jueves, julio 23, 2020

Ser dirigente Rover en nuestra época



            En un artículo anterior titulado “Representaciones juveniles, método scout y segregación” hacíamos referencia a la tendencia social y educativa de considerar la realidad juvenil y sus representaciones de manera “monocromática”. ¿Qué significa esto? Que las Instituciones y Organizaciones tiende a representarse la juventud de forma homogénea estableciendo como criterio de análisis general aquello que es válido solo para un sector altamente estimulado, generalmente el sector de la clase media “acomodada”, estableciendo a partir de allí los roles, funciones institucionales y herramientas educativas.

            La representación de “La juventud blanca” considera a los jóvenes como seres maravillosos y puros, desalienados, rebeldes y revolucionarios, que a la manera de los nuevos Mesías de la época harán lo que sus padres no hicieron para construir una hermosa democracia donde exista libertad para todos, de allí que la generación adulta pasa a ser entendida como obstáculo siendo depositaria del origen de todos los problemas de los jóvenes eximiéndolos a ellos de cualquier responsabilidad sobre todo tipo de conflicto. Esta visión deja de lado las representaciones de “la juventud gris” y “la juventud dorada”, sin poder entender la complejidad de los fenómenos juveniles en tanto “multicolores” siendo lo maravilloso, sólo una “ficción pedagógica” que poco tiene que ver con la realidad y los problemas reales del mundo juvenil, ocultando la inequidad de clase social y los mecanismos de segregación de los jóvenes.

            Si el Roverismo que se practica en Argentina fuera inclusivo, suponiendo una distribución homogénea en la sociedad, en una rama con 20 Rovers nos encontraríamos con lo siguiente[1]:

-          11 viven en situación de pobreza, 9 sobre la línea de pobreza

-          4 viven con familias sin trabajo fijo, 8 con familias que tienen trabajo mal pago, 6 con familias de clase media trabajadora, 2 con familias de clase media universitaria.

-          2 no completaron los estudios primarios, 6 no completaron los estudios secundarios, 12 completaron los estudios secundarios.

-          12 realizan algún tipo de trabajo remunerado.

-          9 no tiene ningún tipo de obra social y se atiende en los Hospitales públicos

            Como sabemos no existe una distribución homogénea, pero dicho uso estadístico nos permite pensar si realmente sirve a los fines del movimiento diseñar un programa Rover para la “juventud Blanca” que con suerte alcanzaría a ¿un 20 % de los jovenes? ¿o quizás un 5 % si agregamos a los datos otras conflictivas como el consumo de sustancias y la disgregación de los vínculos familiares derivados en conflictos y malestar emocional?

Generaciones…

            La insistencia en que “el movimiento es de los jóvenes” desde la representación de la “juventud blanca”, opera introduciendo institucionalmente a los adultos en oposición y conflicto con los jóvenes, lo que se denominaría “conflicto intergeneracional” entre la maravillosa juventud mesiánica con los conservadores adultos que solo buscan el poder ¿?, desdibujando el rol del adulto como aquel que tiene a cargo que el Roverismo funcione de una buena manera.

            ¿Acaso el término “generacional[2]” implica necesariamente una oposición entre unas y otras? ¿esta perspectiva de conflicto no opera anulando aquello que sí debe producirse entre las generaciones? Veamos como algunos entienden estas cuestiones

-          Existen quienes consideran a las generaciones desde una perspectiva biológica (Comte). La definición clásica de juventud como rango de edad se basa en un estatuto biológico que asimila el tiempo social al tiempo cronológico, por ello nada dice de los jóvenes concretos, de sus necesidades, de sus carencias, de sus particularidades. Una visión simplista y poco operativa en la realidad actual.

-          Un primer cuestionamiento al rango biológico (Dilthey) define a una generación por la contemporaneidad ¿qué significa esto? “la generación está conformada por grupos de personas que comparten un conjunto de experiencias de vida situadas en un determinado momento histórico”

-          Ortega y Gasset introduce una primera noción que señala a quienes comparten una sensibilidad distinta de la generación previa o la posterior; la segunda noción que importa, es la realidad social y el espíritu de la época

-          Orce sostiene que las generaciones no son estáticas sino dinámicas, dando lugar a la transmisión de los bienes culturales acumulados, de allí que las generaciones no se suceden sino que coexisten en un mismo tiempo y espacio siendo contemporáneas. Primer punto para poner en cuestión la oposición entre generaciones

-          Manheim (1993) claramente define que el hecho de compartir un tiempo y vivencias comunes y una misma edad biológica no implica que las prácticas sean homogéneas y no los hace compartir un mismo tiempo histórico.  No es lo mismo hablar de “la generación tal” que de un grupo concreto.

Itinerarios de los jóvenes.

            Si consideramos los datos estadísticos presentados sobre un supuesto clan de 20 personas construido según una distribución juvenil homogénea, a la vista podemos darnos cuenta de que los itinerarios de cada uno de esos jóvenes no podrán ser los mismos. En ese clan ficticio que utilizamos a los efectos de poder analizar el Roverismo de la época, podemos ubicar que aun perteneciendo a un mismo momento histórico el conjunto “Rovers” supondría subgrupos distintos, con necesidades diferenciadas, con formas distintas de ver el mundo e intervenir sobre situaciones de la vida. Gran parte de los jóvenes no se sentirían iguales a los otros jóvenes, y las herramientas educativas diseñadas para “la juventud blanca” serían determinantes en dos cuestiones (1) la segregación de una parte de quienes no forman parte de ella (2) la renuncia a lidiar con  su propia realidad alienándose a los efectos del discurso de la “educación blanca” a cambio de una identificación, sometiéndose (y disciplinándose) de hecho a las determinaciones de los (im)pares que por disponer de mayor cantidad de recursos simbólicos y pertenecer a un grupo social que no tiene necesidades, terminan definiendo el itinerario único del Clan generalmente en la misma línea que “los problemas” pret a porter (listos para ser usados) de la “juventud” promocionados todos los días en la infoesfera obedeciendo a determinados intereses sectoriales.

Relaciones del dirigente Rover con los Rovers

            El discurso de los adultos como obstáculo del movimiento scout no es inocente, es una fuerte apuesta al desencuentro generacional privilegiando la hipótesis de conflicto, ubicando al dirigente como un otro Otro malo que debe ser anulado en sus posibles intervenciones, claro está, todo esto solo es posible desde la representación de “la juventud blanca”, sosteniendo a su vez los mecanismos de segregación de los jóvenes entre sí mismos.

            En primer lugar veremos qué tipos de relaciones puede establecer el Rover con su dirigente de clan.

Asimilación de experiencias: los jóvenes que han tenido dificultades de apoyo en sus distintas experiencias de vida dada la situación familiar, social o por otro tipo de circunstancias; suelen buscar sostén en el Jefe de Clan valiéndose del testimonio que puede dar. Dichos jóvenes buscan proveerse de distintas herramientas para la vida (vivencias, discursos) y para ello se valen de las experiencias que le son transmitidas. En estos casos el Jefe de Clan actúa como un puente entre lo viejo (lo pasado) y lo nuevo (lo por venir) de allí que la transmisión de valores para la vida es fundamental, ya que buscan incorporarlas, enriquecerlas con sus propias vivencias, para de esta manera renovarse. En este sentido el Clan como espacio y el itinerario personal de cada Rover se constituyen en una posibilidad de Proyecto de vida que se sostiene en el Jefe de Clan y en sus pares Rovers que colaboran en la construcción y acompañamiento de la ruta elegida.

Relaciones de confianza

            La confianza siempre es un “entre dos”, por eso la definimos como relación. Algunos jóvenes necesitan sentir que los adultos confían en ellos, lo que implica el reconocimiento en sus potencialidades, lo que les da fuerzas para seguir avanzando en el alcance de sus metas. La confianza del Jefe de Clan implica que el apoyo a la hipótesis de futuro del joven.

Relaciones de cooperación mutua

            Si los jóvenes son aquellos que organizarán las actividades en función de las necesidades, el Jefe de Clan será quien los ayude brindando las herramientas necesarias para el éxito.

Algunas características necesarias del dirigente de Clan

            No es sencillo ser Jefe de Clan, si se quiere que la rama funcione de la buena manera.

            Parafraseando a un conocido psicólogo social llamado Pichón Riviere, un dirigente de Clan debe tener calle, noche y vida. ¿Qué significa esto?  Quien no tiene experiencia de vida en la construcción de su propia ruta, difícilmente pueda disponer de aquello que se necesita para una de las funciones más importantes que detallamos con anterioridad: la posibilidad de que se produzca la asimilación y recreación de experiencias para aquellos miembros del Clan que necesitan del sostén que brinda el solo testimonio de su Jefe y la palabra adecuada en el momento que es necesaria. No esta mal dejar en claro que tampoco se trata de una cuestión de edad, aunque la experiencia no se obtiene sin las vivencias.

            A lo largo de mi vida y en mi experiencia personal vi pocos Jefes de Clan que estén a la altura de las necesidades reales de los jóvenes, que no son las que nos indican los medios de comunicación y la infoesfera con sus generalizaciones sobre la supuesta “juventud”. En el Clan el dirigente no es un simple testigo de lo que ocurre en la dinámica grupal; debe ocupar una posición que deje hacer a los jóvenes pero no de cualquier manera.

            En algún momento leí que el clan era una “sociedad de jóvenes” y es cierto, pero no hay que creer rápidamente que es tan distinto a la sociedad en general donde se dan fenómenos segregativos, discriminatorios, de autoexclusión por no sentirse alojados. En tanto son fenómenos grupales la figura del Jefe de Clan es esencial para poder decir NO a determinadas situaciones, lo que no hay que tomar literalmente, sino como que su intervención es necesaria para que el Clan como grupo no de lugar a este tipo de situaciones, pudiendo responsabilizarse (responder) cada uno de sus miembros en la parte que le toca en dichos conflictos. Esta es la parte menos linda de la función que debe ocupar el Jefe de Clan, pero es la irrenunciable.



[2] “Jovenes y adultos estudiantes. Relaciones en la escuela nocturna que posibilitan la inclusión”,  Barilá – Cuevas. UNCO, 2017

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