domingo, mayo 21, 2023

Escultismo en los bordes: Artes marciales como herramienta de subjetivación

 


Según cuenta Juan José Pérez[1] - quien ha investigado sobre este tema-  en el último día del campamento experimental de Brownsea se realizó una demostración de juegos, competencias y Jiu – Jitsu. No es un detalle menor dado que a principios del siglo XX las artes marciales prácticamente eran ignoradas en occidente convirtiéndose el escultismo en uno de los primeros promotores de dichas prácticas.

            En las primeras ediciones de “Escultismo para Muchachos” Baden Powell sugiere como especialidad la de “Maestro de Armas” donde dice “El scout debe adquirir destrezas en dos de las siguientes materias: lucha con bast´on, Bordón, Boxeo, Jiu-Jitsu o lucha libre”. Juan Jos´e nos recuerda que en el libro “Boy scouts allende a los mares” BP relata que: “Fui a ver a un grupo de ellos durante su entrenamiento diario de esgrima con palos de bambú y practica de jiu-jitsu para hacerse fuertes, activos y de buen carácter. Digo buen carácter porque es muy semejante al boxeo, donde debes encajar un buen montón de duros golpes, y hacerlo con una sonrisa. Si un chaval pierde los nervios todo el mundo se ríe de él y lo toma por un tonto. En el jiu-jitsu aprenden cómo ejercitar y desarrollar sus músculos, cómo agarrar a un enemigo de distintas maneras para dominarlo, cómo derribarlo, y, lo que es muy importante, cómo caer con facilidad si ellos mismos son derribados.” En “Roverismo hacia el éxito” BP dirá lo siguiente: “espero que sabréis boxear con uno de vuestro mismo peso y repeler un ataque con una llave de jiú–jitsu.

Antes de imaginar que los niños y niñas que participan en los scouts armen grandes bataholas con bordones en las esquinas de los barrios, conviene releer el material producido en los inicios del escultismo considerando que una práctica puede ser interpretada de forma distinta de acuerdo al contexto en el que se realiza, esto implica que los sentidos que se le asignan pueden variar respecto a la época e ideología. Si en los primeros tiempos los sentidos de las artes marciales se pensaban desde una postura higienista, de formación del carácter en los tiempos que las grandes poblaciones ingresaban a las democracias representativas y  se producía el afianzamiento de los Estados Nacionales, en la actualidad es otra la situación por lo que merece la pena revisar algunos prejuicios.

Si nos remitimos al material existente podremos darnos cuenta fácilmente que no se trata que el escultismo o la actividad scout se convierta en una especie Dojo encubierto; ni siquiera que los niños y niñas sean expertos en las artes de defensa personal. De la lectura del material cualquier persona puede darse cuenta que se trata de otra cosa y que no es necesario anular la posibilidad de práctica de artes marciales en las actividades como ha hecho el Escultismo Comercial a partir de su interpretación puramente ideológica. Son parte del cajón de herramientas que dispone históricamente el escultismo, pasando a ser una posibilidad más entre otras, que adquiere sentido en función del contexto, la evaluación, y los objetivos que se establecen para el abordaje del mismo.

El ser en los bordes – los bordes del ser


[1] Juan Jose Perez. Los scouts y la especialidad de Maestro de Armas


            Un concepto que vengo trabajado en los últimos tiempos que surge del trabajo clínico individual y grupal es el de Borde, por lo que está exento de alguna manera de los “sentidos pedagógicos standard” que siempre obedecen a una ideología determinada. Los abordajes clínicos muestran su pertinencia a partir de los efectos que provocan en el sujeto o los grupos, no siendo una diferencia menor.

Si buscamos en el diccionario la palabra borde, encontramos que es aquello que limita un interior y un exterior no siendo casual que en nuestra época se utilice la palabra “desborde” con referencia a distintas situaciones emocionales donde lo “interior” irrumpe en lo “exterior” sin encontrar limitación o punto de anclaje. También la palabra Borde nos remite a lo social, a quienes se encuentra al margen y con ello a los que viven en distintas marginalidades sociales o existenciales. En el libro “escultismo en los bordes de la ciudad” definía algunos de ellos: (1) el existente entre los que tienen y los que no tienen (2) Entre los que tienen las necesidades satisfechas y quienes no las tienen (3) entre los que pueden escolarizarse y quienes no pueden (4) Entre quienes viven en la legalidad y quienes no, (5) Entre quienes poseen recursos simbólicos para enfrentar la vida y quienes no.

            Los síntomas de nuestra época (individuales y sociales) nos indican un problema que se acentúa con el tiempo que es la creciente dificultad para la constitución de los bordes que constituyen al sujeto y la subjetividad (dos conceptos distintos). De allí que observamos un crecimiento de los distintos fenómenos de anestesia de un cuerpo sin bordes (toxicomanías); las imposibilidades de desarrollo personal por dificultad con los bordes (desatención, problemas de concentración, dificultades para apropiarse del cuerpo -hiperactividad-)  y las dificultades en las relaciones interpersonales con quienes no son semejantes (en el sentido de parecidos al propio “yo” o narcisismo) tendiendo a conformarse modos de agrupamiento por una supuesta “mismisidad” intolerante con el otro distinto de mí.

            La buena práctica del escultismo es coadyudante para la constitución de los bordes (no una solución mágica de los mismos). La actividad scout como Gran Juego Serio (no como el simple divertimento y alienación ideológica de las clases medias en el que el escultismo comercial lo ha transformado) opera utilizando distintas herramientas articuladas, entre ellas pueden estar practicas iniciales de artes marciales que junto con determinados juegos clásicos colaboran a mitigar los síntomas descriptos.

            De igual manera que un caligrama se escribe sobre el papel de arroz  partiendo de distintos trazos realizados con un pincel donde cada movimiento forma parte de una palabra - imagen mayor, en la práctica de un Kata el propio cuerpo es pincel,  en cada movimiento se inscribe en el aire una palabra-imagen mayor que llamaros “formas”.


            El interior - exterior y el borde que permite diferenciarlos a través de la subjetivación del cuerpo-organismo, puede remitirnos a las nociones sobre el Ser que desarrollara Platón en “el sofista” donde define tres géneros o formas: El Ser, el reposo, el movimiento. Tomando como base estos conceptos realizaré una lectura particular de ellos con aportes desde las ciencias de la subjetividad, reflexionando sobre la constitución del sujeto y por qué determinadas prácticas favorecen los procesos de subjetivación, en este caso las artes marciales. Algo había dicho en textos anteriores cuando hice referencia a los juegos de acecho, pero la práctica de un Kata es más compleja.

Platón nos dice que el reposo y el movimiento en tanto opuestos no pueden mezclarse pero que el Ser (que reemplazaremos imprudentemente por la palabra “sujeto”) constituye una terceridad que mezcla ambos. Si observamos un Kata la “escritura” que se realiza implica la articulación del cuerpo con tiempos de reposo y movimiento ¿qué ocurre cuando en la vida cotidiana esto no sucede porque no se ha constituido de la buena manera?: cuando el Ser (sujeto) es “tomado” por el reposo nos encontramos con la inhibición y los “remedios” que la época para producir movimiento son los tóxicos; cuando el Ser (sujeto) es tomado por el movimiento se destirretorializa con las conocidas consecuencias de distraibilidad, hiperkinesia, dificultad de concentración, dificultad para el apropiamiento del cuerpo. Teniendo en cuenta solo estas variables, observamos cómo puede incidir la práctica de un Kata para generar la posibilidad de que un sujeto pueda “sujetar” su cuerpo y lograr cierta equilibración. Al momento de la práctica se lo  convoca a regular estos tiempos de reposo y movimiento de una manera específica, repetitiva, estética, haciendo uso voluntario de alta concentración en una actividad que se realiza gracias al su propio deseo. Todo esto colabora a la vez con otro tipo de equilibraciones fuera de la práctica del Kata, que son necesarias para el aprendizaje o la realización de un proyecto vital, operando en combinación con las distintas actividades scouts que aportan en el mismo sentido.

De los tres géneros iniciales que define Platón (Ser[sujeto¨], movimiento, reposo) se desprenden dos más: La mismidad y lo diferente (el No-Ser), y esto tiene su razón lógica: lo diferente es relativo en tanto sólo es posible si el Ser (sujeto) existe en ese bamboleo voluntario entre el reposo y el movimiento, claramente si no hay borde entre el yo y el no - yo es imposible establecer esa diferencia, por eso en los desbordes podría hablarse de una confusión entre interior y exterior. Si por un lado hablamos de lo diferente, también debemos nombrar en oposición a la mismidad o Identidad que se establece con el borde. Podría decirse que es necesario que el Ser (sujeto) se afirme como tal para que lo diferente aparezca ( el no – ser ) en el sentido de lo que no es Idéntico al Ser (identificaciones del sujeto).A partir de ello habrá que ver cómo se hace con lo diferente, en ese sentido en las artes marciales se agradece a los otros en tanto gracias a ellos podemos aprender… en los scouts sucede algo similar.



Fotos: Centro de Desarrollo Escultista "Primero de Puebla"


martes, mayo 09, 2023

En los bordes: Fotografía y subjetividad

            Vivimos en una cascada de imágenes que pululan por la red social, desde las clásicas fotos y selfies hasta los videos breves que los usuarios no dejan de mirar cuasi hipnotizados, lo que ha provocado objetivamente desatención en otros aspectos de la vida como las relaciones sociales reales, el rendimiento escolar y laboral. Si por un lado las miramos, como diría el Psicoanalista Jacques Lacan también somos mirados desde ellas en tanto nos plantean entre otras cosas qué desear, amar, odiar y pensar.

Si bien la clase social media o media baja ha naturalizado el uso de internet y las distintas aplicaciones, esto no es homogéneo como parece. En los Bordes el smart sigue teniendo uso telefónico casi exclusivo ya que quienes pueden pagar “datos” son muy pocos y generalmente son utilizados en función familiar agregándose que la posibilidad de tener una cámara en el aparato permite que  su memoria se convierta en el lugar donde se aloja el álbum de fotos. Esto que puede asombrar a muchos lectores, pero es algo que quedó claramente expuesto en la pandemia y las dificultades con la escolarización, en tanto los chicos y chicas solían usar el wifi de la escuela o de algunas plazas barriales que disponían de conexión gratuita, lo que provocó un enorme impacto negativo en la igualdad de oportunidades en la educación formal, ya que el 60 % de los niños y niñas de nuestro país está en situación de pobreza quedando por fuera de la red… “desenredados”. Quienes trabajamos con las poblaciones vulnerables tenemos muy en claro que la comunicación con los chicos y chicas no puede establecerse por grupos de whatsapp o similares; quien intente hacerlo de esa manera repetirá el esquema de exclusión que se vivió en pandemia.

            La utilización de la fotografía como escritura singular es un recurso relativamente nuevo en tanto la digitalización ha permitido – comparado con la época de los rollos de fotografía y posterior revelado- que los costos sean muy bajos en tanto hasta el celular más barato dispone de cámara, lo que permite realizar una serie de fotos sin costo, para luego decidir -dado el caso- cuál o cuáles imprimir o trabajar mediante programas que vienen incluidos en los teléfonos o en una computadora externa. Los mecanismos de selección de cuáles fotos guardamos y cuáles no, son determinados por la memoria del dispositivo, aunque existe la posibilidad de guardar gran parte en “la nube” que ofrece de forma gratuita un espacio para las fotos.

Mirar o ser mirado

¿Qué nos permite la fotografía? En primer lugar,  una mirada activa y la decisión expresada a través del dedo de instituir un recorte temporo-espacial con el cual tomar una foto. Mientras que la “selfie” busca afirmar un yo – ilusión, narcisista; el acto fotográfico constituye una escritura o marca de un yo-sujeto, tanto respecto del paisaje como de un rasgo particular del mismo.

El semiólogo Roland Barthés definirá al Studium como el lugar compartido donde realizamos la “cacería de fotos” y al  Punctum como el recorte que realiza cada participante dentro del mismo sin confundir al objeto de la realidad que es fotografiado con la operación que se realiza. Una actividad que siempre resulta interesante es pedirle a los chicos y chicas que tomen una foto de un detalle del Studium donde comprobamos fácilmente que no todos dirigimos la mirada a los mismos sitios y que el interés de cada uno es despertado por detalles diversos. Allí se expresa la subjetividad del fotógrafo, quien redobla su mirada hacia un lugar para que, mediante un corte temporo-espacial, retener una imagen elegida que podrá ser reproducida como impresión o desde la memoria de la cámara. Si realizamos una impresión en papel de las distintas fotografías y las exponemos en una pared se forma un mosaico por demás interesante, y si esto es acompañado por el relato de por qué se realizaron las distintas elecciones mejor aún en tanto se invita a la articulación de la mirada y el lenguaje.

            El acto fotográfico implica entre otras cosas un recorte simbólico a través de dar un marco a la cascada de imágenes a la que nos vemos expuestos continuamente eligiendo retener una de ellas por lo que se constituye como afirmación del yo – sujeto. Si bien es efímero no deja de tener efectos, veamos algunos de ellos en la lógica de los bordes:

-      Constituyen un Otro como terceridad en tanto la fotografía se ofrece para ser mirada por los compañeros o la comunidad

-      Mediante el artificio fotográfico se constituye una temporalidad efímera que exige al fotógrafo detener el cuerpo y prestar atención a lo que produce

-      Colabora en la constitución de la espacialidad al establecer un punto y una puntuación, la de la foto.

-      Suspende el “exceso de cuerpo” característico de los bordes, de alguna manera opera en el mismo sentido que los llamados juegos de acecho

-      Provee un anclaje simbólico efímero en tanto la foto, su nominación y exposición crean el “lugar del fotógrafo” y su reconocimiento. En caso de una “especialidad”, si se trabaja de la forma correcta produce un anclaje simbólico más estable.

-      Permite operar creativamente sobre el medio.


Fotogramas

            La fotografía artística en los bordes que requiere una elaboración más compleja genera efectos subjetivos más que interesantes. Elaborar fotos creativas o fotogramas para el armado de historias requiere una preparación que va más allá de la captura del detalle, en tanto el objetivo cambia al proponerse intervenir sobre el medio en un acto de reescritura. La filacteria ha sido y es uno de los modos de sobrescritura de las imágenes desarrollado a lo largo de la historia; consiste en agregar agregar palabras a una imagen que en algunos casos se reduce a “dar nombre” (La Gioconda), en otros significación como en los Escudos de Armas (ideales), las historietas (argumentos) o las clásicas propagandas visuales que inundan la red. El fotograma a construir será el resultado de una operación previa que es la de aquello que quiere escribirse en la foto, si se realiza en la patrulla esto implica creatividad, participación, conversación y decisión conjunta. Una foto creativa contiene en sí un mensaje, una serie de fotos dentro de un guion constituyen una fotohistoria que puede convertirse en fotonovela si se realiza un argumento escrito que se suma al montaje.







 

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