El escultismo inicia con un
campamento en una pequeña Isla llamada Brownsea donde todos los chicos pagaron
el campamento, pero los pobres sólo 1/3 del valor general. Baden Powell no dejó
esa decisión a los niños o a sus familias; simplemente la tomó en un tiempo
donde lo más sencillo hubiese sido hacer otra cosa: que cada cual pague la
parte que le corresponde y si no puede, que no vaya. Desconozco si las familias
pudientes se quejaron y dijeron algo así como “no con mi dinero”. Sin lugar a
duda no se equivocó, los niños de una y otra clase social (casi no había
intermedios) participaron en igualdad de condiciones y equidad en una experiencia común que dio
origen al Movimiento que muestra la integralidad inicial de los valores scouts,
incluso en lo económico.
Los valores
no se encuentran en la naturaleza humana sino que son parte del proceso de
humanización. Los mismos configuran mandatos a los cuales uno adhiere o no, de
allí que el momento más importante en la vida de un scout es la formulación de
su Promesa, donde adhiere de forma voluntaria al universo simbólico del que se
le ofrece ser parte los cuales constituirán un “universal” donde poder
orientarse y construir sentidos para su vida. Los valores son integrales constituyéndose
en el nudo inicial de un trenzado o tejido social que conforma la comunidad
scout en general cuyo objeto es la irradiación de estos en lo social, sino se
trataría simplemente de un juego organizado o club, y no un “manual de
ciudadanía” (subtítulo de EPM) o escuela de ciudadanía para la construcción de
un mundo mejor para todos.
El modelo social de la práctica del escultismo
Debemos
tener en claro que no es lo mismo pensar que el escultismo se configura como un
conjunto de valores que se ofrecen a los jóvenes, que afirmar que se configura a
partir de los valores de los jóvenes. El escultismo no es “relativismo valoral”:
no se constituye por modas, tendencias actuales, narcisismos de época… esto no
quiere decir que los excluya, sino que los aloja dentro de su marco valoral sin
perder el rumbo marcado por su “universal”.
Sobre el
aspecto o marco simbólico- imaginario hay mucho escrito, no voy a detenerme en
ello, si lo voy a hacer sobre el escultismo concreto, o mejor dicho en su
materialidad donde se expresan los valores.
Las
jerarquías existentes en la patrulla tienen por objeto que el “juego social”
sea posible: vivir el escultismo articulando a cada uno de los miembros en la
división del trabajo que se construye a partir de cargos y funciones donde
todos y cada uno son necesarios e importantes. Las “jerarquías” no implican
distintas valías, las decisiones que hacen a la Patrulla se toman de forma
democrática sin importar el cargo que ocupe cada uno.
Los bienes
de la patrulla son de uso comunitario. Se obtienen por compra a partir del
esfuerzo compartido o por aporte de los miembros de la patrulla (una olla
vieja, una sartén, etc). Muchas veces ocurre que para determinadas actividades
planificadas son necesarios elementos materiales que la patrulla no tiene pero facilita
o presta uno de los miembros (por ejemplo kayak, futbol, juego de mesa para
días de lluvia, etc); a partir de ese momento ese bien privado pasa a ser de
uso comunitario, para luego de finalizada la actividad ser devuelto en las
mismas condiciones.
En la
patrulla es claro que el aprendizaje y desarrollo de cada uno de sus miembros
hace a la posibilidad de un mejor cumplimiento de sus funciones y con ello a
que el objetivo común sea logrado. Roland Phillips afirmaba claramente que
quien sabe enseña a quien no sabe para bien de todos, de allí que -por ejemplo-
el cocinero transmite su arte a otros que lo reemplazarán cuando cambie de
cargo o realice su pase a otra rama; si esto no sucede probablemente la
patrulla pagará las consecuencias con alimentos mal cocidos o quemados.
Las
habilidades que cada uno tiene colaboran al bien común y son vividas
naturalmente porque es claro que todos nos precisamos. Quien al ser muy buen
pescador obtiene dos o tres piezas en la excursión al río las comparte con
todos, de la misma manera que quien las cocina comparte su arte al hacerlas
ricas y comibles, como quien construyó la cocina que permite hacer el fuego, o quien
ha buscado la leña. La patrulla nos enseña que para que el juego social
funcione debe ser como una orquesta sinfónica donde cada instrumento cumple una
función distinta y en su buena articulación encontramos la armonía… no podemos
pedirle a la trompeta que sea tambor, ni al violín que se convierta en piano,
la articulación de las diferencias hace a la buena música, no su reducción a
que todos toquen el mismo instrumento.
¿Qué valores político-sociales se desprenden del escultismo concreto?
Releyendo el
punto anterior podemos extraer lo siguiente
1)
En
una sociedad todos somos necesarios: el agricultor, el obrero, el cartonero, el
comerciante, quienes trabajan en el Estado a efectos de brindar algún servicio,
etc. La división social del trabajo no implica que existe una valía mayor entre
las personas, todos construimos un mejor presente y futuro para todos, en
condiciones de igualdad por lo que es justo el disfrute de los bienes del
conjunto social
2)
Que
existan diferencias sociales con relación a lo económico no justifica ignorar
que la producción de bienes tiene como primer destino su circulación por la
comunidad, lo que no implica la inexistencia de la propiedad privada o bienes
personales, pero de la misma manera que con un campamento no todos pueden pagar
lo mismo en tanto el aporte debe ser progresivo respecto a las posibilidades
económicas de las distintas pertenencias social para que la vida común sea
posible. Ejemplo de ello es el sostenimiento de los sistemas de salud y
educación pública donde en países como Canadá, Inglaterra, Francia, España,
Italia, Alemania, etc. donde los impuestos progresivos implica que los que más
tienen paguen mucho mas que quienes menos tienen para el sostenimiento de los
sistemas que son públicos en su totalidad (por ejemplo Inglaterra) o mixtos
(público privado) en el caso de algunos de ellos.
3)
En
una sociedad todos somos necesarios y corresponsables de que cada persona pueda
desarrollarse en su función de la mejor manera posible, por eso el principio de
subsidariedad de las personas es fundamental y constitutivo para una buena vida
social traduciéndose en el apoyo educativo, la capacitación y acompañamiento de
quienes se incorporan a la vida comunitaria, valorando sus diferencias y
potenciándolas para el bien común desde una perspectiva ecológica (de sistema,
no de cada elemento sin relación a los otros como en el individualismo), en tanto
cada uno es valioso para el objetivo común.
Los valores de los jóvenes y los valores del escultismo
Formular una
promesa implica un compromiso ante sí mismo y un grupo de testigos donde se renuncia
al egoísmo para ser parte de una comunidad de sentido orientada por los valores
que se concretizan en lo material y brindando orientación para la construcción
de la propia vida y la participación de la vida social.
Mi esposa (perdiz apacible) siempre
dice con relación a la Ley: “los valores morales a los que adheriste y
prometiste cumplir u observar, deben prevalecer sobre tu egoísmo”. No se trata
de un imperativo categórico Kantiano que se niega la existencia de pulsiones
egoístas como la pasión por la ignorancia, la pasión por la indiferencia y el
culto al Yo que inciden en la vida social; sino que ante ellas, el valor moral debe
prevalecer. El ejemplo más sencillo en la vida familiar es la situación en la
que un niño se enoja con su hermano, tiene ganas de pegarle o dañarlo, pero no
lo hace porque prevalece el valor moral aprendido en su familia.
Lo mismo ocurre en la vida social
donde los medios de comunicación continuamente degradan los valores ciudadanos
y señalan falsos culpables del malestar social de nuestro país y la humanidad ocultando
a los verdaderos y sus intereses en juego (quienes tienen el poder real). El
apuntar al núcleo egoísta señalando a los supuestos culpables del malestar
social e individual da pie a la configuración de la tensión agresiva y la
conflictividad social creciente donde se trata de “o yo, o el otro”, declarando
como “enemigo” al prójimo.
Cada vez que escucho que “el
movimiento scout es un movimiento de valores” invito a preguntarse ¿cuáles?... El
mundo esta lleno de “valores” contradictorios entre sí (relativismo valoral);
si me preguntaran a mí diría sencillamente: los que se desprenden del
escultismo material concreto y se trasladan al pensamiento como sentido y
orientación de vida.
Cuando me dicen “el movimiento scout
se funda en los valores de los jóvenes” siempre digo que NO, es un error, los Valores
Scouts siempre se encuentran en tensión con los valores hegemónicos de los
jóvenes sin importar época o cultura, y habría que preocuparse mucho cuando
entran en sintonía porque si fuera así, el escultismo no sería necesario, bastaría
con un club de acampe. Los Valores Scouts pueden alojarlos, e incluso pueden ayudar
a descubrir que algunos de ellos para el escultismo son disvalores… Baden
Powell no preguntó si estaba bien el cobro diferencial del primer campamento
donde los que más podían pagar colaboraban con los que menos podían pagar… eso
no estuvo en discusión, fue contra la cultura de la época e insertó en el
corazón del movimiento el valor de la igualdad y equidad que son fundantes. Si
alguien dijera “es injusto que yo pague más y el pibe de la villa pague menos”
sencillamente no entendió los valores scouts… quizás se equivocó de lugar con
la suerte que en la actualidad existen clubes de campismo donde se puede salir
sin necesidad de comprometerse a un estilo de vida… hay que tener claro que el
Gran Juego no es un juego como otros y su objetivo no es inflar el narcicismo
de niños o dirigentes, ni que los valores egoístas primen sobre los valores
sociales del estilo de vida CONCRETO del escultismo. Lo maravilloso de la
Promesa Scout es que cuando alguien la formula, acepta orientar su vida en ESOS
valores que prevalecen sobre otros. Prometer es elegir una forma de vida para
renunciar a otras… ynadie obliga a hacerlo, por eso la formulación de la
promesa no debiera ser algo “automático” en tanto es el acto más importante que
da inicio a la vida de un scout.
Los valores del escultismo se TRADUCEN
en las elecciones políticas de los jóvenes y los dirigentes… pero cuidado… no
es una cuestión de “izquierda, derecha, centro” en tanto dichas categorías
forman parte del aparato de colonización pedagógica. Tampoco se trata de la
adhesión a un partido político determinado sino de la presencia de dichos
Valores a los cuales libremente adherimos en las distintas opciones que se
presentan a elecciones sino ¿Cómo se construye un mundo mejor? ¿solo en campamento?
¿el objetivo del escultismo dejaría de ser la ciudadanía activa que lleva a
construir un mundo donde todos puedan ser felices? No tener esto como horizonte
es ver el escultismo como un simple juego y no como un Gran Juego que tiene por
objeto la formación de mejores ciudadanos, participantes activos en el logro de
los objetivos de la Comunidad del país al que pertenecen. La metáfora del
campamento permite encuadrar el modo de vida que se propone, generalmente
invisibilizado para los propios participantes de la comunidad quienes no tienen
autoconciencia de los valores que viven en el grupo scout y su real
correspondencia con la construcción de un mejores mundos posible para todos a
partir de los valores cívicos y comunitarios que se vivencian.
La incoherencia entre la vida de
grupo y las elecciones políticas nos muestran cómo el escultismo fracasa en sus
objetivos, cuando la enorme mayoría de jóvenes y dirigentes elige para presidir
un país a un candidato de ultraderecha cuyas valores están en las antípodas del
modelo social del escuiltismo. Cada uno es responsable de lo que vota, pero cuando
existe tal incoherencia conviene preguntarse ¿qué responsabilidad tienen los
adultos dirigentes y las instituciones que instrumentalizan el rol de los
dirigentes y jóvenes en función de otro tipo de valores desplazando poco a poco
los de Unidad (el universal) en función de otro tipo de intereses? ¿Acaso no podría considerarse como una “estafa
educativa” para quienes formulan su promesa eligiendo los Valores del
Escultismo que los lineamientos del programa e desvíen de las omitiendo que el
principal trabajo es generar autoconciencia y visibilización de los valores
sociales que se viven y la posibilidad de su trasladado al tejido social? ¿La
“pedagogización” , “ongeización” y
degradación del servicio (que algunas veces ha pasado a pasa a ser rentado, se
convierte “pasantía” o en una simple “obligación de la progresión” acrítica ) no
constituye un impedimento para que se produzca el verdadero encuentro con el
otro, y con ello la posibilidad de análisis crítico?
Los llamados valores de los jóvenes
dependen de la cultura de masas, y actualmente se configuran como culto al
narcicismo, enfrentamiento a muerte con quien no es semejante a mí o no piensa
como yo, o cruel indiferencia respecto del otro. Cuando los valores del
escultismo son los valores de los jóvenes, el escultismo ha muerto, la tensión
educativa es cero. ¿Acaso no es tiempo de pensar seriamente qué aporta el
escultismo a la construcción real de un mejor mundo para todos?
1 comentario:
Extraordinario análisis, Horacio. Nuevamente un aporte muy valioso. Muchas gracias.
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