La elección del título de este
artículo no es inocente y considero se relaciona con un aspecto poco explorado en
cuanto a sus implicancias educativas dentro del modelo pedagógico que plantea
Baden Powell, quien como he señalado en otros momentos, no es ajeno a la
vanguardia cultural de la cual fue testigo privilegiado en su niñez y
adolescencia dejando marcas que encontramos en su enseñanza[1]…
recurramos a alguna de ellas, relacionada inicialmente a la pintura.
Lo propio no es lo
común
Entre 1875 y 1876 se publicaron
en “Zeitschrift für bildende Kunst” una
serie de artículos sobre pintura italiana firmado por un desconocido estudioso
ruso Iván Lermolieff (seudónimo de Giovanni Morelli). La discusión planteaba
que para reconocer un cuadro como original no había que basarse en aquellas
cosas que todos conocíamos del autor ya que muchas obras había sido restauradas
muchas veces, sino que había que examinar los detalles menos trascendentes que
iban desde un trazo en particular a la forma en que pintaba un detalle corporal
como la oreja. La revolución respecto del cómo se venían haciendo las cosas es
que el método Morelli implicaba que al poner la mirada en los detalles
marginales se dejaba de lado lo que se suponía como universal del autor (lo que
los imitadores y restauradores copiaban sin problema) dando lugar a una
manifestación enteramente individual, irreproducible, que se escapaba a quienes
analizaban la obra perdiéndose en la totalidad.
Quien comienza a leer este escrito
tiene todo el derecho en preguntarse ¿ qué tiene que ver con la educación promovida
por el escultismo? Y la respuesta lógica es releer a BP en el texto fundante
del movimiento donde encontraran el “método de Morelli” en las historias que
cuenta BP. En el primer capítulo de “Escultismo para muchachos” nos encontramos
con la indicación de leer las aventuras de Kim,
que identifica como scout en tanto fuera adiestrado para encontrar el detalle
que está presente ante los distintos sentidos aunque por no saber observar se
pierde. En el segundo capítulo relata la historia de un muchacho que al volver
de cuidar el ganado se encuentra con un vagabundo y le llama la atención unos
clavos que tenía en las botas, por lo que (dicho por BP) no se queda en la apariencia sino
que a partir de un detalle secundario realiza una deducción que permitirá resolver un crimen (el
crimen de Eldson). Se podría pensar que estas cosas son producto de la
casualidad, pero el historiador Carlo Ginzbur en su libro “mitos,
emblemas e indicios” nos anoticia de lo que denomina “paradigma
indicial” que hace su aparición en la pintura, se continúa en la
literatura y luego en las ciencias sociales. Arthur Conan Doyle es conocido como
el autor de Sherlock Holmes, famoso detective que resuelve crímenes a
partir de las deducciones realizadas sobre distintos “indicios”. Una nueva
ciencia, el Psicoanálisis, propondrá que no es en lo general donde se
encuentran las respuestas al padecimiento, sino en los pequeños detalles que
permiten inferir el sentido de un síntoma. El paradigma indicial nos lleva a
recuperar lo singular, de allí que entra en oposición con lo “normatizado” que
apunta a “estandarizar” cosas y personas entendiendo lo propio como “desviación”,
considerando el detalle personal como accesorio y no central. Los indicios siempre
nos atraen, lo tenemos en nuestra naturaleza, no por casualidad las series de
TV con mayores audiencia son aquellas basadas en la habilidad del protagonista
para encontrar respuestas en ellos… como ejemplo – entre otros- podría ser el
clásico “Dr. House”.
Es en la figura del cazador
(planteada por BP al comienzo de “Escultismo para muchachos”) donde encontramos
el mayor exponente del paradigma indicial en tanto que a partir de “La acumulación de innumerables actos de persecución
de la presa le permitió aprender a reconstruir las formas y los movimientos de
piezas de caza no visibles, por medio de huellas en el barro, ramas quebradas,
estiércol, mechones de pelo, plumas, concentraciones de olores. Aprendió a
olfatear, registrar, interpretar y clasificar rastros tan infinitesimales como,
por ejemplo, los hilillos de baba. Aprendió a efectuar complejas operaciones
mentales con rapidez fulmínea, en la espesura de un bosque o en un claro lleno
de peligros”[2]
Es a partir del detalle que podemos encontrarnos con la “presa” sea un
animal… o el otro. Debemos considerar seriamente que no es una especie de “factor
común” lo que posibilita un acto, sino el desciframiento de huellas,
marcas, y rastros propios de cada uno. El nacimiento de la medicina en la
Mesopotamia se orientará a analizar el caso por caso por medio de rastros,
síntomas indicios… y su discusión. Tanto el médico como el educador se
orientaban a partir de lo que denominamos “metáfora del cazador”.
Es a partir de Galileo y su
concepción de la ciencia donde ubicamos la pérdida de la cualidad que muestra lo
indicial para tomar como verdadero lo cuantificable, la pérdida
de lo propio en beneficio de lo común, la reiteración
de los fenómenos apuntando hacia lo común sacrificando lo más propio.
Lo numerable pasa a primer lugar… lo olores, sabores, sonidos, impresiones
quedan reducidos a datos innecesarios que podrían leerse dentro de un
“pensamiento mágico”. Se produce una división tajante entre las sensaciones y
las nominaciones. La única manera posible de hacer “ciencia” es no considerando
lo propio y distanciarse emocionalmente del objeto; la historia individual, los rasgos
propios y el contexto excluirían la posibilidad de que una afirmación
tenga validez de científica, en tanto que la verdad pasa a tomar la forma de la
estadística, de allí las siguientes afirmaciones (1) en tanto más general, mayor
borramiento de lo singular (2) en tanto más se consideran los rasgos
individuales, menos “científico” sería un conocimiento.
¿Esperan el próximo articulo para ver
las implicancias en los modelos educativos de Baden Powell y en los posteriores
cambios de paradigma?
[1] En
“Volver
a BP. Los desafíos del escultismo en el siglo XXI” edición online (1) El
movimiento scout ¿cercano al art & craft o al escolanovismo?. (2) “Efectos
de torsión en los conceptos fundamentales del escultismo” (3) “el aprender
haciendo I y II” (4) “La educación imposible” (5) “Globalización educativa y
escultismo” (6) “Educación por protocolos en el movimiento scout” (7) “el 100%
de bueno” (8) Apostar al 5%”
[2] Carlo
Ginzbur “Mitos, emblemas e indicios”, Ed. Gedisa 2010
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