El Roverismo como ruptura de la cotidianeidad
Es
interesante escuchar las respuestas que brindan los Rovers cuando se les
pregunta por sus vidas y comentan su rutina, y con ella cierto aburrimiento
derivado de la repetición de lo cotidiano. Cuando comienzan a hablarnos expresan
sus vivencias habituales y comparten con nosotros – sin darse cuenta – las
distintas determinaciones existenciales en tanto la vida
misma es una praxis social donde cada uno de nosotros construye un modo
de vida predominante, inmerso en las condiciones del
contexto social, natural, material y espiritual. En las expresiones
encontraremos lo que se considera “el sentido común” pudiendo
definirse en función de que los sentidos que nos habitan se producen por
la interrelación con la vida familiar, comunitaria e institucional, en
los grupos informales los que conforman un conjunto de valores,
normas sociales y creencias en los cuales encontramos sentidos
para la vida apuntando a la construcción de alguna respuesta posible a
la pregunta ¿Quién soy yo?
El curso de la
vida rutinaria es el lugar donde los jóvenes incorporan conceptos,
afirmaciones, prejuicios por los cuales establecerán juicios sobre la
realidad, sesgados en tanto el campo interpretativo de la misma encuentra
sus determinaciones en los grupos con quienes se comparte el contexto vital. Si
a esto le agregamos la ampliación que provocan las redes sociales y los modos
de conformación de los grupos dentro de ellas, es un observable que generalmente
los contactos se con “iguales” (narcisistas), bloqueando o la eliminndo o borrando
aquello que pone en entredicho la valoración social común del grupo de
pertenencia. En ese sentido la red social virtual puede aparecer como una especie
de ampliación del propio Yo donde se rechaza lo diferente, lo que
es distinto-de-mi, la otredad.
De esta
manera los jóvenes conforman su mundo de valores pero ¿Qué sería un valor? Para
explicarlo de forma sencilla podemos decir que se trata del significado que se atribuye
a los objetos, distintas situaciones de la sociedad y del contexto en el que se
vivimos, constituyéndose como modo o estilo de vida de las relaciones
cotidianas. Las Orientaciones valorales son estables conformando
lo que Baden Powell entendía como Carácter, la producción de
cambios en su estructura no es cosa sencilla siendo territorio en disputa con
la potencia de los medios de comunicación y de las redes sociales (infoesfera) ya no tan
libres como en otros tiempos, que entre sus objetivos buscan operar sobre la
formación de significaciones y sentidos a partir de los objetivos de los distintos
intereses económicos y políticos, de allí que nos hallamos en el tiempo de la
posverdad, los trolls, influencers y Cambridge Analityca direccionando el voto
de los electorados dentro del mundo que llamamos “democrático”
El
escultismo ofrece a sus miembros la adhesión voluntaria a un Orientación
Valoral Común sintetizada en los Principios, las Virtudes
y la Ley Scout, reforzada en el Roverismo por la Carta de Clan
abarcando los distintos aspectos de la vida de la comunidad. Si nos
preguntáramos ¿Cuándo se comienza a formar el carácter? La respuesta
es sencilla…con la formulación de la promesa scout y en el caso
del Rover su Investidura. Antes de la formulación
de la promesa o la investidura el joven se encuentra en el terreno de cierto
relativismo que lleva cualquier debate a la discusión porque no se parte de una
visión del mundo y la vida común, por lo tanto no existe un punto de amarre que
permita la intervención del Jefe de Clan y del Clan a la hora de debatir sobre
temas que se relacionan a los valores que se desprenden de la ley y que
utilizamos para Ver y Juzgar lo cotidiano. La libre adhesión y su
cristalización en la formulación de la promesa siendo la comunidad testigo del
compromiso y corresponsable de su cumplimiento habilita a intervenir en el
diálogo que apunta a desarrollar el carácter.
El concepto
de “Comunidad Subsidiaria” de MD Forestier apunta a señalar que
es posible el acompañamiento en tanto existe un sentimiento de “solidaridad
de destino que funda la camaradería y preludia el nacimiento de la amistad.
Sienten que seguirán en la ruta juntos, que volverán a encontrarse por los
caminos de la vida, y no se les dice bastante lo cierto que es esto”
conforman una comunidad de destino donde, con una misma esperanza, se
prepara una fuerza aunada para la acción ulterior”. El scout o en este caso el Rover, se
compromete a vivir acorde a los valores que el movimiento le propone y por eso
la comunidad interviene, entendiéndose de esta manera el sentido de la
prohibición al voto de quienes aún no han formulado su promesa, ya que la pertenencia
a la comunidad se cristaliza en la promesa scout.
El trabajo
del Clan y del Rover se basa en la ruptura de la cotidianeidad,
única posibilidad para que un sujeto pueda poner en tensión el modo de vida cotidiano,
con la orientación que ha decidido para direccionar su vida. El Clan Rover se
constituye en primer lugar como espacio común que apunta a ser el
eje de los otros espacios ¿cómo es esto? Si los rayos de una rueda son las
distintas dimensiones de la vida, de los grupos y lugares en los que participa
el joven, la Ruta pretende que esa rueda gire sobre el eje constituido por los valores
que determinan un estilo de vida.
¿Por qué
hablamos de ruptura? ¿Qué se rompe? El método scout por medio de la aventura de
la vida al aire libre y el servicio al romper con la cotidianeidad, instituye
una temporalidad distinta vivida con alta intensidad. Cualquiera que
haya sido scout pueden dar fe de cómo los tiempos de lo cotidiano se van articulando
con los tiempos del escultismo desplazándose el centro existencial del
sujeto… la espera del sábado, de cada actividad, la vida de campamento,
el servicio; son muestras de como el deseo comienza a
direccionarse a “los scouts”, de allí la metáfora del eje y la rueda.
Las experiencias en el movimiento scout pasan a ser la fuente
principal que incide sobre las actitudes del joven en tanto será a partir de la
Ley Scout y la Carta del Clan que comenzará a Orientarse en
los Valores del escultismo de una manera singular -no es
para todos lo mismo, cada uno encarna los valores de modo diferencial- objetivándose
dichos cambios en la vida cotidiana y no al revés.
¿Por qué
sucedería esto? El escultismo es una práctica social en la que uno de sus
aspectos es la práctica educativa. En tanto praxis lo que suceda dentro
de la comunidad permite la formación de sentidos en lo personal y
grupal constituyendose como anticipación de las acciones que surgirán de la
experiencia de trabajo, y la realización de las acciones pasarán serán causa de
felicidad para el joven en tanto puede estar a la altura de aquello que
anticipa en sus proyectos, lo que implica vivir prácticamente su compromiso.
Este es un punto muy importante en la división que Forestier estableciera entre
el escultismo realista y el parlamentarista, en tanto si no
hay acción no hay práctica del escultismo, de allí que el escultismo
parlamentario se asemeje a la escuela donde los jóvenes debaten
generalmente en función de los temas que se exponen en los medios de
comunicación o que se instauran a partir de la red virtual ¡y son traídos por
ellos mismos, no de su experiencia! Se instala la paradoja de parlamentar sobre
un tema aunque nada de ello les concierna o tenga que ver con su experiencia
cotidiana, encontrándonos de esta manera con un sistema de pensamiento
desamarrado del cuerpo, alienado que alienta la construcción de
una doble moral donde lo que se dice no se encuentra asentado en
la propia vivencia ni implica acciones concretas de compromiso y cambio
en su cotidianeidad o en la comunidad de pertenencia. En esta
doble moral los jóvenes opinan una cosa y hacen otra, como por ejemplo el
apoyar políticamente valores contrarios a los que dicen encarnar.
La Travesía Rover / el descubrimiento como ruptura
Anteriormente
realizamos una presentación de lo que entendemos como Travesía Rover /
descubrimiento clasificando algunas de ellas solo a título informativo.
¿De qué
manera constituyen una ruptira?
En primer lugar,
se produce por fuera de la temporalidad de lo cotidiano; en ese sentido asume
la forma de la aventura creando una temporalidad distinta, épica. Si los
contextos son determinantes, para los Rovers el cambio de contexto y la salida
al encuentro con el otro distinto se convierte en una posibilidad de
experiencia novedosa, de allí que las vivencias de extraterritorialidad y
extrañeza al dirigirnos hacia lo diverso nos ponen en contacto con otros
sistemas que constituyen distintos sentidos. Generalmente cuando el
escultismo parlamentario se dirige a los otros lo hace desde una perspectiva culturalista
- turística que no ahonda sobre los determinantes materiales y sociales
que inciden en las comunidades produciendo los discursos culturales y grupales;
en cambio desde la perspectiva del escultismo realista, el
encuentro con el otro es algo serio. Lla perspectiva crítica nos exige una
posición distinta en el momento de VER. Podría decirse que en
ambos casos existe experiencia, la diferencia es que en el Roverismo
realista buscamos construir sentido de la experiencia vivida en
tanto nos sentimos concernidos y convocados por ella. En el Roverismo
realista se invita al joven a salir de la trampa de la ternura y
comprensión cultural como reacción de autodefensa que obtura la
posibilidad de capitalizar la experiencia. Es en el encuentro con el
otro, la conversación y el conocimiento del modo de vida donde el
Equipo o Clan Rover tiene la posibilitad de realizar un análisis crítico
que permita adentrarse en los determinantes materiales y sociales de las
comunidades por las que transita la travesía… lus sistemas de creencias,
prácticas sociales y reflexiones, la relación con lo global; todo aquello que
producto del encuentro impactará en su propio modo de vida
invitándolo a la reflexión.
Si bien la
Travesía es una actividad transversal a todas las etapas del Roverismo, son los
Escuderos que, al realizar una experiencia novedosa de encuentro
profundo con los otros, requieren mayor acompañamiento de los caballeros
y el Jefe de Clan con respecto a la transmisión de herramientas para
indagar y problematizar la realidad y herramientas
de comunicación humana, sensibilidad social y relaciones
éticas con el otro. Todo esto se hace necesario de forma tal de no
correr el riesgo de realizar “turismo cultural” que de por sí no tiene nada de malo,
pero no cumple con los objetivos del Programa Rover.
Si en la
travesía / descubrimiento vamos logrando nuestro cometido, la experiencia de
los Rovers será de pleno sentido ( lo que muchas veces describimos
como mística) en tanto los jóvenes sienten que en esos momentos
ellos pueden encarnar la Orientación Valoral expresada en la Ley, la
promesa y la Carta de Clan. Si la travesía / descubrimiento lo vivido
dejará profundas huellas en sus protagonistas que consideramos lo
“educativo” de la experiencia y que no se borra por juegos de palabras porque
está marcado en el cuerpo mismo de cada uno de los Rovers.
El campamento en soledad como ruptura de la cotidianeidad
No hay dudas
de que el campamento en soledad opera como ruptura de la cotidianeidad. Desde
tiempos inmemoriales el hombre elige el apartarse de los otros para realizar
experiencias de encuentro personal o con lo trascendente. Un Rover acampa antes
de realizar su Investidura, y cada vez que lo necesita personalmente, como el
montero Rover que armara su tienda en el jardín de la casa de campo de Baden
Powell.
Desde su
preparación el Rover comienza una tarea de desprendimiento de aquello que es
innecesario para la Buena Vida en tanto la frugalidad
atravesará la experiencia de principio a fin. Como los grandes peregrinajes de
otras épocas (por ejemplo, el camino de Santiago) o las experiencias originadas
en el escultismo pero desarrolladas fuera de él como el Goum de Michel Menú; el
cargar con sólo lo necesario en la mochila aliviana nuestro viaje siendo una
práctica de despojarse de lo innecesario para la vida, generalmente ligado a lo
que denominamos “consumismo”. La sola imposibilidad del
uso del celular y distintos elementos tecnológicos coloca al Rover en una
tensión necesaria para poder desalienarse del objeto tecnológico y comenzar a
descubrir que la felicidad no se encuentra en los objetos que el mercado nos
plantea como “necesarios”. Si a esto le sumamos el menú sencillo, la acampada y
todo aquello que es típico de un campamento nos encontramos con la creación de
un escenario propicio donde el Rover encuentre en el ascetismo y la abnegación
propiciadas por la experiencia otras dimensiones más satisfactorias y
enriquecedoras producto del encuentro consigo mismo en la marcha, la acampada y
la reflexión personal.
Es en el
campamento en Soledad donde el Rover podrá reflexionar previamente a su
Investidura o hacer uso de este con el objeto de reflexionar sobre sí mismo
desde una posición que no apunte a reforzar el Ego conformado por las
interacciones intersubjetivas cotidiana (su modo de vida) sino
por las condiciones materiales y socioculturales que marcan su existencia. Es
en ese sentido que en el campamento en Soledad trabajará sobre los distintos
pares axiológicos que señala D’Ángelo[1]
Hedonismo
|
Ascetismo
|
Egocentrismo
|
Sociocentrismo
|
autonomía
|
conformismo
|
esfuerzo
|
Pasividad, resignación
|
compromiso
|
Indolencia, desidia
|
rutina
|
creatividad
|
cotidianeidad
|
trascendencia
|
material
|
espiritual
|
utilitarismo
|
Cooperación
|
[1]
Ovidio D´Angelo Hernández. Biblioteca FLACSO, “Autorealización personal y
espiritualidad en las condiciones complejas de la sociedad contemporánea”
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