Cuando era pibe a unas 10 cuadras de
mi casa había una “quema”, nombre que se le daba en esa época a los lugares
donde los camiones depositaban la basura que recogían en la ciudad que a decir
verdad era muchísimo menor la cantidad que en nuestro tiempo donde la cultura de
lo descartable entre otras cosas provoca toneladas de basura.
Con un amigo
de la infancia solíamos hacer incursiones al basural… era una verdadera
aventura ¿qué encontraríamos allí?... caminábamos entre pequeñas columnas de
humo que se alzaban al cielo creando un paisaje digno de una película post
apocalíptica, nuestra búsqueda estaba orientada hacia dos productos: vidrios de
colores y cajas de cigarrillos importados. Con los años al leer a Aldous Huxley
caigo en la cuenta de que los vidrios y los cristales generan una atracción
particular… es cierto….había un placer especial al ver el mundo a través de
vidrios rojos, azules, verdes y los escasos amarillos.
Con las cajas de cigarrillos sucedía otra cosa
que era el armado de la colección que no se limitaba a colocar cajas en una
repisa y etiquetas bien acomodadas en folios de carpeta; el recorrido nos
llevaba a preguntarnos por los países del mundo de donde provenía nuestra
colección, conociendo de esa manera lugares que nunca antes habíamos siquiera
imaginado, el Atlas (manual de mapas) y los diccionarios eran nuestras herramientas
básicas, y muchas veces solo contábamos con las banderas como índice, ya que por
razones idiomáticas era ilegible lo que estaba escrito… Al ser Bahía Blanca una
ciudad portuaria, era común que en el puerto se intercambiaran cartones de
cigarrillos de los barcos mercantes por otras cosas, y los paquetes usados
terminaban en la basura y ahí estábamos
nosotros… con una de las mejores colecciones de etiquetas enriquecida a su vez
por los intercambios que realizábamos con otros coleccionistas.
¿Por qué
cuento esta historia?... La “mirada pantalla” ha golpeado fuertemente la
posibilidad de ver el mundo, observar, indagar. Probablemente un dirigente
scout de esta época al ver a dos pibes revolviendo cosas en un basural pensaría
“pobres pibes… revolviendo basura” y no se le ocurriría que lo que él ve, está
atravesado por el prejuicio que las imágenes de la pantalla marcan sobre su
posibilidad de observar libremente… solo quienes tengan la mente abierta pueden
dejar de lado ese prejuicio y desarrollar una actividad a partir de la
observación incluso de un basural.
En un viejo
libro que se llama “Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta” el autor
compara ir por el mundo en moto, donde se es parte del paisaje y las
sensaciones no están anestesiadas por ningún dispositivo con ir en auto… allí
el viento no nos toca, pensamos que conocemos los lugares por donde pasamos
pero no sentimos el aire golpear nuestro cuerpo, los olores, la humedad, el
sonido de los pájaros y todo lo que permite que hagamos experiencia del paisaje.
Se me ocurría pensar al dirigente scout como un motociclista que para conocer
más el paisaje incluso se mete por caminos donde un auto no pasa… no se trata
de ver sino de mirar, de sentir la naturaleza en nuestra piel, de amanecer al
costado de la ruta con el sonido de los pájaros como suave despertador... asi
podemos decir que hacemos experiencia de un lugar sea un campo, o un basural.
Una tarde mientras conversábamos de arte y sobre las artes scouts con el Maestro Branko Marinov disfrutando junto a él la organización de un taller de dibujo de la naturaleza que preparaba para un grupo de muchachos… hablamos de BP, su relación con John
Ruskin, del registro de las experiencias a través del dibujo. No se
trata de ser artista sino de salirse de la pantalla para conocer la textura
del árbol, observarlo en sus detalles y permitirse relanzar preguntas y ensayar
respuestas posibles… ese árbol ya no será el mismo para nosotros, como cuando
el Principito dibujo “su” rosa que no era igual a ninguna otra, lo mismo nos sucederá con ese árbol… ese pájaro… ese bosque.
Dibujar la naturaleza es hacer
experiencia de ella, poder apropiarnos de algo de lo vivido, no mirar sino ver
en un sentido profundo... lamentablemente para muchos educadores scouts estas cosas son "tiempo perdido" que se podría utilizar para "actividades de verdad"... y de esa manera dejamos de dibujar, de escuchar los pajaros y distinguirlos, de sentir las texturas de las cosas, de diferenciar olores y sabores... la naturaleza pasa a ser una escenografía bien lograda donde se hacen las mismas cosas que la ciudad.
¡Qué difícil
enseñarles a nuestras chicas y muchachos a aprehender en nuestra época donde
todo sucede en las pantallas! Saturados de cosas para ver y en una continua
catarata de imágenes que no permiten hacer experiencia de las cosas, paradójicamente
las conocemos con profundo desconocimiento… a veces en estas cosas tan
sencillas que pueden suceder en un campamento, logramos que no todas las imágenes
sean lo mismo y si lo comparamos con un escrito, introducimos una puntuación
necesaria que nos permite relacionarnos de otra forma con la vida, con la
naturaleza, con los otros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario