo con las reglas del juego. La sanción funciona como “así no jugamos” y sirve para que el juego se mantenga reglado, dejar pasar estos fenómenos acrecienta la agresividad en el juego

(2)  Cuando en el juego comienzan a aparecer varios fenómenos de exceso, el juego se termina.

(3)  Si la actividad se enmarca en una competencia de patrullas, la puntuación se realiza a lo “Harry Potter” (cuya autora fue scout), dividiendo los puntajes de una manera que permita premiar no solo al ganador sino a quienes jugaron acorde al juego scout. Una de las formas de realizarlo es dividir los puntajes de la siguiente manera: (a) Competencias diarias: 1er puesto 70 pts, 2do puesto 60 pts, 3er puesto 50 ptos (b) Orden de la patrulla: 10 pts (c) Espíritu de Patrulla 10 pts (d) Observancia de la Ley Scout 10 pts. De esta manera si la patrulla que termina ultima en los juegos y se destacó en el resto de los items puede terminar en el 1er puesto.

(4)  Es conveniente ir instalando que los guías de Patrulla en Corte de Honor (o la Asamblea en caso de que el método que se utilize la incluya) sean los que definan los items (b), (c) y (d) de forma que se interioricen las reglas del Gran Juego.








viernes, octubre 07, 2022

El tiempo y el espacio de juego, en los bordes de la ciudad

 

(imagen tomada de la red. Grupo Urquiza de Entre Ríos)

 

“todo niño que juega se comporta como un poeta,

 pues se crea un mundo propio, o mejor dicho,

 inserta las cosas de su mundo en un orden que le agrada (…)

 toma muy en serio su juego,

 emplea en él grandes montos de afecto”

Sigmund Freud

     

             En el escrito anterior hacía referencia a que, cuando los niños se encuentran en una situación de “borde”, podía objetivarse una dificultad de escritura del Orden Simbólico, aquel que ofrece una regulación de las relaciones sociales, una orientación al ser y pone en marcha el deseo de ser. El Orden simbólico permite enmarcar el propio cuerpo, el cuerpo del Otro y el Ser. Decíamos que cuando el Otro no se instituye como “terceridad” la relaciones con los semejantes se pueden establecer en tensión agresiva o relaciones de sometimiento (las dos variantes de “o yo o el otro”). 

            El jugar constituye en un espacio privilegiado del hacer de los niños. tres vertientes abonan la construcción del juego infantil (1) la posibilidad de transformación de lo vivido en forma pasiva, en un juego donde el sujeto es activo lo que permite lograr una forma de dominio sobre objetos externos brindando la posibilidad de elaboración -por ejemplo, si ha sido golpeado, en el juego golpea sus juguetes o a los otros- (2) la posibilidad de actuar en el juego sus miedos, angustias y fantasías por medio de un proceso de externalización – a veces la angustia vivida como fragmentación aparece fragmentando el juego en sí, o rompiendo los objetos del juego- (3) la posibilidad de invención, novedad, exploración de nuevas posibilidades del ser. 

            Estas “vertientes” que intervienen en el espacio de juego varían y forman parte del “juego libre” como del “juego reglado”, no podemos saber cómo intervendrán cada una de ellas al momento de jugar, pero sí podemos tener en cuenta algunas consideraciones para que el juego sea posible de la manera que conviene a la subjetividad de los niños, en un ambiente de seguridad y confianza. 

            Los invito a abordar algunas condiciones del juego social en niñez con el objeto de brindar herramientas a los dirigentes / educadores en los distintos momentos del juego. 

El espacio de juego  

 

  

             El espacio es una construcción visual y corporal que constituye lo Imaginario (el cuerpo propio y su relación con el medio). Mientras en el juego solitario el espacio es reducido limitándose a la relación con distintos objetos, en el juego social se amplía, ya no tratándose sólo de objetos sino incluyendo a otros semejantes en el juego, estableciéndose distintos tipos de relación interpersonal como la tensión, la agresividad, la colaboración, el tratamiento del otro como un objeto de juego. El tipo de relación que se establece tendrá que ver con la combinatoria entre lo que definimos en (1), (2) y (3) 

            En el juego social no es lo mismo el espacio acotado del local de grupo, que el espacio del patio o uno más grande, como la naturaleza. Mientras que en el espacio del local el despliegue del cuerpo se encuentra limitado, en el espacio del patio o de la naturaleza el cuerpo puede realizar otro tipo de despliegues. 

            En los juegos en el local es conveniente reducir la cantidad de objetos y estímulos que no tengan que ver directamente con el juego ya que estos favorecen la desatención, lo que implica primeramente que los niños se desenfoquen del juego y luego salgan de él (aún estando en el lugar). Cuando nos deslizamos hacia el espacio de “fuera de juego” el juego terminó, pretender prolongarlo movilizan respuestas del tipo (1) y (2) virando la experiencia de bien – estar jugando a la de mal – estar con otros. 

            Los juegos en espacios más amplios permiten un mayor despliegue corporal, disminuyendo la tensión que se produce ante la cercanía física que se da en otros espacios como el del local. De la misma manera que en el caso anterior, cuando el juego en el espacio abierto comienza a ubicarse como “fuera de juego” el juego ha terminado, no es conveniente proseguirlo sino terminarlo. Hay un viejo dicho scout muy interesante “al juego hay que matarlo antes de que muera solo”                        

El tiempo y el ritmo de juego

 

Si leemos la bibliografía scout clásica (como “Siete reuniones de Tropa”) allí podemos observar el desarrollo de una lógica temporal en gran parte de los juegos donde hay distinto tipo de despliegues. En los juegos cortos llamados de desfogue suele plantearse un tiempo de juego de 7 minutos; los juegos de equipo un tiempo de 10 minutos. Los tiempos irán variando acorde al tipo de juego, en el caso de los juegos mixtos que incluyen distintas actividades como uso de claves y pruebas a cumplir la duración es de 15 minutos y los deportivos o aquellos que implican un despliegue en campo tienen distinta extensión, pero no suelen ser mayores a 20 minutos. 

Los viejos libros creados en base a la práctica cotidiana de muchos Maestros Scouts sin saberlo sostienen los principios básicos que he señalado: el espacio es una construcción visual y corporal constituyente de lo Imaginario, el tiempo es una construcción Simbólica que enmarca lo Imaginario (el cuerpo).

 Tiempo y ritmo son aspectos complejos para abordar especialmente cuando se trabaja con chicos que forman parte del borde, en tanto los fenómenos “fuera de juego” perforan el marco simbólico a partir de una serie de conductas disruptivas donde el mal-estar no será solo de los chicos sino también del dirigente/educador, responsable de que el espacio de juego se mantenga enmarcado y en un ambiente de confianza. Si el tiempo lo caracterizamos como el transcurso desde el inicio hasta el final, el ritmo es un concepto más relacionado con el despliegue de actividad / pasividad inherente al juego mismo, podría decirse que son las distintas alternancias del cuerpo activo en movimiento y el cuerpo que tiende a la quietud, el mejor ejemplo para entenderlo son los juegos de stalking donde se alterna la quietud del acecho con el movimiento de acercamiento. 

Si bien podemos hablar de una temporalidad objetiva que medimos en minutos, si consideramos que en los bordes existe una dificultad en la constitución del espacio y el tiempo que incide en los des-bordes corporales como exceso, podemos hablar de una temporo-espacialidad subjetiva que interviene en el desarrollo del juego y en las situaciones “fuera de juego” por lo es necesario considerar estas variables a la hora de jugar y elegir juegos. Cuando más en el borde los chicos se encuentren mayor es la posibilidad de desborde especialmente cuando el ritmo es rápido y con escasa pausa corporal lo que es una invitación al “exceso de cuerpo”. La combinación del tiempo objetivo del juego adecuado y la claridad de las reglas del son la base de la regulación de los excesos.

 En los siguientes escritos trabajaremos sobre las reglas del juego y las diferencias entre los roles efímeros en los juegos cortos y las identificaciones permanentes de estilo de vida que ofrece el escultismo. Con las dos se juega, pero sus lógicas son diferentes. Se puede jugar, pero también se puede jugar enmarcado en un estilo de vida.




 




lunes, octubre 03, 2022

Bases para la practica del escultismo en los bordes de la ciudad


             En el escrito anterior comenzamos a hablar de la práctica del escultismo en los bordes de la ciudad, nombrando algunos de ellos: (1) el borde existente entre los que tienen empleo y no lo tienen (2) entre los que tienen las necesidades básicas satisfechas y quienes no la tienen (3) entre los que pueden escolarizarse, y los que no pueden (4) entre quienes viven en la legalidad y quienes no (5) entre quienes disponen de algún tipo de familia con posibilidad de contener y quienes no disponen (6) entre quienes disponen recursos simbólicos para enfrentar la vida, y quienes no.

            Los bordes, el margen, son lugares donde trastabillan los discursos pedagógicos de la Academia. En ellos observamos la contradicción entre el niño que en la escuela no aprende y los desarrollos de distintos aprendizajes en el movimiento scout que sugieren un problema metodológico en la escolarización, que cada vez más avanza hacia metodologías sin el Otro renunciando a convertirse en ese Otro en el cual se apoyan los procesos de aprendizaje.

Escrituras del universo simbólico

            Estamos acostumbrados a que desde la Academia se produzca la denostación de cualquier “dispositivo” en tanto Foucault califica a los mismos como sistemas de poder, como si fuera posible que el sujeto se instituya sin la presencia de ellos. El propio autor del concepto afirmará que de un “dispositivo” se sale por medio de otro “dispositivo”, lo que nos permite pensar que es mejor discutir sobre qué dispositivos apuntan a la vida (y no son de muerte) y no caer en el idealismo del niño-solo que aprehende y descubre reglas como si las mismas fueran naturales y no producto de la civilización.

            Generalmente en los bordes podemos observar la carencia o fragilidad de los distintos dispositivos comenzando por la familia, siguiendo por los espacios fuera del hogar donde los excesos muchas veces se encuentran al orden del día observando cómo Organismos del Estado como la escuela muchas veces se encuentran impotentes para intervenir. Los excesos que expresan las ausencias del Otro se traducen en excesos en el cuerpo, desatención, heteroagresividad, autogresividad, consumo de tóxicos a temprana edad.

            Para hablar de emancipación del sujeto primero debemos contar con dispositivos en los cuales pueda subjetivarse. De allí que la emancipación se trata de un buen uso de la “libertad condicional” (ya que no existe libertad sin un Otro) en el marco de cierta legalidad, emanciparse es servirse del Universo Simbólico e ir más alla, ahora … ¿es posible pensar la emancipación si con anterioridad el sujeto no ha estado inserto en dispositivos simbólicos o si ingresa a los mismos desde el lugar de “resto” en lo social?

Lo que observamos en los bordes es la dificultad para la escritura del orden simbólico que opera como iniciador del proceso regulador de las relaciones con el propio cuerpo, con el cuerpo del Otro, con el Ser. Este Orden que se escribe y se inscribe en el cuerpo a través del Nombrar(se) instituye la temporalidad y espacialidad, inaugurando el proceso de subjetivación que no es sin el Otro que puede aparecer como Nombrante de un Orden de Hierro (serás eso o nada) o de un Orden Simbólico que puede instituir esa “libertad condicional” que hicimos referencia y que llamamos civilización.

Escrituras al margen


            Las dificultades de inscripción del Universo Simbólico no son exclusivas de las clases mas humildes, pero es donde más impactan en tanto quienes viven al margen parten de un contexto con las Necesidades Básicas Insatisfechas donde el primer movimiento hacia la civilización los ubica con las necesidades biológicas aplastando la posibilidad de desear; a esto se le agregan otro tipo de dificultades que pueden ser comunes a todas las clases sociales (en lo familiar), un contexto (la villa) que no es común a todas las clases sociales y el tratamiento del niño-cuerpo por la salud pública viéndose dificultada la posibilidad de acceso a distintos acompañamientos y tratamientos por parte del sistema de salud y el sistema educativo, que son posibles en otras clases sociales.

            Las dificultades de inscripción del mundo simbólico las encontramos en los siguientes aspectos que a su vez se combinan unos con otros dado que la descripción simplemente es a los fines de la comprensión. Cabe aclarar que no son generalizadas (no se trate de una clasificación de “clase social”) pero que suelen observarse con mayor incidencia en determinados contextos.

Con relación al Otro

-    Dificultad en la constitución del Otro como terceridad. De allí que dicho lugar (ocupado generalmente por padres, docentes, dirigentes, adultos en general) puede ser instituido de dos maneras que a su vez pueden virar de una a otra según el contexto (1) reduciéndolo al lugar del “otro semejante”, por lo que se establecen relaciones de tensión agresiva -“o yo, o el otro”- (2) Como Otro que  impone un “orden de hierro” donde el lugar que queda ocupar es de la sumisión (una variación de “o yo o el otro” donde prima la relación imaginaria de “prestigio”)

-  Dificultades en la constitución de la temporalidad (las teorías pedagógicas parten de pensar junto a Kant que la temporalidad es un apriorismo y no una construcción simbólica que depende del Orden Simbólico, de allí la imposibilidad de respuestas “pedagógicas) lo que incide directamente en problemas atencionales, distraibilidad, problemas de concentración cuando el cuerpo se detiene y el tiempo de trabajo se alarga.

-     Dificultades relacionadas a la constitución de la espacialidad (las teorías pedagógicas parten de pensar junto a Kant que la espacialidad es un apriorismo y no una construcción simbólica que depende del Orden Simbólico, de allí la imposibilidad de respuestas “pedagógicas”) y al uso de los espacios

-    Los puntos anteriores son la base de las dificultades en la escolarización que se traducen en: (1) dificultades para el aprendizaje de la escritura (2) Dificultades para el aprendizaje de las relaciones entre los objetos del espacio (por ejemplo matemáticas)

Con relación al cuerpo:

-      “exceso de cuerpo” expresado como necesidad de actividad corporal continúa a la manera de “descarga”.

-      Consumo de tóxicos para anestesiar el “exceso de cuerpo.”

-      Autolesiones como “descarga” del dolor psíquico.

-      Heteroagresividad en relaciones sociales no reguladas que implica enfrentamientos del tipo “o yo, o el otro”

-      En el juego reglado el “exceso de cuerpo” se hace presente en fenómenos de agresividad en el juego, o luego de un tiempo con lo que podríamos denominar “fuera de juego” donde las reglas del juego no son sostenibles.

Con relación al Ser

-      La dificultad en el anclaje de lo que denominamos Identificación Simbólica (que se hace necesaria para la constitución del deseo) se traduce en una serie de identificaciones imaginarias frágiles y fragmentarias.

-      Las dificultad de identificación en un Orden Simbólico que opere como terceridad provoca dos tipos de amarres del tipo “Orden de Hierro” (1) La participación desde la sumisión en una práctica religiosa donde Dios es un Otro castigador) o la Sumisión a un grupo / pandilla que ofrece una Identidad a cambio de la sumisión (2) Identificarse como “resto social” constituyéndose como parte del Lumpen (grupo social marginado con dificultades respecto al lazo social, con una relación extractiva y de supervivencia respecto de quienes ocupen el lugar del Otro).



Un horizonte posible en la práctica del escultismo en los Bordes

            Este pequeño escrito sienta las bases para la práctica del escultismo en los bordes, cercana al planteo original de BP, a mayor distancia de los cambios que se produjeron en el escultismo a partir del MACPRO y la práctica actual del Escultismo Hegemónico.

A partir de la pequeña base teórica que compartí con Uds (con pedido de disculpas a quienes lean el texto esperando un desarrollo teórico purista desde lo profesional, que haría imposible la lectura a cualquier dirigente de base) en los próximos escritos compartiré con Uds cuestiones prácticas que se basan en lo expuesto.

Les propongo abordar desde la perspectiva del Dirigente / Educador que practica escultismo en los bordes, cómo trabajamos en el sentido de instituir un Otro que opere como terceridad con todo lo que ello implica

-      Características de los juegos

-      Características de las actividades de patrulla o rama

-      El lugar de las ceremonias mínimas y los pequeños rituales

-      El valor de los distintos modos de escritura (en el sentido de textos) del juego scout

-      El lugar de la Ley y las normas en el juego scout

-      El lugar de los indicios de deseo como indicadores de posibilidades de constitución de anclajes a partir de las especialidades

           - El lugar de las identificaciones simbólicas y la constitución de semblantes de ser a partir de la práctica del escultismo.      

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