Comienzo a
escribir este texto y pienso ¿por qué titularlo “políticamente incorrecto”
cuando gran parte de mis textos han sido “políticamente incorrectos” para la
ideología hegemónica dentro de las organizaciones scouts? Igual, decido dar una
nueva vuelta a los cambios producidos en el movimiento scout luego de la caída
del Muro de Berlín lo que si bien no implicó “el fin de la historia”, produjo
el desarrollo de un capitalismo sin freno que lo contenga y humanice en una
deriva que impactó e impacta fuertemente en las subjetividades contemporáneas
produciéndose la caída de los Grandes Relatos del lazo social (Marxismo – Religión)
para poner sobre el escenario de debate los pequeños relatos de la ruptura del
lazo social, basados en diferencias narcisistas operando como velo a las diferencias
estructurales (antagonismos), con una agresividad creciente que no es sin
consecuencias en lo político y social. Todo esto es potenciado por la
infoesfera y la presión de los Egos. Una parte de los Grandes Relatos han caído
en la trampa de la política identitaria que ha dado un duro golpe
a la política del lazo social.
En el año
2002 publicaba un texto que fue inaugural para comenzar con el análisis de los
cambios producidos en el escultismo de Argentina e hispanoamérica a mediados de
los 90’: “Escultismo soft, Escultismo clásico” . En el mismo recurría al
pensamiento de Baudrillard[1]
-uno de los filósofos que en los 80’ nos
anunciaba un posible mundo por venir- permitiéndonos pensar las torsiones que
se produjeron posteriormente en el movimiento scout. El autor desarrollaba la
idea de que nuestra época iba a estar atravesada por lo “trans”
que implicaba un creciente proceso de indiferenciación. Definía a
lo Transpolítico, Transinstitucional y Transestético
como la anulación de lo político, institucional y estético a partir de “su
multiplicación, por su proliferación, contaminación, saturación y
transparencia, extenuación y exterminación, por una epidemia de
simulación”. El tiempo y la caída del muro dio claras muestras que no
se equivocaba siendo nosotros testigos de cómo la anulación de lo política
apuntaba al fortalecimiento del Ego que se definía por su forma de gozar y no
por los Ideales, y con ello la ruptura del lazo social que se construye por los
Ideales y no por particularidades del Ego.
La
globalización del mercado mundial y el neoliberalismo como proyecto, harían
necesaria la reformulación de las instituciones, de la filosofía, la
participación y la estética para la construcción del sujeto neoliberal en una
nueva filosofía “pret a porter” tal como lo planteara Zbigniew Brzezinski, Consejero de seguridad del
Presidente norteamericano Jimmy Carter, explicada a grandes rasgos por el
filósofo argentino Mario Casalla [2] . (Clikeando pueden acceder al artículo completo, o en el pie
de pagina realizo un breve resumen de aquello que sirve para pensar el estado
actual del movimiento scout).
Políticas del lazo social y políticas identitarias
El
significante Trans es un sello de nuestro tiempo; dice Eliana Amor “la
época introduce lo TRANS como una tendencia conceptual que funciona
generalizadamente, y nos da una vía para elucidar la subjetividad actual, la inconsistencia
de los semblantes que por no estar sostenidos por un Ideal pueden ser
transmutables, y sostenerse en identificaciones imaginarias frágiles”
[3].
A partir de esta definición estableceremos algunas diferencias entre lo que Eric Laurent denomina políticas del lazo
social y políticas de las identidades.
Las Políticas del lazo social
apuntan a la Identificación con un Ideal como forma de estar en el mundo
(registro simbólico, Grandes Relatos políticos y religiosos) que pueden (o no)
contener lo diverso ¿por qué se denominan del lazo social? Sencillamente porque
permite la articulación con otros conteniendo y orientando los cuerpos en
aquello que los excede (de allí que hablamos de “cuerpo social” o en el caso de
la religión del complejo “cuerpo místico” cuyo concepto y estudio excede a lo
religioso). El lazo social se constituye con “lo propio” y lo “común”
que se define justamente como aquello que no es propio, sino que pertenece
a todos constituyendo la base del lazo social y por ende de la Religión y la
Política, son aquellas identificaciones que dan consistencia
a “lo común”, pero que no absorben al sujeto en su Identidad, por
ello siempre hay una relación incómoda entre el sujeto y el territorio de lo
común. Si lo propio queda del lado del Ego, lo común queda del lado del Otro.
La Identidad
no puede ser “clasificada” en tanto es una por una, aunque en nuestro tiempo se
ensayen intentos de clasificación, nunca son suficientes porque siempre quedan
en falta con lo singular. Las políticas identitarias apuntan a la diversidad
partiendo del supuesto de que podría establecerse algo “común” en ellas; el
punto es que lo propio siempre implica un punto de ruptura del Ideal,
de allí que produce “sujetos políticos separados (desvinculados) de toda
consideración sobre cuestiones tan eternas como las clases, la guerra, la economía
y el bien común”[4]
Un detalle no menor a tener en cuenta es que “los sujetos que
componen las distintas minorías tienen en común la imposibilidad de ser
reconocidos por todos. Pueden ser definidos a partir de un alejamiento de un
reconocimiento identitario y de los poderes que esto posibilita. Lo
común se convierte en la ausencia de lo común.” Judith Butler
llama a esto “vulnerabilidad” que si puede operar como concepto
clasificatorio, pero esto nos obliga a la pregunta de ¿Qué produce que las políticas
identitarias actuales se basen sólo en el derecho de cada uno de gozar
de su cuerpo (cuando de hecho lo hacen) siendo que una de las condiciones
humanas es que todos somos vulnerables de una u otra manera? ¿Por qué en el
discurso prevalecen los derechos sexuales de las minorías respecto de la norma
(entendida como promedio no como regla) o el feminismo hegemónico cuando en los
países latinoamericanos las grandes vulnerabilidades de las mayorías carecen de derechos humanos básicos
como la tierra, el trabajo, la comida, la salud, la posibilidad de educación?
Podría
decirse que mientras las agrupaciones por la diversidad sexual están inscriptos
como ciudadanos, de allí que por participar del territorio de lo común
constituido por los derechos humanos, suman a ellos el reclamo por el
reconocimiento, impulsado a partir de intelectuales de la Academia cambios en
las Leyes y en la Educación como modo de imponer cierta hegemonía en la cual el
resto del cuerpo social ocuparía el lugar de “Victimario”. Lo siniestro del
tema es que muchas veces los reclamos se realizan en “nombre de los pobres”
(que nunca se los ve en las manifestaciones); aquellos que están sumidos
verdaderamente en la pobreza, la falta de empleo, los okupas, los sin tierra,
los pueblos desplazados y aniquilados por los intereses nacionales,
multinacionales mineros o agrícolas, tienen otros problemas más graves, porque no
están inscriptos en el cuerpo social. Simplemente no son
ciudadanos, no pueden inscribirse en ningún Otro ya que no hay
lugar en el Otro y como los Grandes Relatos de la Política que se
ocupaban de la pobreza y la injusticia social han asumido el discurso
identitario como central en su agenda, el Gran Relato de la religión es
el único que les ofrece una filiación posible al menos a un Otro lejano
que les brinda algún sentido (movimientos evangélicos
latinoamericanos), y en algunos casos, que colabora a que se constituyan
como sujetos sociales y políticos que reclaman su inscripción en lo
social (el movimiento de curas en la opción por los pobres). El Psicoanalista
Marcelo Barros en un texto reciente expresa que “la izquierda académica promueve hoy la cultura
de la cancelación y una formidable abolición de la libertad de expresión. En
ello coinciden nombres como Richard Rorty, Noam Chomsky, Camille Paglia y
muchos más. Advierten que la izquierda académica abandonó la lucha de clases
para volcarse al feminismo, los reclamos de la comunidad LGTBQ, y las etnias
discriminadas. Sobre todo el feminismo académico sostiene una mal disimulada guerra
contra el varón como tal, lo cual implica al hombre trabajador, que al mismo
tiempo es condenado a la exclusión por las políticas neoliberales. En Achieving our
country, Rorty vaticinó que la clase trabajadora blanca y
heterosexual, ignorada por la izquierda académica, se vengaría algún día
apoyando a líderes autoritarios. Donald Trump y Jair Bolsonaro le dieron
la razón”
Desde el
punto de vista político es muy interesante el análisis que realiza Mark Lilla sobre las elecciones que
llevaron al poder a Donald Trump planteando el agotamiento del discurso de la
diversidad. En dicho
análisis también podemos situar el porqué del resurgimiento de las derechas en
Latinoamérica y a nivel mundial. Como
dice el autor, no es posible negar el aporte de los reclamos identitarios
pero hay que reconocer sus límites, uno de ellos es que por su característica
de enfrentamiento con otros dificultan situar lo común,
en tanto la pretensión de reconocimiento es “hacer común” lo que no funda
comunidad. Lille se pregunta
“Como debería traducirse esa diversidad en la política? La respuesta habitual
de la izquierda -se refiere a EEUU- durante casi una generación es que debemos
ser conscientes de nuestras diferencias y celebrarlas. Es un principio
moral, pero produce resultados desastrosos cuando un partido lo convierte en la
base de sus políticas”. Es más
que claro e incluso hegeliano, en tanto se trata de una Behajung
donde Uno se afirma narcisisticamente en contra de otro; por
ejemplo la sigla LGTBQ se afirma en la exclusión de la H de Heterosexualidad;
de la misma manera podemos analizar cada uno de los agrupamientos transclase
que terminan fragmentando los movimientos políticos y sociales basados en los
Grandes Relatos y fortaleciendo a la “nueva derecha”.
Lo visto en
las elecciones de EEUU e incluso en Latinoamérica es que las personas
participan de distintos agrupamientos, pero a su vez de Grandes Relatos y no
puede descuidarse esa cuestión produciendo enfrenamientos entre los Grandes
Relatos políticos y religiosos y los agrupamientos identitarios; no solo
sucedió en EEUU sino también en Brasil, donde los presidentes llegan al poder
de la mano de los grupos religiosos, de los obreros y de las minorías que ellos
mismos no apoyaban.
Es tiempo de
reflexionar sobre estas dos políticas, las del lazo social y las identitarias,
ya que esta última no se consiste en un Ideal político determinado, por
eso es “Trans”: clase, político, institucional lo que muestra a las
claras el error de los movimientos progresistas y de algunas organizaciones al
ponerlo por sobre los temas de agenda que históricamente han sido
los que articulan el discurso del lazo social. En esto hay que ser claros, el
problema no es la inclusión, sino la pretensión de hegemonía de una identidad
sobre las otras, cuestión que pocos líderes políticos lo han dilucidado, una de
ellos es Cristina Fernández de Kirchner que con gran claridad y valentía en
2018 dice en un acto público “en nuestro espacio hay pañuelos verdes y
también celestes” lo que merece ser entendido de la buena manera: que
en otros espacios políticos (de la derecha) también hay pañuelos verdes y celestes
y que las políticas identitarias no pueden constituir un Gran Relato, aunque si
pueden ser contenidos en ellos a condición de no permitir el enfrentamiento
narcisista.
Políticas Identitarias en el escultismo
Que el escultismo es una plataforma
para las comunidades es algo que he sostenido desde hace mucho tiempo, de la
misma manera he afirmado que si ellas son dejadas de lado entendiendo al grupo scout como una “franquicia”,
las Organizaciones se convierten en grandes colonizadoras ideológicas de las
comunidades, y esto ocurre a partir del desarrollo de Políticas “para todos”
que prescinden de los contextos comunitarios y sociales.
Podemos
definir que existen Organizaciones scouts contrahegemónicas y
alterglogablizadoras y Organizaciones Scouts Hegemónicas y globalizadoras;
tanto la una como la otra están atravesadas por la Legislación vigente en cada
país respecto de los distintos temas, las que no pueden ser obviadas por
ninguna de ellas.
Las
Organizaciones Scouts contrahegemónicas y alterglobalizadoras suelen ser
coincidentes con la visión de que el escultismo es una plataforma para las
comunidades, tratándose de la toma de conciencia de cómo estamos influenciados
por una ideología general (hegemónica) que por múltiples conductos entre ellos
“la educación” ,hoy más que nunca los medios de comunicación y la infoesfera
(la red y las redes sociales) impulsan luchas y reivindicaciones generales que
están alejadas o en contradicción con las necesidades comunitarias reales. En
este tipo de Organización el grupo scout se integra a la comunidad (contexto) y
por medio de un trabajo con otros es partícipe de los procesos de
descubrimiento y concienciación, como así de la construcción de las soluciones
para los problemas concretos de la comunidad. El escultismo opera en
desconexión de la “matrix” que indica el cómo se deben pensar las cosas
(conectividad), para reconectar con los otros de carne y hueso (conjunción) en
función de construir la definición de los problemas y de las alternativas de
solución para apuntar a otros mundos posibles, un ejemplo de ello se plantea es
las metodología propuesta en el texto “Roverismo, ruta por la liberación” que
puede obtenerse en la página del IECIEP o en el archivo del grupo de Facebook de “Apuntad Alto”
En las
Organizaciones Scouts hegemónicas los grupos scouts funcionan como
“franquicias” de una Organización, por lo que corren el riesgo de ser
instrumentalizados como vehículos para la Colonización en función de una
ideología determinada por sobre las otras, de allí que suelen darse procesos de
luchas internas para la imposición de una hegemonía sobre las otras con efectos en todo
el cuerpo asociativo, lo que no deja de ser un problema especialmente cuando la
discusión pasa de la Hegemonía de los Grandes relatos que constituyen las
políticas del lazo social, hacia las hegemonías basadas en las políticas
identitarias (cuestión que hemos abordado en la primera parte del artículo)
¿Lo
planteado implica la negación de los problemas identitarios? En lo más mínimo.
Sólo implica que ellos no constituyen un “para todos” y desde un punto de vista
contrahegemónico deben relacionarse directamente con los contextos comunitarios
que desde una perspectiva crítica definirán cuáles son las problemáticas para
abordar. Seguramente para aquellos que están en juego sus derechos humanos
básicos los temas no serán los mismos que para los que se ponen en juego
algunos derechos que se gozan a partir de que ya ejercen su ciudadanía, de allí
que la “lucha por la inclusión” de quienes ya están incluidos termina siendo
una especie de oxímoron o paradoja, porque se reclama desde el estar incluidos,
de allí que conviene preguntarse si se trata de una verdadera lucha por la
inclusión o del afianzamiento de una hegemonía sobre otras ¿Acaso los efectos
de una hegemonía sobre otras no generan fragmentación en las Organizaciones?...
solo es cuestión de darse una vueltita por la red y ver lo que ocurre, o
conocer las prácticas de algunos grupos scouts y sus efectos en los jóvenes y
en las comunidades de pertenencia cuando los temas impulsados desde Las
Organizaciones poco tienen que ver con las realidades que viven las comunidades
y los jóvenes. Se podrá decir “lo decidieron los jóvenes” como un latiguillo
que idealiza a la “juventud” como si no estuviese influenciada e instrumentalizada
por ninguna hegemonía, operando a su vez como pronunciamiento de que “nadie se
meta” apuntando a la anulación de la función de los dirigentes que pueden
aportar a la generación de un pensamiento crítico. Nunca se va a decir que lo
decidieron los jóvenes de determinado grupo, con una accesibilidad a la
educación y a los bienes que los otros jóvenes no tienen, que son los que
verdaderamente quedan segregados o autosegregados de las discusiones y de las
decisiones. Estos mecanismos de “pluralismo participatoria” (que ignora las
diferencias sociales) son parte de una red mas vasta, muy similar a la
planteada por Brzezinski
Desde la
política del Lazo Social el Ideal del escultismo se sostiene en un Ideal de 10
puntos, los cuales presentan algunas diferencias de acuerdo con los distintos
países. Si tomamos en cuenta lo que venimos desarrollando respecto a distinguir
entre políticas del lazo social y políticas identitarias, no hay que ser muy
inteligente para darse cuenta de que estas últimas se dan de bruces con
cualquier tipo de normatividad siendo la Ley Scout una de ellas, por lo que
minan lo que cimienta el lazo social del movimiento. Es interesante pensar que
si los cambios de los 90 apuntaron a la construcción del sujeto neoliberal, no
estamos en vísperas de un nuevo cambio, un sujeto cuyo valor se asiente en su
Identidad y no en una Ley que permita que se construya en comunidad. En el
sujeto de la Identidad el cuerpo pretende
no ser Otredad , el destino es su propia entronización y adoración por lo que el “Amor
propio” desplaza inexorablemente al Amor a los otros, de allí que la Imagen
domina sobre lo Simbólico, el Narcicismo sobre el Ideal… es el tiempo en que
los deberes con los demás se deslizan a los supuestos deberes para con uno
mismo, la relación a otro trascendente (Dios) se desliza a la espiritualidad
como experiencia órfica del Ego, y la Patria – Comunidad se desliza al “ciudadano
global”
[1]
Jean Baudrillard. “La transparencia del mal”
[2]
Mario Casalla realiza una descripcion general de la propuesta de Zbigniew
Brzezinski. Tomemos lo que nos sirve para pensar el movimiento scout en nuestro
tiempo. Para el “nuevo hombre” de “la nueva derecha” se construye a partir de
1) Poniendo lo científico y lo tecnológico en el centro del proceso
civilizatorio 2)Integrar al hombre al cambio tecnológico porque es necesario 3)
Provocar la caída de los Grandes Relatos 4) Cambio en el mundo de los
Valores. Los limites y el programa de
trabajo de la “nueva derecha” son 1) reemplazo del hombre por las máquinas 2)
Inseguridad psicológica de los trabajadores 3) redefinición de la educación y
el conocimiento 4) Necesidad de nuevas formas de liderazgo político 5) sustitución
de las ideologías por otras formas de pensamiento 6)alienación política y lucha
por la igualdad de las mujeres 7) Ciudadanos desorganizados orientados por
lideres carismáticos 8) Despersonalización del poder político – económico 9)
determinación de “fines humanos” para la ciencia. Como forma de gestión de la
“ciudad global” que no atente contra la “nueva derecha” propone 1) Pluralismo
participatorio como freno y planificado por la élite en nombre de los
“derechos humanos” 2) Democracia sin partidos políticos utilizando para
ello lo que queda del progresismo, el autor lo plantea de la siguiente manera “Irónicamente,
es probable que esta democracia participatoria se materialice mediante una
simbiosis progresista entre las instituciones de la sociedad y el gobierno y no
mediante los remedios que propugna la nueva izquierda: la expropiación
económica y la revolución política, dos panaceas netamente anacrónicas de la era
industrial pasada”. 3) Una nueva filosofía: el humanismo racional que
produzca un viraje de la libertad e igualdad en lo exterior, a la promoción de
la libertad e igualdad interior (identitaria) como forma de eludir la
despersonalización del capitalismo
[3] Eliana
Amor (Observatorio Genero, Biopolítica y Transexualidad” http://www.lacan21.com/sitio/2018/10/22/lo-trans-no-es-un-decir/
[4] Lilla, M., “La
gauche doit dépasser l’idéologie de la diversité”, Le Monde, 7 de
diciembre de 2016.