(fotografía tomada de un festival de SdE)
Una nueva vuelta sobre la relación entre Ética y Estética.
Supongamos
que cualquiera de Uds toma un álbum de fotos desde el nacimiento hasta el
momento actual. Cada foto representa un momento de la vida, pero lo que permite
que Uds se reconozcan en ese bebé de la foto no es la imagen en sí (que ya no
es la actual), sino lo que denominamos “Identidad” que brinda continuidad
a cada una de las imágenes con uds mismos. Con el escultismo sucede algo
similar, si uno toma las actividades una por una, solo son distintos momentos
de la vida de alguien que en la foto utiliza un uniforme y un pañuelo; lo que
brinda Identidad es el marco Simbólico que se constituye con la Ley Scout o los
valores scouts.
Cualquiera
puede acampar, realizar excursiones, fogones, aventuras… pero eso no lo
convierte en “actividades scouts”, ni se articulan a un SER que excede a la
actividad misma. Pensemos: la escuela o distintas organizaciones realizan cada
una de estas actividades y no por eso el resultado de estas es un SCOUT ya que
no tienen como objetivo Simbólico brindar una IDENTIDAD.
La
concepción del sujeto como Dramático (en el sentido del texto anterior) nos permite entendernos como
sujetos “marcados” desde múltiples lugares que pueden ser tomados en conjunto o
analizados de acuerdo a cada uno de ellos.
En el escultismo cada actividad pone
en juego un conjunto de dimensiones, pero a la hora de dar cuenta de ellas la
explicación siempre suele ser unidimensional, acorde al modelo de las ciencias
de la naturaleza y no de las ciencias humanas.
Si ponemos el eje en la ACTIVIDAD que
realizamos un sábado común, las dimensiones en juego serán las siguientes:
1.
El
niño como sujeto dramático atravesado por su propia historia, la de sus
relaciones, sus identificaciones. Cada niño tiene su propio drama diferencial,
pero son iguales en tanto niños
2.
El
niño como un actor en el juego, donde asume un papel que puede relacionarse con
su propio drama o ser algo distinto del mismo, especialmente si juega con otros
3.
Las
reglas del juego que el niño acepta son las que marcan el espacio de juego… a
qué se juega y cómo se juega, en ese sentido nos encontramos con el juego en su
materialidad
4.
El
niño participa en una actividad dentro del Gran Juego que sostiene un modelo
Identificatorio determinado orientado por la Ley Scout. La dimensión ética del
juego también es una DIMENSIÓN POLÍTICA en tanto a partir de ella se propone un
ser.
5.
El
niño participa de la dimensión epistémica del juego, en tanto el mismo se
sostiene en una serie de conocimientos, fundamentos y filosofía a la cual no
puede acceder, de la misma manera que la mayoría de los dirigentes scouts
no tienen acceso a ella, en tanto lo que realizan es la práctica del escultismo y no su teorización.
He nombrado algunas dimensiones que se relacionan directamente con la práctica del Gran Juego, pero podrían agregarse muchas otras (en más, debieran considerarse) como la clase social, cultura, etc. Si este gráfico lo relacionamos a una situación grupal podremos ver que hay dimensiones que son iguales para todos y otras que no. Cada niño como sujeto dramático encarna una historia distinta, de la misma manera que un deseo de jugar diferencial… los puntos comunes son las reglas del juego de la actividad, la dimensión ética y la epistémica.
La estética de un sketch… la ética del escultismo
Realizar un sketch implica pensar en una secuencia, que ocupa el lugar del desarrollo temporal y espacial en la actuación. La construcción de una secuencia en sí misma capacita para observar la realidad cotidiana sumergida varias veces en un presente continuo, especialmente en quienes viven en los bordes. Una de las formas que pueden utilizarse para enseñar a construir sketches es la siguiente… y como decía una vieja propaganda “pasa en las películas, pasa en la vida”:
Cuando las actuaciones se basan en la
realidad al estilo de las dramatizaciones de hechos cotidianos, el propio hecho
de actuarlo genera distancia con las situaciones que, por otra parte, tomaran
un rasgo de lo que se quiere expresar, permitiendo en un segundo tiempo
trabajar o reflexionar sobre ello. Un viejo amigo decía “no es lo mismo el
adolescente siendo golpeado por el policía en la calle, que realizar una
dramatización sobre el adolescente y el policía que lo golpea en la calle”.
Cuando actuamos en un sketch,
cantamos, danzamos o realizamos cualquier actividad de expresión característica
del Gran Juego, cada uno de los miembros apunta a vaciar el ser (su propia
dimensión dramática) para de esta manera asumir una identificación con el
personaje que actúa sobre el cuerpo, el lenguaje, la relación con los otros
convirtiéndose en un verdadero ensayo de otras posibilidades de actuar en la
vida cotidiana bajo el amparo de los Ideales Scouts.
En las diversas actividades
denominadas “de expresión” (aunque todo el Gran Juego podría considerarse de
esa manera) podemos observar con claridad – si así decidimos hacerlo - la
participación de las distintas dimensiones de un sujeto, que para el público de
un fogón constituirán solamente un sketch que podrá ser divertido o no, aunque nosotros
sabemos que el tipo de público del Gran Juego también forma parte de la Gran
Obra.
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