lunes, julio 16, 2007

La musica y el escultismo

Franco había venido a visitarnos desde Italia. Habíamos compartido hermosos años de nuestra vida en el movimiento Scout, hasta que sus padres de nacionalidad italiana deciden volverse a su país natal en enero de 1979. Vive en Milán desde esa época, y los primeros acordes que aprendimos juntos en el grupo scout, en su caso se transformaron en un estilo de vida. En la actualidad es guitarrista de Jazz en el circuito de Milán y ha participado en distintos festivales de música, incluso infantiles donde presentó una de sus creaciones: “el gauchito Painé”, haciendo referencia al país que lo vio nacer y crecer hasta iniciada su adolescencia.

Cuando nos encontramos salimos a caminar por el barrio. Me decía “Yo me acordaba que las calles eran muy anchas, ahora que las veo de nuevo, no lo son tanto”. Mirada del recuerdo, de los ojos de un niño, que jugaba con sus amigos en la época que en donde las grandes discusiones musicales se basaban en si uno era “pardo”, “cheto” o “Stone”; y de allí la vestimenta utilizada, como los vaqueros “bombilla” que prácticamente se adherían a la piel. Desde esa época la música ocupaba un lugar importante para nosotros; dentro del grupo aprendíamos canciones y año tras años, creábamos nuevas para el “Bagre de Oro”, concurso de canciones scouts con letra y música original, que se realiza desde 1978 un día jueves del campamento anual.

En nuestro grupo Scout la música y el arte nunca ocuparon un lugar menor. De hecho muchos de las personas que transitaron su niñez, adolescencia y juventud se han dedicado a la música y al arte, como a las ciencias sociales. De nuestro querido y humilde grupo “San Jorge”, en donde el escultismo se enlazaba con la poética; surgieron músicos, artesanos, maestros, trabajadores sociales, psicólogos, gremialistas, historiadores, militantes sociales y políticos.

La música es la más clara expresión de la voz, pero no de una voz imperativa que da órdenes, sino de una voz que aunque todos juntos gritemos ocurre como en el aplauso: se sincroniza automáticamente una con otra generando una “buena voz”. Simplemente hay que ver un partido de fútbol para escuchar ese hermoso efecto que se produce cuando una se suma miles para expresar el canto de la tribuna.

Nuestro grupo scout se ubica a 300 metros de lo que llamamos “el bosquecito”, un lugar en donde se encuentra una planta de agua potable y que tiene unas 14 hectáreas de árboles, allí sábado a sábado realizábamos las actividades. Siempre marchábamos cantando, rompiendo el silencio de la siesta. Allí se inscribía nuestra voz, y a veces escuchábamos el eco de la misma resonar entre los intersticios de la calle. Cantábamos las canciones tradicionales, como “Soy un Scout”, pero también cantábamos otras a dos voces, sin importar las miradas de quienes se asomaban tras las cortinas de las ventanas de sus casas para ver que ocurría. Con las mejillas rosadas y los ojos brillantes, las patrullas marchaban hacia la aventura con un gozo que se hacía escuchar.

Ese placer singular que despierta la música, muchas veces en la historia ha sido confundido con lo demoníaco, tal es el caso de las sirenas que por la fascinación que provocaban se decía llevaban a la muerte a los navegantes de los mares También se ha confundido con lo divino, la voz angelical, de allí el nombre de “Diva” (Divina) para la mujer que canta en la Opera. San Ambrosio, uno de los primeros en incorporar las canciones en la liturgia, confesaba: ‘algunos pretenden que yo he fascinado al pueblo con el canto de mis himnos; no lo discuto” y no tenía problemas en comparar el canto con el ruido de las olas, en donde en su arrullo uno se abandona a su escucha y el sentido es desplazado por los sentimientos que despierta la armonía, ocurre lo mismo cuando acampamos junto a un arroyo, el sonido de las ranas... es sonido del agua que corre… es la música que nos brinda la naturaleza, que nos arrulla, que nos invita al descanso.

San Agustín en relación a la música decía : “Dichoso del pueblo que conoce el júbilo. Corramos entonces hacia el júbilo pero no nos entreguemos a él sin comprenderlo (…) Aquel que está en júbilo no pronuncia palabra; su alegría se hace entender sin que mezcle palabras; es el canto de un alma que la alegría inunda y que, como puede, exterioriza sus sentimientos sin llegar a formar frases. El hombre entregado a la alegría a partir de palabras que ya no pueden decirse ni comprenderse, pasa a una clase de vida donde la felicidad brota sin palabras. Se ve bien que él quiere darle una voz a la alegría, pero la plenitud le impide desarrollarse en palabras”. Algo de eso sucede, cuando se canta en grupo, pierde peso la significación de las palabras para ganar espacio los tiempos, los juegos de voces, la armonía, el sentimiento de ser todos uno.

Allí estábamos pues, 25 años después y un poco mas viejos, transitando las mismas calles que nos había conocido como niños que corrían y jugaban en los baldíos, con barcos improvisados cuando la lluvia cavaba zanjones a los costados de la calle que se convertían para nuestra fantasía en turbulentos ríos, como grupo de adolescentes que bajo el farol de la esquina charlaba hasta altas horas de la noche cuestiones de la vida. Alli estábamos, éramos los mismos pero distintos, en esta ocasión caminábamos a festejar el cumpleaños de Darío: Ciervo audaz para los scouts, “el gaita” para los demás.

Franco había traído su “Fender” con un equipo portátil, una vez en lo de Ciervo, Leo decidió ir a buscar su eléctrica, Darío desenfundó su contrabajo y Andrea le prestó su violín a la esposa de Franco... la “criolla” me tocó a mí. Primero una “zapada” entre personas que era la primera vez que tocaban juntos… la música tiene esas cosas hermosas, que aún sin conocerse genera efectos de complicidad, acompañamiento, amistad. Luego de la “Bluseada” comenzó el canto, viejas canciones sonaban al unísono para que, en un segundo momento los juegos de voces hicieran su lugar. Así era en los Scouts, primero aprendíamos a cantar todos juntos una misma canción, a sonar como una sola voz, para luego darle espacio a lo singular y crear una armonía distinta, en donde poníamos en juego algo del orden de lo bello.

Nos preguntábamos ¿Quién alguna vez cantando no ha sentido un nudo en la garganta como expresión de la emoción contenida, un escalofrío de miedo ante la vieja canción de “los muertos”, o la irrupción de una lágrima cuando alguien pasa a otra rama o realiza su partida? La alternancia silencio – voz nos permiten pensar la música como impugnación del silencio, espacio en el que se inscribe el canto. La música, el canto, nos permiten conquistar el vacío del silencio y convertirlo en algo sublime; nos exige participar de una métrica simbólica, de una ley que regula el juego del canto, nos provoca un placer muy particular al disfrutar de su armonía.

La música, ocupa un lugar muy importante dentro de la estética del escultismo. Que “el scout sonríe y canta aún en las dificultades” ha sido olvidado por muchos, porque siempre parecen existir cosas “más importantes” que hacer. La música genera lazo social, anuda unos con otros, genera un sano placer, permite identificarnos a una comunidad de ideales, es parte fundamental de lo que denominamos en nuestro caso “Espíritu Scout”; que si no es alimentado y promovido muere. Cantar es poner el alma resonando con los demás, cantar es mucho más que una “actividad fija”, está en el centro, en el alma del movimiento.

Perdidos en el universo cognitivo – conductual del Programa de la OSI, cada vez renunciamos más a aquello que sin teorizarse demasiado ha caracterizado al escultismo y a motivado a generaciones enteras a “dejar el mundo en mejores condiciones de lo que lo encontramos”, que es el ubicarnos mas cerca de las artes y de la poesía que de las matemáticas y de la programación de la vida de las personas. Las utopías no se construyen cumpliendo con un protocolo de conductas, de esa forma se las mata. Las Utopías son poesía pura. Ayudar a construir a cada niño y joven su propio poema, es el desafío que tiene que enfrentar el escultismo en el siglo XXI.

Si sos dirigente quizás sea bueno que te preguntes: En tu grupo ¿Cuántas especialidades artísticas se han desarrollado? ¿Todavía marchan cantando y cuando lo hacen aún se sonrojan las mejillas y se iluminan los ojos? ¿Existen guitarras, canciones viejas y nuevas? ¿Se quedan terminado el fogón anual cantando hasta que la última brasa se apague, o hasta que el sol los encuentre juntos y felices? ¿Qué lugar ocupa la música y el canto?

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