Los últimos
años por distintas situaciones vividas con mis hijos dentro del movimiento
scout y por el tipo de actividades desarrolladas en distintos ámbitos de mi
vida laboral en el trabajo de asesoramiento a instituciones que atienden
discapacidad o en organizaciones que intervienen con niñez en riesgo social, me
han servido para reflexionar sobre la diferencia entre la simple declamación de
derechos y los vulneración no intencial de los mismos por parte de quienes los declaman. ¿Quién podría estar en contra de que los
niños tienen derechos?
Considero
interesante preguntarnos: ¿Ocupamos una posición que conviene a la promoción de
los derechos de la niñez y juventud? ¿Ofrecemos a nuestros jóvenes
orientaciones para que ellos mismos sean promotores? ¿Ofrecemos a nuestros
adultos orientaciones para saber hacer con la inclusión de niños y jóvenes con
diferentes problemáticas? Entiendo que el problema es complejo y por un lado
juega la estructura de las organizaciones (cómo se orientan y crean
herramientas en función del objetivo) y por otro la interrelación de las
personas que están con los pibes, que difícilmente consideren que sus prácticas
muchas veces atentan contra los derechos de los niños e incluso pueden ser segretativas
avaladas implícitamente por los mecanismos segregativos en los que participan.
Si una Zona o Distrito tiene este tipo de prácticas con los adultos, cualquier
especialista en instituciones afirmará sin dudarlo que las mismas se repiten en
los grupos que la conforman, y por ende con los chicos… de allí el silencioso
maltrato institucional promueve que las personas se retiren del movimiento
quedando en él los “mas iguales”.
Una estructura al
servicio de los derechos de los niños
Si la
promoción de los derechos de la niñez y juventud no atraviesa la estructura de
la asociación, difícilmente adultos y jóvenes puedan trabajar de forma
articulada. ¿Qué significa atravesar la estructura?... Que la gestión, el
programa y la formación, estén atravesados por ellos; que no significa agregar
un módulo específico del tema. ¿No será tiempo de analizar, pautar y
jerarquizar la estructura de gestión para que no quede reducida simplemente a
una coordinación scout sino que se encuentre en servicio real a quienes
trabajan con los niños y jóvenes? ¿Acaso el Jefe de grupo o el de rama deben
ocuparse de todo? ¿El Distrito y la zona no debieran establecer lazos de
trabajo común con las Instituciones Gubernamentales y no Gubernamentales que
abordan el tema para hacerles de soporte concreto a los grupos, lugar donde
sucede la Misión del movimiento?
¿Quiénes están a cargo de los territorios: no debieran tener una
relación cercana con los servicios locales de niñez y adolescencia, minoridad
en riesgo, y los distintos nombres con los que se abordan estas problemáticas?
¿No debieran establecerse pautas de interacción entre los mismos, para que en
el momento de la inclusión y promoción no queden los dirigentes en soledad y
sin acompañamiento?
Cualquiera
podría decir ¿por qué hacer estas cosas?. La realidad es que los grupos scouts con
buena voluntad abordan a personas con discapacidad o dan lugar a chicos con
distintos problemas sociales - legales, que muchas veces por falta de recursos
gubernamentales y carencias de los sistemas de abordaje (salud/social) son
derivados al grupo scout con la única argumentación de que “les hace bien”. Observamos
generalmente que los derivadores se desentienden de los chicos al no prestar
asistencia u orientación a los grupos que por buena voluntad pueden entrar en
situaciones de riesgo por desconocimiento o falta de orientación, con las
respectivas consecuencias sobre el grupo de chicos y con posibilidad de implicancias
legales en caso de que algo ocurra.
Por otro
lado la organización no brinda herramientas para que el chico y su familia (en el caso de inclusión no es
posible sin ellas) además de estar en el grupo scout y beneficiarse del contacto
social con otros se beneficie del programa, pero para ello se precisan
desarrollar herramientas concretas que en la actualidad no existen y que se
encuentren al alcance del dirigente común.
Si la
gestión con los derivadores debe ser asumida territorialmente a partir de
convenios de colaboración y pautas claras que beneficiarían a los niños y a
quienes los reciben; la elaboración de herramientas de trabajo y Programas
específicos con relación a la promoción de los derechos de la infancia, es responsabilidad
de la Organización Nacional… Si la estructura no está al servicio de los
beneficiarios, corre el riesgo de convertirse en una especie de ente por encima
de los grupos que poco aporta al trabajo real y concreto, incluso siendo
obstaculizadora para el cumplimiento de la misión institucional.
1 comentario:
En España las asociaciones scouts están haciendo verdaderos esfuerzos para para darle voz a los jóvenes. Y si bien de momento los foros son solo consultivos. Es un cambio que cuesta...
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