Es
un hecho que ninguno de nosotros elige dónde nacer, sólo sucede, no hay mérito
en ello.
Es común escuchar en quienes nacen en sectores sociales medios y altos supongan que quienes lo hacen en otros sitios pertenecen a otra categoría: “vagos”, “chorros”, “extranjeros”, “negros”; eligiendo ignorar los determinantes socioeconómicos que no les permiten a otros acceder a lo que ellos sí pueden, simplemente por una cuestión de “azar de nacimiento”.
Es más fácil suponer (con la enorme ayuda
de los medios de comunicación) que los pobres “algo habrán hecho”, o mejor
dicho, “algo no hacen”
Por otra parte, es un hecho que las grandes
ciudades se mueven gracias a los “invisibles” que trabajan como “bacheros” y
mozos en el restaurante, limpiando casas y departamentos, cuidando ancianas y
niños, cartoneando por las calles, construyendo viviendas y edificios, cortando
el pasto y manteniendo los jardines, plantando y cosechando las verduras y
frutas que se compran en el supermercado… y tantos otros trabajos invisibles para
quienes viven en otra condición social,
aquellos que muchas veces nombran a la
empleada doméstica como “la chica que ayuda en casa”, preanunciando de esta
manera que al no considerarlo trabajo, no harán los aportes jubilatorios ni el
pago de la obra social correspondiente.
Mientras los
niños y jóvenes supuestamente “meritorios” concurren a la escuela (pública o
privada) y realizan una serie de actividades extraescolares pagas - dentro de
la que se incluye la práctica del escultismo- los otros niños y jóvenes solo pueden
servirse de la maltrecha escuela pública y de aquellas actividades que los
municipios o las provincias financian o subsidian en las villas… El problema se
multiplica si consideramos que las ciudades han privatizado gran parte de sus
espacios públicos convirtiéndolos en un negocio más para empresas u ONGs que
los utilizan con fines recaudatorios. Los baldíos donde se jugaba a la pelota
pasaron a ser canchas que se alquilan por hora, o fueron cedidos a Clubes que
cobran una cuota para ser parte, utilizando esos espacios antiguos espacios públicos
para entrenar de vez en cuando, luciendo en la semana un hermoso pasto verde sin
uso mientras los niños y jóvenes observan desde afuera ese paraíso del que no podrán disponer para un "picadito"
Siempre quedan
afuera los mismos: la niñez y la juventud “invisible”… pero mayoritaria.
Infancias expuestas e
intervenidas
Carlos Skliar nos dice que “educar tiene que ver
con el comienzo, con dar la bienvenida a los que nacen. El hecho de no haber
sido bienvenido en el nacimiento no debe predeterminar el futuro. No es posible
ser Educador y creer en el destino. Si hay algo que dota de sentido la práctica
educativa es la apuesta por el recomienzo en múltiples direcciones.”
La “no
bienvenida” para Skliar se relaciona específicamente con los determinantes que
no permiten al niño participar de la sociedad en igualdad de condiciones con
otros, sea por pobreza o discapacidad, donde no está demás agregar que los
niños que crecen en la pobreza además no tienen accesibilidad real a la salud,
buena alimentación, actividades extraescolares, barrios cuidados y seguros… son
los nuevos “niños expósitos” en tanto expuestos al desamparo social,
paradójicamente sometidos al control de los servicios de niñez y adolescencia
que en la práctica funcionan como centros estadísticos porque son impotentes
para producir algún tipo de cambio.
La gran
mayoría de los grupos scouts se encuentran ubicados en barrios de clase media /
media baja o clase alta. Por supuesto que existen grupos en barrios pobres pero
¿cuál es su porcentaje si consideramos que más del 60 % de los niños y
adolescentes viven en condiciones de pobreza? La pregunta sería de ¿por qué
ocurre esto? es de respuesta sencilla: En los grupos scouts los jóvenes
realizan sus partidas hacia los propios grupos y los dirigentes que dejan los
grupos lo hacen para formar parte de las estructuras de apoyo de la Organización,
estructuras burocráticas de poder que generalmente no facilitan la tarea a los
grupos scouts porque para demostrar la necesidad de su existencia, producen un
exceso de cursos, instrucciones, obstáculos y “papeles” que difícilmente un
dirigente pueda conocer.
Lejos está la
época donde los jóvenes multiplicaban los grupos scouts en los distintos
barrios especialmente los humildes, donde la ex USCA supo marcar la diferencia
para en 50 años de existencia triplicar en número de miembros a la que era la Organización
Scout Oficial”.
Pareciera que
el compromiso social y la apertura de nuevos grupos no es más tarea de jóvenes
deseosos de cumplir con la misión del movimiento sino de los cuestionados “viejos”,
quienes levantan y sostienen sin hacer mucho ruido la antorcha de que el
escultismo es para todos, sin importar la clase social, marcando de esta manera
uno de los importantes caminos para construir
un mundo mejor que es que la práctica del escultismo beneficie a los más
humildes, aquellos que no tienen opciones, que necesitan ser reconocidos en sus
derechos ciudadanos y convertirse en ciudadanos activos para el cambio de
aquellos determinantes que condicionan su existencia.
La ausencia de
los jóvenes en el desarrollo del escultismo en las villas muestra el fracaso del
movimiento scout o el triunfo de la visión de “escuela de ciudadanía” destinada
a determinados sectores estratificados socialmente que son los que desde
determinada ideología tendrían chance de prevalecer y “liderar” a “los otros”
que se encuentran en distinta condición, reproduciendo una y otra vez la
estructura social injusta, aquella que el propio BP desafiara en el campamento inaugural
del escultismo realizado en la isla de Brownsea, rompiendo la estratificación de clases de la
Inglaterra Eduardiana al invitar y becar en un 70 % del valor del campamento a
niños con pocos recursos.
Las
organizaciones scouts deben entender que el escultismo nace por los niños y que
ellos son el sujeto protagónico del Gran Juego, no la estructura organizacional
cómoda para quienes deciden formar parte de ella y se disputan “el poder” o
buscan acomodarse socialmente, haciendo uso de la Organización para sus fines
políticos y de reconocimiento personal. Por ello la primera responsabilidad de que
el mapa del escultismo sea tan desigual es de las propias organizaciones y de
quienes en vez de abrir un grupo scout en un lugar que se necesita, se comprometen un tiempito en
los propios grupos y otro en la estructura elefantiásica de las burocracias
institucionales.
Finalmente (al
menos para este artículo), la educación en valores nunca es “neutra”. Estamos
cansados de escuchar que el escultismo se construye con los “valores de los
jóvenes”, cuando desde su surgimiento es exactamente lo contrario: en un mundo
estratificado Baden Powell propone un Brownsea donde REALMENTE participen todas
las clases sociales, en un mundo donde la niñez y la adolescencia estaba en
gran parte desorientada, Baden Powell propone el Escultismo como brújula de
vida, y eso no los hizo sin cuestionar los “valores de los jóvenes” de su época.
Podría decirse
que el día que la Educación no cuestione los valores imperantes en la cultura
ni procure que los niños y jóvenes cuestionen los propios valores (que son los
menos propios en tanto están determinados por el poder real y mediático), es
cuando se convierte en una mera repetición ideológica con algún campamento y
evento multitudinario cuyo fin último es que nada cambie.
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