¿Cuál es la base mística en la que sostenemos
el Roverismo? Podría pensarse en el origen del nombre: Rover Scout. Según el
diccionario de Cambridge, Rover es “una persona que pasa su tiempo viajando
de un lado a otro” lo que implica “alguien quien no se instala mucho
tiempo en un lugar” de allí se ha dicho que el Rover es un trotamundos,
vagabundo e incluso en algunas traducciones se lo ha denominado como “pirata”. La
ruta (el camino) se transforma en el medio por el cual el Rover realiza
su itinerario, pero como no es un mochilero o aventurero más, el Rover Scout la
transita en dirección al encuentro de los otros.
Desde
tiempos inmemoriales el hombre construye rutas, de hecho, quienes transitan por
ellas reciben el nombre de peregrinos sin importar si se trata de
caminos comerciales, turísticos o religiosos. El peregrino que recorre las
rutas lo hace en calidad de extranjero (o extraño), es por ello que
se ha relacionado el peregrinaje con la posibilidad de vivir experiencias
no sin tener que sortear escollos que a veces implican cierto
peligro. Ortega y Gasset dirá que la experiencia se logra con el método de “andar
y ver”, un verdadero “pensar con los pies”, de allí que desarrollamos
conocimiento no sin cierta audacia, empujados por el
deseo de vivir la aventura y la superación de los distintos
retos. La ruta del Rover Scout la llamamos Travesía
en tanto como lo indica la etimología del término, se convierte en el medio
(a través de) por excelencia que es capaz de atravesarlo penetrando
su ser que se transforma gracias al encuentro con la naturaleza y
fundamentalmente con el otro con quien se implica y compromete
dando lugar al surgimiento de la intersubjetividad.
El Rover
Scout es un Joven lanzado a recorrer distintos itinerarios
que pueden ser transitados en hermandad o soledad. Si bien los tiempos no son
los mismos que hace un siglo, la alienación al trabajo y el embrutecimiento de
la vida cotidiana que planteaba el “Montero Rover” descrito por Baden Powell en
RE hoy asume otras formas, pero de fondo es la misma: la rutina que aplasta, la
anestesia y apatía respecto del mundo, el refugio en distintos tóxicos, el
engaño de una vida virtual centrada en un ego que crece de la mano de la
intolerancia en tanto en la infoesfera no existe la co-presencia de los
cuerpos… se buscan las propias imágenes, no la alteridad. Incluso el llamado
“sexo virtual” tiene como característica central ser sin el cuerpo del otro.
Es en la
travesía donde nos encontramos con la presencia inquietante del otro a través de nuestra corporalidad, única forma de hacer experiencia de
la alteridad como forma radical de la diferencia. El
Roverismo gracias a sus fines y método transforma la presencia
inquietante del otro en inquietud por el otro, el rechazo del
otro por el aprendizaje de su alteridad, en un encuentro gratuito y
desinteresado entre un Yo y un Tu solo explicable por un término
inasible como lo es el amor producido en el encuentro. “El
otro nos conmueve, nos remueve (y nos convertimos en piedra o nos dejamos
‘enternecer’ por él), nos perturba, nos incita, nos hace aventurarnos, nos
inspira, nos apoya, y en última instancia, en el fondo nos revela una verdad de
nosotros mismos en la que ‘el otro’ nos habita. El otro y los otros nos
recuerdan aquellas miles de vidas que no podríamos vivir aunque hayamos nacido
con un equipamiento natural para vivirlas y que ‘no hemos nacido para un único
yo’[1]
La Ruta no
se transita por conectividad, sino en conjunción.
Solo en el encuentro entre los cuerpos puede existir co-presencia
e intersubjetividad. En nuestra contemporaneidad el exceso de
conectividad genera espejismos de encuentro entre quienes huyen de “poner el
cuerpo” a las cosas. La prueba más evidente de ello es que lo que se mira en la
web suele ser aquello que no podría mirarse si se estuviera en el lugar, de
allí el triunfo del morbo en la infoesfera, incitando la animalidad destructiva
que se explicita en la neo - turba de opiniones sobre hechos
sociales que pone en duda la humanidad de quienes las profieren… si bien es
cierto que los delincuentes deben responder a la justicia ¿acaso los “opinadores”
del odio no debieran sanarse de su animalidad?. En un mundo que se
hecho ommivoyeur los internautas quedan reducidos a mirones excitados,
narcisistas, fascistas, inhibidos y por ende, duplicando su odio hacia el otro
al despojarse de la posibilidad de amar.
La travesía
Rover rompe con la lógica narcisista. Sabemos que el encuentro con el otro
puede generar como diría Agustín de Hipona o Soren Kierkegaard “temor y temblor”
… pero también amor y servicio, Baden Powell no tuvo problemas en recomendar
esto último. Llama la atención como en muchas asociaciones scouts se comenzó a
desalentar la Travesía Rover dando lugar a parlamentos abstractos de “saberes
lúcidos” o proyectos objetivantes sobre la realidad de las personas sin tomar
contacto con los “saberes tenebrosos” que son aquellos que pueden movilizarnos
desde el corazón. Rodolfo Kush decía “Si el saber lucido de las cosas que se
‘agarran’ y se esgrimen nos torna un poco ficticios y hasta inmorales, el saber
tenebroso debe salvar nuestra moralidad (…) Si el saber lúcido dice que dos mas dos son
cuatro, el tenebroso dará otro resultado ¿cómo es eso? Pues es muy simple,
cuatro chocolatines para un niño hambriento no es lo mismo que para un niño
satisfecho. El deseo o la satisfacción hacen que no sea verdadero el axioma
matemático de que cuatro es igual a cuatro. La vida se encarga de turbar el
rigor de los números. La angustia, el amor, el odio tornan el saber lúcido en
algo tenebroso”.
La travesía
Rover tiene su origen en el propio ideal Rover que expresa BP cuando se refiere
al “montero Rover” en RE, y la lectura profunda y humanista que encontramos en SdeF
expresada por MD Forestier en “Escultismo ruta de libertad” donde hace
referencia a los desafíos de la Ruta Rover.
Los saberes
lúcidos de parlamentos y cursos de gestión de proyectos objetivantes han
sido muy efectivos para anestesiar el verdadero encuentro con el
otro, única posibilidad para el joven Rover de tener una
experiencia de intersubjetividad. Los cursos de liderazgo de base
empresarial dictados a los jóvenes subrayan que el Rover no es uno entre otros,
convirtiendo a los futuros “destinatarios de servicio” en objeto del
mercado ONG porque a decir verdad se reducen a eso ¡hasta deben “calificar” y
someterse a votación para ser tenidos en cuenta!. La promoción de prácticas crueles como dirigirse a distintos lugares a ver que necesitan las
personas generando expectativa de ayuda, para luego elegir un solo proyecto
descartando los otros, muestra el desprecio y desvalorización producto de la
demanda que surgirá y quedará insatisfecha en la oferta realizada por el propio Clan, algo así como "uds no puntúan para nosotros tendamos nuestra mano". Los que somos
profesionales de las ciencias humanas sabemos que es una verdad de la práctica
que cuantos más instrumentos usamos más objetivación y distancia ponemos, cuanta
más objetivación menos subjetivación y sin ella no hay posibilidad de intersubjetivad.
Hay dos formas de transitar la Ruta Rover sin importar en qué asociación
estemos: como un peregrinaje turístico, técnico,
donde los otros son parte de la escenografía del Yo incluso para “el proyecto
del clan”… o poniendo el “pellejo”, arriesgándose al afecto y al efecto que
provoca un verdadero encuentro de un Yo con un Tu que puede inscribir la
posibilidad de un “proyectar juntos”
Los itinerarios
de la travesía Rover producen la novedad del encuentro, permitiendo la
construcción de conciencia. El Rover Scout no reflexiona sobre los otros
en abstracto o por lo que los influencers dicen en las redes; el Rover
Scout reflexiona a partir de su relación con los otros en tanto se apunta a
generar una conciencia no alienada por el Otro de los medios de la comunicación
o los prejuicios que habitan al Rover surgidos del desconocimiento y la influencia
social. Cotidianamente vemos en las redes que la selección de los
hechos y su lectura obedece a una intencionalidad ignorada por los lectores convertidos
en espejos de la pantalla sin que se den cuenta del grado de colonización de su
pensamiento. Internet se ha convertido en una especie de circo romano donde las
personas son invitados a levantar el dedo (o lo bajarlo) sin saber que la
decisión ya está tomada de antemano y ellos forman parte del espectáculo.
En
el Roverismo y con el encuentro que propone la Ruta pretendemos que
verdaderamente se sea conciente de algo, deponiendo
la mirada e intencionalidad previa, en dirección a
la alteridad. ¿Qué significa esto?... como diría el Maestro Eckart "del mismo modo que Dios actúa sin porqué y no conoce porqué alguno, el hombre justo actúa sin porqué (...) él es la vida misma. Quien preguntase a la vida (...) ¿por qué vives?, está podría responder: vivo porque vivo". La suspensión de la mirada e intencionalidad previa (que asume la forma de prejuicio social) nos permite en la experiencia intersubjetiva recrear una intencionalidad que responda (responsable) a la apertura de una verdad
posible. La travesía Rover permite la reconstrucción del pensamiento,
en tanto no se trata de la rutinaria y continua relación con uno mismo y sus
prejuicios, sino de la relación con el otro de sí mismo.