En
“Bases para la
práctica del escultismo en los bordes” nos referíamos a lo ofrece el Gran Juego
para facilitar la inscripción y subjetivación de la niñez, adolescencia y
juventud dentro del Universo Simbólico. Decíamos que la propuesta scout actuaba
sobre tres ejes: (1) Con relación al Otro (2) Con relación al cuerpo y (3) con
relación al Ser. Trabajamos sobre el tiempo y el
espacio de juego, el lugar del
relato y las reglas del juego, la dimensión
“dramática” del juego scout en
lo que denominamos “escultismo concreto” y sobre el lugar de
expresiones artísticas en las actividades. Abordaremos ahora un tema que no
es menor que es el lugar que ocupan en el Gran Juego lo que denominamos la
dimensión socio – ceremonial, de gran importancia para la constitución de la
subjetividad sino y como distintas formas de inscripciones del Ser.
Los
circuitos institucionales son aquellos en los cuales nos subjetivamos, hallamos
sentidos, organizamos nuestro ser junto a los otros. No hay dudas que se puede
ir más allá de la institucionalización, el problema es que para hacerlo primero
hay que ser atravesado por ella en tanto lugar del Otro donde nos constituimos.
La gran dificultad de las teorías político – educativas en boga (neoliberales y
pseudoprogresistas) es que parten de un paradigma desintitucionalizador (como
corresponde a la idealización del sujeto neoliberal autónomo que no depende de
nadie, se autoconstruye y es “empresario de sí mismo”) y conduce al desamparo,
al todo da lo mismo: la vida, la muerte, el otro, su inexistencia.
Si el primer circuito institucional es la familia (en la forma que adquiera), el resto son circuitos extra – familiares como la escuela y los scouts. En el caso de que la familia falle o el contexto social se encuentre fragmentado sin poder cumplir sus funciones, las instituciones extra-familiares debieran brindar al niño una segunda oportunidad de subjetivación, no sin su historia previa y no de cualquier manera.
Desarraigo y dimensión socio-ceremonial
Según
el diccionario, el arraigo nos relaciona con las raíces, nos brinda firmeza, y
no es dado por naturaleza sino por la cultura y dentro de ella la crianza. La
primera institución que produce arraigo convirtiendo un organismo en un cuerpo
es la familia, brindando amor, lenguaje y protección; gracias a ello nos
subjetivarnos a través de una serie de dispositivos como la asignación de un
nombre, la participación en un linaje, la inscripción en el registro civil, el
bautismo, etc.
En este pasaje del
organismo del recién nació a la constitución de un cuerpo, el Otro en tanto
lugar simbólico “traduce” nuestros movimientos y sonidos en demandas… si un bebé llora y
nadie acude a su llamado se reduce a organismo biológico “cayendo” el cuerpo
que comienza a conformarse para instalarse una vivencia de organismo fragmentado,
sin unidad (la que comúnmente llamaos “yo”). Si el Otro no acude de una buena manera o el
sujeto lo rechaza, puede incluso morir en tanto no solo de biberón vive el niño,
sino del lazo de afecto y lugar que encuentra en el Otro.
¿Qué es el lugar
del Otro (con mayúsculas) al que se hace referencia en las ciencias humanas? Se
lo define como lo ajeno que está más allá del “Yo”, hacia donde nos dirigimos
para encontrar sentido, desarrollarnos y crecer. Se encuentra conformado por el
lenguaje, signos, códigos, ceremonias; constituyéndose en el espacio donde el
cachorro humano aprende a organizar sus sensaciones y vivencias en conceptos,
para de esa forma dar sentido a la existencia anudando lo simbólico del Otro
con el cuerpo y el Ser.
En la actualidad
muchos niños no tienen dónde dirigirse, aunque vivan junto con otros, en tanto
se encuentran desamparados de ese lugar del Otro que debiera encarnar la
institución familiar, por ello necesitan el amparo de instituciones
extrafamiliares que ocupan secundariamente dicho lugar. El problema que se
presenta es que encontrarse con instituciones desinstitucionalizadoras (quien
no ha sido institucionalizado no puede ser desinstitucionalizado) repite un
nuevo desamparo siendo el resultado problemas personales y sociales como el
consumo de tóxicos o el encuentro de un lugar a través del delito – como
institucionalización fallida que les brinda un lugar de anestesia al dolor del
ser, o un lugar de existencia al ubicarse como resto de lo social-
Si en las instituciones extrafamiliares se
repite el no – alojamiento la cárcel - institución se configura como destino
posible para inscribir el “No todo es lo mismo”, y por estructura fallará con
algunas excepciones, como cuando se produce el encuentro novedoso con una
posibilidad de ser o en el encuentro con lo religioso intramuros (otro modo de
institucionalización) permitiendo torcer lo que parecía un destino.
Dentro de las
instituciones extrafamiliares el Gran Juego se ofrece como un universo
simbólico estable, ordenador del mundo y de las relaciones del sujeto con su
cuerpo, con el de los otros, con el deseo y con el futuro, y esto se encuentra
presente de forma condensada en su dimensión socio – ceremonial que opera como
un conjunto de nudos … cada uno de ellos funciona como una vuelta en la vida
scout constituida como trenzado que parte de un momento determinado y se dirige
al futuro. En este trenzado se articulan lo simbólico y lo imaginario favoreciendo
que cada niño o niña se inscriba para comenzar a escribir una biografía dentro
de un colectivo que se conforma como estilo de vida, su estilo de vida
en tanto se adhiere e identifica con él.
Desde el
ceremonial más sencillo como la entrega de una insignia de progresión hasta las
ceremonias más complejas y reflexivas como la promesa scout o investidura
Rover, son momentos de verdaderos anudamientos, cualquiera de los lectores
scouts seguramente los recordará.
En el Gran Juego, las
ceremonias señalan el lugar del Otro se conforma con relación a la Ley Scout,
la escenificación del universo simbólico – imaginario típico del escultismo y
el lugar del reconocimiento de lo propio, oficiando la comunidad como testigo
del logro o compromiso asumido. En las ceremonias no solo se opera en la
subjetividad en el niño´/ niña, sino también en la de los dirigentes que
sostienen la práctica del Escultismo.
Si bien existe una
dimensión social- ceremonial general compartida por una comunidad general,
existe otra dimensión que la Psicoanalista Mercedes Minnicelli denomina
“ceremonias mínimas” que posee un enorme valor de inscripción y escritura que
es utilizada especialmente en contextos complejos donde ha fallado esa primera
inscripción y alojamiento de la institución familiar.
Ceremonias Mínimas en el Gran Juego
Las
ceremonias mínimas dependen de los marcos institucionales, en nuestro caso
disponemos de la riqueza del marco simbólico de cada una de las ramas y de la
narrativa del escultismo. Por medio de ellas se produce la articulación entre
marcos normativos del lazo social y marcos espacio – temporales a partir de un
guion determinado.
Las
ceremonias mínimas se realizan “antes de” o “después de”… en lo familiar
podríamos dar dos ejemplos sencillos: la lectura de un cuento antes de
dormir; la higienización (lavado de cara, manos, dientes) después de levantarse
a la mañana. En estos dos sencillos casos las ceremonias marcan el pasaje de la
vigilia al sueño, y del despertar a la vida diurna. Las ceremonias mínimas
devienen “tradiciones”, aunque la repetición no es eterna sino en sí misma
incluye la posibilidad de cambio, por ejemplo, en algún momento el adulto no
leerá un cuento antes de dormir.
En
los scouts existen infinidad de ceremonias mínimas que van desde los 5 minutos
del Jefe de Tropa, los gritos y tradiciones de patrulla, el saludo, los
aplausos especiales en distintos momentos y mucho más. En las situaciones de
bordes (tema de estos últimos escritos) las ceremonias mínimas son una
herramienta importante como posible modo de intervención de quienes están a
cargo del Juego. Pueden ser creadas y utilizadas allí donde la inscripción a la
Ley (en el sentido de lo simbólico) se desvanece, permitiendo generar
subjetividad y anudamiento.
Una
paradoja de la vida posmoderna es como gran cantidad de personas que en la
actualidad cuestionan las ceremonias y ritualizaciones, se convierten en los
más grandes consumidores de “ceremonias” desinstitucionalizadas pagando sumas
importantes por ello y sin percatarse de ello. La psicomagia y sus “ejercicios
para desarrollar todas tus posibilidades y triunfar”, “ejercicios para salir de
la cárcel del ego”, “ejercicios para desarrollar la conciencia” son ejemplo de
ello. También están los grandes consumidores de significaciones que vienen de
alguien que ocupa el lugar del Otro… constelaciones, biodecodificación, reiki…
si seguimos observando también son consumidores de las oferta mágico –
animistas siendo la característica común de todos ellos participar dentro de
los modos de producción del sujeto neoliberal: solo, sin comunidad, autosuficiente,
autorrealizable, empresario de sí mismo.