lunes, noviembre 28, 2022

En los bordes ¿Por qué son importantes las ceremonias?

 


            En “Bases para la práctica del escultismo en los bordes” nos referíamos a lo ofrece el Gran Juego para facilitar la inscripción y subjetivación de la niñez, adolescencia y juventud dentro del Universo Simbólico. Decíamos que la propuesta scout actuaba sobre tres ejes: (1) Con relación al Otro (2) Con relación al cuerpo y (3) con relación al Ser. Trabajamos sobre el tiempo y el espacio de juego, el lugar del relato y las reglas del juego, la dimensión “dramática” del juego scout  en lo que denominamos “escultismo concreto” y sobre el lugar de expresiones artísticas en las actividades. Abordaremos ahora un tema que no es menor que es el lugar que ocupan en el Gran Juego lo que denominamos la dimensión socio – ceremonial, de gran importancia para la constitución de la subjetividad sino y como distintas formas de inscripciones del Ser.

            Los circuitos institucionales son aquellos en los cuales nos subjetivamos, hallamos sentidos, organizamos nuestro ser junto a los otros. No hay dudas que se puede ir más allá de la institucionalización, el problema es que para hacerlo primero hay que ser atravesado por ella en tanto lugar del Otro donde nos constituimos. La gran dificultad de las teorías político – educativas en boga (neoliberales y pseudoprogresistas) es que parten de un paradigma desintitucionalizador (como corresponde a la idealización del sujeto neoliberal autónomo que no depende de nadie, se autoconstruye y es “empresario de sí mismo”) y conduce al desamparo, al todo da lo mismo: la vida, la muerte, el otro, su inexistencia.

Si el primer circuito institucional es la familia (en la forma que adquiera), el resto son circuitos extra – familiares como la escuela y los scouts. En el caso de que la familia falle o el contexto social se encuentre fragmentado sin poder cumplir sus funciones, las instituciones extra-familiares debieran brindar al niño una segunda oportunidad de subjetivación, no sin su historia previa y no de cualquier manera.  

   

   

Desarraigo y dimensión socio-ceremonial

            Según el diccionario, el arraigo nos relaciona con las raíces, nos brinda firmeza, y no es dado por naturaleza sino por la cultura y dentro de ella la crianza. La primera institución que produce arraigo convirtiendo un organismo en un cuerpo es la familia, brindando amor, lenguaje y protección; gracias a ello nos subjetivarnos a través de una serie de dispositivos como la asignación de un nombre, la participación en un linaje, la inscripción en el registro civil, el bautismo, etc.

En este pasaje del organismo del recién nació a la constitución de un cuerpo, el Otro en tanto lugar simbólico “traduce” nuestros movimientos y sonidos en demandas… si un bebé llora y nadie acude a su llamado se reduce a organismo biológico “cayendo” el cuerpo que comienza a conformarse para instalarse una vivencia de organismo fragmentado, sin unidad (la que comúnmente llamaos “yo”).  Si el Otro no acude de una buena manera o el sujeto lo rechaza, puede incluso morir en tanto no solo de biberón vive el niño, sino del lazo de afecto y lugar que encuentra en el Otro.

            ¿Qué es el lugar del Otro (con mayúsculas) al que se hace referencia en las ciencias humanas? Se lo define como lo ajeno que está más allá del “Yo”, hacia donde nos dirigimos para encontrar sentido, desarrollarnos y crecer. Se encuentra conformado por el lenguaje, signos, códigos, ceremonias; constituyéndose en el espacio donde el cachorro humano aprende a organizar sus sensaciones y vivencias en conceptos, para de esa forma dar sentido a la existencia anudando lo simbólico del Otro con el cuerpo y el Ser.

En la actualidad muchos niños no tienen dónde dirigirse, aunque vivan junto con otros, en tanto se encuentran desamparados de ese lugar del Otro que debiera encarnar la institución familiar, por ello necesitan el amparo de instituciones extrafamiliares que ocupan secundariamente dicho lugar. El problema que se presenta es que encontrarse con instituciones desinstitucionalizadoras (quien no ha sido institucionalizado no puede ser desinstitucionalizado) repite un nuevo desamparo siendo el resultado problemas personales y sociales como el consumo de tóxicos o el encuentro de un lugar a través del delito – como institucionalización fallida que les brinda un lugar de anestesia al dolor del ser, o un lugar de existencia al ubicarse como resto de lo social-

 Si en las instituciones extrafamiliares se repite el no – alojamiento la cárcel - institución se configura como destino posible para inscribir el “No todo es lo mismo”, y por estructura fallará con algunas excepciones, como cuando se produce el encuentro novedoso con una posibilidad de ser o en el encuentro con lo religioso intramuros (otro modo de institucionalización) permitiendo torcer lo que parecía un destino.

Dentro de las instituciones extrafamiliares el Gran Juego se ofrece como un universo simbólico estable, ordenador del mundo y de las relaciones del sujeto con su cuerpo, con el de los otros, con el deseo y con el futuro, y esto se encuentra presente de forma condensada en su dimensión socio – ceremonial que opera como un conjunto de nudos … cada uno de ellos funciona como una vuelta en la vida scout constituida como trenzado que parte de un momento determinado y se dirige al futuro. En este trenzado se articulan lo simbólico y lo imaginario favoreciendo que cada niño o niña se inscriba para comenzar a escribir una biografía dentro de un colectivo que se conforma como estilo de vida, su estilo de vida en tanto se adhiere e identifica con él.

Desde el ceremonial más sencillo como la entrega de una insignia de progresión hasta las ceremonias más complejas y reflexivas como la promesa scout o investidura Rover, son momentos de verdaderos anudamientos, cualquiera de los lectores scouts seguramente los recordará.

En el Gran Juego, las ceremonias señalan el lugar del Otro se conforma con relación a la Ley Scout, la escenificación del universo simbólico – imaginario típico del escultismo y el lugar del reconocimiento de lo propio, oficiando la comunidad como testigo del logro o compromiso asumido. En las ceremonias no solo se opera en la subjetividad en el niño´/ niña, sino también en la de los dirigentes que sostienen la práctica del Escultismo.

Si bien existe una dimensión social- ceremonial general compartida por una comunidad general, existe otra dimensión que la Psicoanalista Mercedes Minnicelli denomina “ceremonias mínimas” que posee un enorme valor de inscripción y escritura que es utilizada especialmente en contextos complejos donde ha fallado esa primera inscripción y alojamiento de la institución familiar.



Ceremonias Mínimas en el Gran Juego

            Las ceremonias mínimas dependen de los marcos institucionales, en nuestro caso disponemos de la riqueza del marco simbólico de cada una de las ramas y de la narrativa del escultismo. Por medio de ellas se produce la articulación entre marcos normativos del lazo social y marcos espacio – temporales a partir de un guion determinado.

            Las ceremonias mínimas se realizan “antes de” o “después de”… en lo familiar podríamos dar dos ejemplos sencillos: la lectura de un cuento antes de dormir; la higienización (lavado de cara, manos, dientes) después de levantarse a la mañana. En estos dos sencillos casos las ceremonias marcan el pasaje de la vigilia al sueño, y del despertar a la vida diurna. Las ceremonias mínimas devienen “tradiciones”, aunque la repetición no es eterna sino en sí misma incluye la posibilidad de cambio, por ejemplo, en algún momento el adulto no leerá un cuento antes de dormir.

            En los scouts existen infinidad de ceremonias mínimas que van desde los 5 minutos del Jefe de Tropa, los gritos y tradiciones de patrulla, el saludo, los aplausos especiales en distintos momentos y mucho más. En las situaciones de bordes (tema de estos últimos escritos) las ceremonias mínimas son una herramienta importante como posible modo de intervención de quienes están a cargo del Juego. Pueden ser creadas y utilizadas allí donde la inscripción a la Ley (en el sentido de lo simbólico) se desvanece, permitiendo generar subjetividad y anudamiento.

            Una paradoja de la vida posmoderna es como gran cantidad de personas que en la actualidad cuestionan las ceremonias y ritualizaciones, se convierten en los más grandes consumidores de “ceremonias” desinstitucionalizadas pagando sumas importantes por ello y sin percatarse de ello. La psicomagia y sus “ejercicios para desarrollar todas tus posibilidades y triunfar”, “ejercicios para salir de la cárcel del ego”, “ejercicios para desarrollar la conciencia” son ejemplo de ello. También están los grandes consumidores de significaciones que vienen de alguien que ocupa el lugar del Otro… constelaciones, biodecodificación, reiki… si seguimos observando también son consumidores de las oferta mágico – animistas siendo la característica común de todos ellos participar dentro de los modos de producción del sujeto neoliberal: solo, sin comunidad, autosuficiente, autorrealizable, empresario de sí mismo.

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