sábado, enero 05, 2019

Escultismo Y Neoliberalismo: conectividad, empatía y control social


     En el primer artículo trabajamos sobre algunas características de nuestra época, donde el mundo virtual de ser un espacio con cierta libertad se ha convertido en un lugar colonizado a través de empresas que se especializan en análisis de usuarios inicialmente con fines publicitarios y desde hace pocos años como manipulación política responsable entre otras cosas del Brexit, la asunción de Trump y la campaña “anti –k” que llevara a la presidencia a Mauricio Macri que se sostiene en el poder en virtud del trabajo de este tipo de organizaciones. Avanzamos sobre las nociones de infoesfera y los conceptos diferenciales de conjunción y conectividad.

     En el segundo artículo abordamos los “malestares conectivos del yo” y la eficacia de los mismos a la hora de producir fragmentación en el campo popular atentando contra la conjunción, a través de fenómenos de conectividad que buscan reducir a los sujetos a un algoritmo que debe responder a un sistema clasificatorio sin matices. Llama la atención que los movimientos metoo y su equivalente argento NiunaMenos fueran proyectados a lo social en momentos donde se comienzan a agudizar los planteos a Trump y Macri que comparten empresas de asesoramiento en influencia del electorado, en el caso de Argentina surge cuando a partir del descalabro económico-social provocado por el gobierno, que en alianza con el FMI, arrasa con los derechos de gran parte del pueblo argentino.

Conectividad y Empatía

    Si hay una emoción que es la aliada perfecta del manejo de multitudes es la empatía. Recordemos que definíamos a la conectividad como la producción de signos y significados isomorfos – imitativos- dentro de la infoesfera cuyo objeto es producir un giro en las relaciones sociales con el otro en función de los objetivos que tienen definidos los Social Media Managers. Este giro sería imposible sin la producción de empatía que en los últimos años ha devenido como nuevo mandato social, o, mejor dicho, ¿pre-social?... veamos…

    A la hora de definir dicho término las referencias generalmente se  plantean a partir de  dos movimientos: introyección afectiva e imitación lo que implica a decir de Visher[1] una “vivificación de la imaginación” que se traslada a la producción de determinadas conductas sociales. La ausencia de distancia y la suspensión del juicio objetivo quizás fuera la causa de que uno de sus primeros nombres fuera “infección psíquica” definiendo cuando una persona o grupo de personas se identifica con el supuesto dolor producido por un objeto “x” apropiándoselo del mismo para actuar como si fuera esa persona en tanto el pensamiento estará sobredeterminado por dicha identificación[2]. A la afectividad producida, se le suman slogans con un fuerte peso imaginario que se hacen virales en el enjambre de la red[3] obturando el pensar, como el clásico “que se vayan todos”, Significante amo de la significación, certeza sobre las que se articula el discurso produciendo un continuo loop que remite al slogan, de allí la imposibilidad del debate de ideas o argumentos.

    Las reacciones históricas de masa más comunes han sido los linchamientos, y la manipulación de los mismos mediante la propaganda que entre otras cosas ha sido el agente que ha llevado al poder a dictadores como Hitler o en la actualidad a testaferros del poder real con la diferencia de que en este tiempo existe una batería propagandística mucho mayor que en cualquier otra época: la prensa + las redes sociales. Desde estos lugares se sostienen en el poder a los gobiernos neofascistas de las llamadas “democracias blandas” o se mina el campo popular en las democracias intervenidas desde los medios con fines claramente antidemocráticos a partir de la continua producción de fake news y su réplica viral en quienes están capturados en la significación impuesta.

     La derecha se imbrica en las ciencias de la comunicación como modo de autosostenerse en los privilegios de sus corporaciones e intereses económicos que no tienen límite, pasando a ser la gran beneficiaria de este tipo de acciones que se convierten en una herramienta más dentro de los esquemas de shock, desarmando a partir de antagonismos transversales a las clases sociales la posibilidad del constitución o fortalecimiento del campo popular equivalencial que apuntaría al hueso del problema social: el modelo económico social y la distribución de la riqueza. ¿Manipulan a todos? No… en tanto es una imposibilidad fáctica ya que el sujeto posee un núcleo indomable… pero quienes no tienen creencias o ideologías como modo de entender el mundo son el blanco principal de este tipo de estrategias: adolescentes, jóvenes y adultos “apolíticos” que solo se agrupan por “ítems” y no por visiones del mundo que implican un proyecto de país, ellos son mayoría y definen las elecciones, más del cincuenta por ciento de los electorados son “voto flotante” …

     El efecto propagandístico viral presiona a los internautas y a los partidos políticos de la oposición a subirse a la ola produciéndose discusiones internas y desvío de metas, generando desconcierto y el efecto “Bolsonaro” en el electorado –ese cincuenta por ciento de mayoría silenciosa y autocensurada - no se hace esperar al momento de elegir gobierno mientras tanto la oposición del campo popular pareciera no entender que primero hay que tener el poder político para luego realizar avances que implican pérdida de electores. ¿Acaso alguien en su sano juicio piensa que si en la década pasada se hubiese llevado a plebiscito la posibilidad de cambiarse el nombre por género o el matrimonio igualitario hubiera sido viable su aceptación? ¿Y si hoy se llevara a plebiscito la expulsión de los inmigrantes aquí o en Europa que creen que pasaría?

    Los linchamientos esporádicos como el del joven santafesino que robo masitas de un supermercado, la destrucción de las viviendas de menores falsamente acusados de asesinato en las redes sociales, o los escraches que no parten de la inacción de la justicia ante denuncias no atendidas, fogoneados por sectores feministas misándricos punitivistas que literalmente salen de “cacería” diciendo ir contra el poder  cuando son sostenidos desde el mismo - rompen las bases del contrato social en tanto la ley y las leyes son marcos regulatorios que proporcionan los sitios donde formalizar y resolver jurídicamente distintas situaciones prescribiendo conductas y suspendiendo la venganza como acto en búsqueda de cierta objetividad. Los escraches argentinos contra los genocidas del tiempo del terrorismo de Estado surgieron por inacción de la justicia y prácticamente desaparecieron cuando la justicia operó y se llevaron adelante los juicios, no antecedieron a las denuncias formales y la búsqueda de justicia por las vías democráticas.

    La relación entre escraches y denuncias reales en la justicia nos muestra claramente cómo quedan en las manifestaciones o en la infoesfera, como si su objeto fuera operar como distractor social facilitando que “si no hay pan que haya circo”, de la mano de un nuevo mandato social falaz: “si lo dice una mujer es cierto” echando por tierra el principio jurídico básico de presunción de inocencia –que no implica el descrédito del denunciante - lo que impide el justo derecho a la defensa y la condena penal de quien comete un delito, sea sexual o difamatorio.

    La infección de lo siniestro desregulado en las relaciones de las personas opera como inoculación perversa respecto de los grandes temas políticos y económicos generando paranoia en las mujeres – que a partir de esta identificación “leen” cualquier conducta masculina como acoso y abuso - y en los hombres que no saben en qué momento pueden ser escrachados por algo que desconocen, con las consecuencias que esto implica como la pérdida laboral, familiar e incluso el suicidio como sucedió en estos días con un adolescente barilochense. Una de las voces coherentes y agudas dentro del feminismo es Rita Segato que tiene claro que este fenómeno punitivista solo puede generar un retroceso en los derechos que se adquieren, efectos “bolsonaros” no exclusivos de los hombres sino también de las mujeres que no acuerdan con la inquisición social.

Amor y conjunción

     Si la empatía es llorar juntos, el amor es el abrazo que contiene. Si la empatía se relaciona con la conectividad y alienación al otro, el amor lo hace con la conjunción que opera como tratamiento de aquello desemejante de mí. Mientras que la empatía es el emparejamiento de lo igual, el amor es un don que aloja lo distinto. Si la conectividad es metonimia –desplazamiento- la conjunción es metáfora. Si la conectividad constituye lo inmunitario, la conjunción funda la comunidad.

     Como bien decía Bifo Berardi[4] en nuestro tiempo lo que antes era un equilibrio entre conectividad y conjunción ha cambiado a un predominio de la conectividad favorecida y producida desde el enjambre de las redes, donde el cuerpo no entra en juego y lo distinto de mí es eliminado, bloqueado. La caída de la metáfora implica que el otro distinto de mí aparece como siniestro configurándose las relaciones con el mundo con aquellos iguales a mí –hasta que dejan de serlo-, como si fueran extensiones o “aplicaciónes” del Yo.

    ¿Qué sucede cuando en el programa institucional los adultos y los jóvenes se guían por los fenómenos conectivos?... sencillo, nos encontramos con lo que Gerardo Martínez[5] ha denominado “escultismo comercial” en tanto queda imbuido dentro de la lógica de la mercancía que no se reduce al consumo de objetos sino al mercado de las ideas que convienen al  poder  real enmascarado en los medios de comunicación, la red y las ONGs liberales, de allí que la propuesta pedagógica no sea crítica sino que se basa en el mito de la tierra de “nunca jamás” donde las “subjetividades libres” en realidad son niños y jóvenes abandonados al mercado y la red que coloniza el pensamiento gracias a la declinación de los adultos en su función. No se tratará de que los niños determinen sus actividades por  conjunción a partir del encuentro con los otros y el otro, sino que la actividad básicamente se constituya por conectividad, en función de lo que opinan acorde al tema social o institucional de turno – lo que nos lleva a preguntar si opinan o son “opinados- ” premiándose imaginariamente al que “mejor hablador de un tema” y no al que “mejor hace en relación al prójimo - próximo”, constituyéndose en un refuerzo conductual que repite la estructura social de clases  beneficiando a quienes tienen mejores posibilidades de acceso a la cultura y al sostenimiento de la hegemonía en tanto se discute sobre la agenda de los medios y las redes, que ya no son neutras como hace algunos años.         

     Un escultismo comunitario o comunal se constituye a partir de la conjunción y siempre será realista en tanto los debates mayoritariamente surgirán de indagar la realidad a partir del encuentro con el otro, determinando el análisis de sus determinantes y las acciones que se llevarán adelante… el exceso de conectividad desconecta a niños y jóvenes del contexto corriéndose el riesgo de que el grupo se convierta en una “discusión de Facebook presencial” que aborda las temáticas que vienen desde otro lugar y como decíamos convienen al poder. ¿Se tratará de ignorarlo?... no… sino de hacer lectura crítica de qué se nos demanda y qué se oculta detrás de la demanda siendo la comunidad la referencia del loop articulador del discurso.




[1] Diccionario de filosofía José Ferrater Mora. Empatía
[2] Sigmund Freud, “psicología de las masas y análisis del yo”
[3] Bifo Berardi utiliza el nombre de “enjambre” como designación de la masa social y sus fenómenos en la infoesfera
[4] Franco BERARDI. Fenomenología del fin. Sensibilidad y Mutación colectiva. Ed caja negra
[5] Gerardo Martínez, “Escultismo Critico popular. Bases teóricas para la construcción de un modelo pedagógico experimental”

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