sábado, mayo 15, 2010

El taller de los Caminantes / Raiders (segunda parte) . x Buho Terco


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De la misma manera que existen dirigentes que entienden lo que hacen los Scouts como una actividad paramilitar al estilo de “marines norteamericanos” confundiendo el vivir la aventura con una especie de “supervivencia del mas apto” donde enormes cuchillos, construcciones y escaladas marcan un enorme errar en el blanco respecto de la Misión del Movimiento Scout; también existen aquellos que confunden el Taller con una especie de escuela politécnica donde la suma de maquinas – herramientas garantizaría per se encontrarse en el “buen camino”. Estos dirigentes y grupos consumidores de objetos tecnológicos depositan en forma desmedida, fetichista, una especie de saber y de poder en los “robots” que también desvirtúa la Misión del movimiento y se da de bruces con la concepción artística- artesanal y estética que se desprende del escultismo.
No es seguro que la suma de tecnología sea garantía de algo… un buen berbiquí para hacer un agujero donde colocaremos un bulón de madera para la mesa, es mas apropiado que una agujereadora eléctrica que no podremos conectar a ningun tomacorriente… a no ser que el lugar de acampe sea un camping. ¿Esto implica estar negado a la tecnología? NO, esto nos posiciona dandole el lugar que corresponde, como un medio entre otros del que hay que servirse acorde a las necesidades reales de cada chico y cada grupo.
Si de herramientas se trata, en un taller caminante no pueden faltar las básicas para la vida al aire libre, las que todos conocemos, aquellas que no precisan electricidad… serruchos, tronzadores, formones, martillos, hachas, etc. El resto - las llamadas maquinas herramientas - es prudente adquirir solo las necesarias y cuando menos mejor ya que la utilización de las herramientas del taller dependerá de la variabilidad de las actividades que se realicen a lo largo del año, siendo de esperar que sean diversas.
Puede que como producto de una empresa se haga necesario construir un buen horno en el patio del grupo, y eso está bueno porque puede tener distintos usos para la rama y el grupo; ahora probablemente sería un error comprar o hacer un torno de alfarero para que quede adornando el taller luego de terminada la empresa donde se aprendió a trabajar con alfarería… claro que si ese torno es hecho por los chicos y su destino luego de la empresa es algún lugar donde se lo necesite, cambia el sentido de su construcción. De igual manera no tiene sentido comprar moldes de velas en metal para una empresa, a no ser que la realización de este tipo de artesanías tenga que ver con una forma de recaudar dinero de forma constante por parte de la rama, como podría ser en una Iglesia “x” la venta de velas… no esta demás recordar que los scouts también conocen formas de hacer moldes que son bastante creativas y permitiría inventar algunos “modelos” por demás interesantes.
No es bueno que el taller se convierta en un desván donde las herramientas de las distintas generaciones se van acumulando. La tecnología no reemplaza la invención humana, en más, ella misma es producto del hombre. Puedo tener una biblioteca en una compudora pero si no hay una persona que sepa de la existencia de una biblioteca digitalizada a la que puede acudirse para leer de poco servirá; la computadora no tiene conciencia de lo que es una biblioteca.
Finalmente creo interesante tener en cuenta lo que plantea Aristeguieta Gramko en el escrito anterior (Aristeguieta Gramko, un maestro inolvidable) cuando nos dice que debemos construir un puente en la fisura que se establece entre natura y cultura y si partimos de la base que el hombre se aliena en la tecnología, y en el capitalismo entramos en un desplazamiento de un objeto al otro existiendo siempre un objeto nuevo y mejor… no es seguro que la facinación tecnológica nos lleve a buen puerto
Caminos interiores – caminos exteriores
¿Cómo entendemos el saber hacer en los caminantes? ¿Què relación existe entre la técnica y la subjetividad?
Uno de los primeros puntos a tener en cuenta es que entendemos el aprendizaje como el producto de un modo de relación entre los caminos exteriores y los caminos interiores que constituyen la subjetividad y la singularidad de cada uno de los caminantes. Cuando nos referimos a los caminos exteriores nos encontraremos con los otros cercanos, el mundo, el descubrimiento, el servicio, la técnica. Cuando nos referimos a los caminos interiores lo hacemos con relación al descubirmiento de la propia subjetividad, a la adquisición de valores, y la construcción de un rumbo con el cual orientarse en la vida. Cuando afirmamos que los caminos interiores y exteriores se resignifican entre sí, lo hacemos pensando en que la construcción de la subjetividad es un proceso en la que lo que está afuera se interioriza y lo que esta adentro se exterioriza. ¿Cómo podemos entenderlo? Veamos algunos puntos que quizas nos sirvan.
Una de las cuestiones problemáticas de la sociedad actual es la prisa, la velocidad, rapidez, el desplazamiento de un objeto a otro, de una idea a la otra sin posibilidad de establecer un punto de anclaje; esto implica constituirse como sujetos efímeros donde lo importante es el consumo de objetos tecnológicos, el deseo sin - parar de... Otra cosa - como muestra la propaganda de una tarjeta de crédito donde cuando se está con una chica se piensa en la guitarra, y cuando se tiene la guitarra y se la toca por primera vez, viene el amigo con un visor 3D provocando el abandono de la guitarra por la busqueda desenfrenada del siguiente objeto - Esto que sucede en lo exterior tambien sucede en lo interior entonces ¿el taller caminante debe repetir el esquema capitalista de la prisa o debe favorecer otra cosa? Si pensamos que en la poiesis (saber hacer) se juega el aprender-haciendo específico del movimiento scout, podremos entender –por ejemplo- que a partir del uso del cepillo de bote para cepillar una madera, los caminantes tienen la posibilidad de hacer “interior” las indicaciones técnicas por las que se trabaja en un ritmo que no es veloz, la paciencia del trabajo con la madera, el aprender a seguir las vetas a partir de la particularidad del material… de igual manera sucederá con el armado de moldes para velas, del trabajo sobre el detalle que no implica que el producto deba ser perfecto sino que éste genera una relación entre el interior – exterior apropiándose no solo de un procedimiento sino de la etica que se desprende del modo en que realiza el trabajo que tan necesario se hace rescatar.
Si tomamos nuevamente el ejemplo de la propaganda de la tarjeta de crédito, podemos darnos cuenta que esta rapidez no es gratuita… perturba la relación del chico con la chica de igual manera que con los amigos, cosificando las relaciones, colocando los objetos tecnológicos de consumo en el Cénit. Ahora bien… en el trabajo del taller caminante observamos otra cosa; las relaciones se dan entre personas y no entre objetos, se plantea la colaboración como modo de trabajo donde cada uno pone a disposición del grupo sus saberes y cuando estos no están se busca en la comunidad a aquellos que disponen del saber para que pueda ser transmitido. El liderazgo es siempre de acuerdo a lo que se necesita y la discusión democrática permite instalar la posibilidad de preguntar y preguntarse integrando de este modo la teoría, la práctica y los distintos saberes o disciplinas diferenciándose de cualquier método escolarizante. Quizás por eso cuando Dewey se refirió al saber hacer lo hizo a partir de definirlo como un espacio donde el juego, el trabajo y la democracia se articulan.
El taller exige aprendizaje en equipos, conocimientos y procedimientos, reemplaza el hablar por el hacer estableciendo una gran diferencia entre la mateada (o cafeteada en otros países) de un grupo de amigos y la mateada en el grupo scout. El taller se constituye en un adentro y la comunidad en un afuera por lo que los caminos interiores no pueden quedar dentro del taller de manera autoerótica ¿en qué se diferencia una mateada scout con una mateada de amigos (o una cervezeada, o una fumata)?. En que no es concebible para los scouts la constitución de un espacio que sólo sirva como un lugar donde alojarse; esto sería condición necesaria pero no suficiente ya que el espacio del taller como interior a la rama implica si o sí una relación con lo exterior, sea a partir de lo que se construye para un campamento de la rama; o a partir de constituirse como espacio de trabajo y preparación para el gesto solidario. Es en el taller donde se construyen los títeres y el argumento de la obra que se llevará a cabo en la sala de pediatría del hospital; es en el taller donde se diseña la actividad y se preparan los disfraces para festejar el día del niño en la villa; es en el taller donde se preparan los plantines para la huerta o se realizan los esquejes para la reforestación o la forestación de algún pulmón verde de la ciudad. También en el taller se trabaja sobre la especialidad, y es el lugar donde se construyen (por ejemplo) los distintos instrumentos de medición meteorológica para que, en campamento, ofrecer todos los días un pronóstico del tiempo.
Podemos hacer un diagnóstico de cómo trabajamos en el grupo scout a partir de lo que sucede en los espacios de las ramas. Si ellos se cierran sobre si mismos y nada se produce hacia el exterior, nos encontramos con un taller vacío aunque se llene de palabras vacías, el no-hacer en el exterior implica un vacío en el interior por lo que, en el mejor de los casos en el grupo scout tendremos un grupo de amigos con uniformes y pañuelos, pero nos engañaríamos si pensáramos que eso iría mas allá de un modo de estar efímero y carente de sentidos.

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