domingo, enero 26, 2020

Filosofía de la Ruta Rover (1)




            ¿Cuál es la base mística en la que sostenemos el Roverismo? Podría pensarse en el origen del nombre: Rover Scout. Según el diccionario de Cambridge, Rover es “una persona que pasa su tiempo viajando de un lado a otro” lo que implica “alguien quien no se instala mucho tiempo en un lugar” de allí se ha dicho que el Rover es un trotamundos, vagabundo e incluso en algunas traducciones se lo ha denominado como “pirata”. La ruta (el camino) se transforma en el medio por el cual el Rover realiza su itinerario, pero como no es un mochilero o aventurero más, el Rover Scout la transita en dirección al encuentro de los otros.

            Desde tiempos inmemoriales el hombre construye rutas, de hecho, quienes transitan por ellas reciben el nombre de peregrinos sin importar si se trata de caminos comerciales, turísticos o religiosos. El peregrino que recorre las rutas lo hace en calidad de extranjero (o extraño), es por ello que se ha relacionado el peregrinaje con la posibilidad de vivir experiencias no sin tener que sortear escollos que a veces implican cierto peligro. Ortega y Gasset dirá que la experiencia se logra con el método de “andar y ver”, un verdadero “pensar con los pies”, de allí que desarrollamos conocimiento no sin cierta audacia, empujados por el deseo de vivir la aventura y la superación de los distintos retos. La ruta del Rover Scout la llamamos Travesía en tanto como lo indica la etimología del término, se convierte en el medio (a través de) por excelencia que es capaz de atravesarlo penetrando su ser que se transforma gracias al encuentro con la naturaleza y fundamentalmente con el otro con quien se implica y compromete dando lugar al surgimiento de la intersubjetividad.

            El Rover Scout es un Joven lanzado a recorrer distintos itinerarios que pueden ser transitados en hermandad o soledad. Si bien los tiempos no son los mismos que hace un siglo, la alienación al trabajo y el embrutecimiento de la vida cotidiana que planteaba el “Montero Rover” descrito por Baden Powell en RE hoy asume otras formas, pero de fondo es la misma: la rutina que aplasta, la anestesia y apatía respecto del mundo, el refugio en distintos tóxicos, el engaño de una vida virtual centrada en un ego que crece de la mano de la intolerancia en tanto en la infoesfera no existe la co-presencia de los cuerpos… se buscan las propias imágenes, no la alteridad. Incluso el llamado “sexo virtual” tiene como característica central ser sin el cuerpo del otro.

            Es en la travesía donde nos encontramos con la presencia inquietante del otro a través de nuestra corporalidad,  única forma de hacer experiencia de la alteridad como forma radical de la diferencia. El Roverismo gracias a sus fines y método transforma la presencia inquietante del otro en inquietud por el otro, el rechazo del otro por el aprendizaje de su alteridad, en un encuentro gratuito y desinteresado entre un Yo y un Tu solo explicable por un término inasible como lo es el amor producido en el encuentro. “El otro nos conmueve, nos remueve (y nos convertimos en piedra o nos dejamos ‘enternecer’ por él), nos perturba, nos incita, nos hace aventurarnos, nos inspira, nos apoya, y en última instancia, en el fondo nos revela una verdad de nosotros mismos en la que ‘el otro’ nos habita. El otro y los otros nos recuerdan aquellas miles de vidas que no podríamos vivir aunque hayamos nacido con un equipamiento natural para vivirlas y que ‘no hemos nacido para un único yo’[1]   
  
            La Ruta no se transita por conectividad, sino en conjunción. Solo en el encuentro entre los cuerpos puede existir co-presencia e intersubjetividad. En nuestra contemporaneidad el exceso de conectividad genera espejismos de encuentro entre quienes huyen de “poner el cuerpo” a las cosas. La prueba más evidente de ello es que lo que se mira en la web suele ser aquello que no podría mirarse si se estuviera en el lugar, de allí el triunfo del morbo en la infoesfera, incitando la animalidad destructiva que se explicita en la neo - turba de opiniones sobre hechos sociales que pone en duda la humanidad de quienes las profieren… si bien es cierto que los delincuentes deben responder a la justicia ¿acaso los “opinadores” del odio no debieran sanarse de su animalidad?. En un mundo que se hecho ommivoyeur los internautas quedan reducidos a mirones excitados, narcisistas, fascistas, inhibidos y por ende, duplicando su odio hacia el otro al despojarse de la posibilidad de amar.

            La travesía Rover rompe con la lógica narcisista. Sabemos que el encuentro con el otro puede generar como diría Agustín de Hipona o Soren Kierkegaard “temor y temblor” … pero también amor y servicio, Baden Powell no tuvo problemas en recomendar esto último. Llama la atención como en muchas asociaciones scouts se comenzó a desalentar la Travesía Rover  dando lugar a parlamentos abstractos de “saberes lúcidos” o proyectos objetivantes sobre la realidad de las personas sin tomar contacto con los “saberes tenebrosos” que son aquellos que pueden movilizarnos desde el corazón. Rodolfo Kush decía “Si el saber lucido de las cosas que se ‘agarran’ y se esgrimen nos torna un poco ficticios y hasta inmorales, el saber tenebroso debe salvar nuestra moralidad (…)  Si el saber lúcido dice que dos mas dos son cuatro, el tenebroso dará otro resultado ¿cómo es eso? Pues es muy simple, cuatro chocolatines para un niño hambriento no es lo mismo que para un niño satisfecho. El deseo o la satisfacción hacen que no sea verdadero el axioma matemático de que cuatro es igual a cuatro. La vida se encarga de turbar el rigor de los números. La angustia, el amor, el odio tornan el saber lúcido en algo tenebroso”.

            La travesía Rover tiene su origen en el propio ideal Rover que expresa BP cuando se refiere al “montero Rover” en RE, y la lectura profunda y humanista que encontramos en SdeF expresada por MD Forestier en “Escultismo ruta de libertad” donde hace referencia a los desafíos de la Ruta Rover.

            Los saberes lúcidos de parlamentos y cursos de gestión de proyectos objetivantes han sido muy efectivos para anestesiar el verdadero encuentro con el otro, única posibilidad para el joven Rover de tener una experiencia de intersubjetividad. Los cursos de liderazgo de base empresarial dictados a los jóvenes subrayan que el Rover no es uno entre otros, convirtiendo a los futuros “destinatarios de servicio” en objeto del mercado ONG porque a decir verdad se reducen a eso ¡hasta deben “calificar” y someterse a votación para ser tenidos en cuenta!. La promoción de prácticas crueles como dirigirse a distintos lugares a ver que necesitan las personas generando expectativa de ayuda, para luego elegir un solo proyecto descartando los otros, muestra el desprecio y  desvalorización producto de la demanda que surgirá y quedará insatisfecha en la oferta realizada por el propio Clan, algo así como "uds no puntúan para nosotros tendamos nuestra mano". Los que somos profesionales de las ciencias humanas sabemos que es una verdad de la práctica que cuantos más instrumentos usamos más objetivación y distancia ponemos, cuanta más objetivación menos subjetivación y sin ella no hay posibilidad de intersubjetivad. Hay dos formas de transitar la Ruta Rover sin importar en qué asociación estemos:  como un peregrinaje turístico, técnico, donde los otros son parte de la escenografía del Yo incluso para “el proyecto del clan”… o poniendo el “pellejo”, arriesgándose al afecto y al efecto que provoca un verdadero encuentro de un Yo con un Tu que puede inscribir la posibilidad de un “proyectar juntos”

            Los itinerarios de la travesía Rover producen la novedad del encuentro, permitiendo la construcción de conciencia. El Rover Scout no reflexiona sobre los otros en abstracto o por lo que los influencers dicen en las redes; el Rover Scout reflexiona a partir de su relación con los otros en tanto se apunta a generar una conciencia no alienada por el Otro de los medios de la comunicación o los prejuicios que habitan al Rover surgidos del desconocimiento y la influencia social. Cotidianamente vemos en las redes que la selección de los hechos y su lectura obedece a una intencionalidad ignorada por los lectores convertidos en espejos de la pantalla sin que se den cuenta del grado de colonización de su pensamiento. Internet se ha convertido en una especie de circo romano donde las personas son invitados a levantar el dedo (o lo bajarlo) sin saber que la decisión ya está tomada de antemano y ellos forman parte del espectáculo.


            En el Roverismo y con el encuentro que propone la Ruta pretendemos que verdaderamente se sea conciente de algo, deponiendo la mirada e intencionalidad previa, en dirección a la alteridad. ¿Qué significa esto?... como diría el Maestro Eckart "del mismo modo que Dios actúa sin porqué y no conoce porqué alguno, el hombre justo actúa sin porqué (...) él es la vida misma. Quien preguntase a la vida (...) ¿por qué vives?, está podría responder: vivo porque vivo". La suspensión de la mirada e intencionalidad previa (que asume la forma de prejuicio social) nos permite en la experiencia intersubjetiva recrear una intencionalidad que responda (responsable) a la apertura de una verdad posible. La travesía Rover permite la reconstrucción del pensamiento, en tanto no se trata de la rutinaria y continua relación con uno mismo y sus prejuicios, sino de la relación con el otro de sí mismo.

Relatos Scouts Distópicos. T3 C2: la paradoja de Wildowl

  Paradoja de Wildowl: "Todo sistema corporocrático anula los sistemas democráticos que imponen regulaciones a la producción buscando r...