sábado, mayo 24, 2025

El escultismo en los barrios populares

 


            Es un hecho que ninguno de nosotros elige dónde nacer, sólo sucede, no hay mérito en ello.

Es común escuchar en quienes nacen en sectores sociales medios y altos supongan que quienes lo hacen en otros sitios pertenecen a otra categoría: “vagos”, “chorros”, “extranjeros”, “negros”; eligiendo ignorar los determinantes socioeconómicos que no les permiten a otros acceder a lo que ellos sí pueden, simplemente por una cuestión de “azar de nacimiento”.

Es más fácil suponer (con la enorme ayuda de los medios de comunicación) que los pobres “algo habrán hecho”, o mejor dicho, “algo no hacen”

Por otra parte, es un hecho que las grandes ciudades se mueven gracias a los “invisibles” que trabajan como “bacheros” y mozos en el restaurante, limpiando casas y departamentos, cuidando ancianas y niños, cartoneando por las calles, construyendo viviendas y edificios, cortando el pasto y manteniendo los jardines, plantando y cosechando las verduras y frutas que se compran en el supermercado… y tantos otros trabajos invisibles para quienes viven  en otra condición social, aquellos que muchas veces nombran a  la empleada doméstica como “la chica que ayuda en casa”, preanunciando de esta manera que al no considerarlo trabajo, no harán los aportes jubilatorios ni el pago de la obra social correspondiente.

Mientras los niños y jóvenes supuestamente “meritorios” concurren a la escuela (pública o privada) y realizan una serie de actividades extraescolares pagas - dentro de la que se incluye la práctica del escultismo- los otros niños y jóvenes solo pueden servirse de la maltrecha escuela pública y de aquellas actividades que los municipios o las provincias financian o subsidian en las villas… El problema se multiplica si consideramos que las ciudades han privatizado gran parte de sus espacios públicos convirtiéndolos en un negocio más para empresas u ONGs que los utilizan con fines recaudatorios. Los baldíos donde se jugaba a la pelota pasaron a ser canchas que se alquilan por hora, o fueron cedidos a Clubes que cobran una cuota para ser parte, utilizando esos espacios antiguos espacios públicos para entrenar de vez en cuando, luciendo en la semana un hermoso pasto verde sin uso mientras los niños y jóvenes observan desde afuera ese paraíso del que no podrán disponer para un "picadito"

Siempre quedan afuera los mismos: la niñez y la juventud “invisible”… pero mayoritaria.



Infancias expuestas e intervenidas

         Carlos Skliar nos dice que “educar tiene que ver con el comienzo, con dar la bienvenida a los que nacen. El hecho de no haber sido bienvenido en el nacimiento no debe predeterminar el futuro. No es posible ser Educador y creer en el destino. Si hay algo que dota de sentido la práctica educativa es la apuesta por el recomienzo en múltiples direcciones.”

La “no bienvenida” para Skliar se relaciona específicamente con los determinantes que no permiten al niño participar de la sociedad en igualdad de condiciones con otros, sea por pobreza o discapacidad, donde no está demás agregar que los niños que crecen en la pobreza además no tienen accesibilidad real a la salud, buena alimentación, actividades extraescolares, barrios cuidados y seguros… son los nuevos “niños expósitos” en tanto expuestos al desamparo social, paradójicamente sometidos al control de los servicios de niñez y adolescencia que en la práctica funcionan como centros estadísticos porque son impotentes para producir algún tipo de cambio.

La gran mayoría de los grupos scouts se encuentran ubicados en barrios de clase media / media baja o clase alta. Por supuesto que existen grupos en barrios pobres pero ¿cuál es su porcentaje si consideramos que más del 60 % de los niños y adolescentes viven en condiciones de pobreza? La pregunta sería de ¿por qué ocurre esto? es de respuesta sencilla: En los grupos scouts los jóvenes realizan sus partidas hacia los propios grupos y los dirigentes que dejan los grupos lo hacen para formar parte de las estructuras de apoyo de la Organización, estructuras burocráticas de poder que generalmente no facilitan la tarea a los grupos scouts porque para demostrar la necesidad de su existencia, producen un exceso de cursos, instrucciones, obstáculos y “papeles” que difícilmente un dirigente pueda conocer.



Lejos está la época donde los jóvenes multiplicaban los grupos scouts en los distintos barrios especialmente los humildes, donde la ex USCA supo marcar la diferencia para en 50 años de existencia triplicar en número de miembros a la que era la Organización Scout Oficial”.

Pareciera que el compromiso social y la apertura de nuevos grupos no es más tarea de jóvenes deseosos de cumplir con la misión del movimiento sino de los cuestionados “viejos”, quienes levantan y sostienen sin hacer mucho ruido la antorcha de que el escultismo es para todos, sin importar la clase social, marcando de esta manera uno de los importantes caminos para  construir un mundo mejor que es que la práctica del escultismo beneficie a los más humildes, aquellos que no tienen opciones, que necesitan ser reconocidos en sus derechos ciudadanos y convertirse en ciudadanos activos para el cambio de aquellos determinantes que condicionan su existencia.

La ausencia de los jóvenes en el desarrollo del escultismo en las villas muestra el fracaso del movimiento scout o el triunfo de la visión de “escuela de ciudadanía” destinada a determinados sectores estratificados socialmente que son los que desde determinada ideología tendrían chance de prevalecer y “liderar” a “los otros” que se encuentran en distinta condición, reproduciendo una y otra vez la estructura social injusta, aquella que el propio BP desafiara en el campamento inaugural del escultismo realizado en la isla de Brownsea,  rompiendo la estratificación de clases de la Inglaterra Eduardiana al invitar y becar en un 70 % del valor del campamento a niños con pocos recursos.

Las organizaciones scouts deben entender que el escultismo nace por los niños y que ellos son el sujeto protagónico del Gran Juego, no la estructura organizacional cómoda para quienes deciden formar parte de ella y se disputan “el poder” o buscan acomodarse socialmente, haciendo uso de la Organización para sus fines políticos y de reconocimiento personal. Por ello la primera responsabilidad de que el mapa del escultismo sea tan desigual es de las propias organizaciones y de quienes en vez de abrir un grupo scout en un lugar que  se necesita, se comprometen un tiempito en los propios grupos y otro en la estructura elefantiásica de las burocracias institucionales.



Finalmente (al menos para este artículo), la educación en valores nunca es “neutra”. Estamos cansados de escuchar que el escultismo se construye con los “valores de los jóvenes”, cuando desde su surgimiento es exactamente lo contrario: en un mundo estratificado Baden Powell propone un Brownsea donde REALMENTE participen todas las clases sociales, en un mundo donde la niñez y la adolescencia estaba en gran parte desorientada, Baden Powell propone el Escultismo como brújula de vida, y eso no los hizo sin cuestionar los “valores de los jóvenes” de su época.  

Podría decirse que el día que la Educación no cuestione los valores imperantes en la cultura ni procure que los niños y jóvenes cuestionen los propios valores (que son los menos propios en tanto están determinados por el poder real y mediático), es cuando se convierte en una mera repetición ideológica con algún campamento y evento multitudinario cuyo fin último es que nada cambie.


El mito de las "pandillas"

            En el artículo anterior hacía una referencia general a la progresión y las diferencias entre una visión clásica y una “renovada”...