1, 2, 3… 110 0bjetivos
Antoine
de Saint Exúpery en su excelente libro “El Principito” hace referencia al “contador de estrellas”, que cuenta, cuenta y
cuenta como manera de controlarlas y con la ilusión de poseerlas. ¿Cómo se puede pensar ser dueño de ellas? El dirigente de Programa de Jóvenes que se desprende
de los manuales participa del movimiento scout también contando, no estrellas
sino objetivos en un sistema imaginario que apunta a generarle la sensación
de que se puede controlar el comportamiento a
través de “objetivos actitudinales”. Una
grilla se convierte en un dispositivo
que en nombre de “la persona que queremos” establece una maquinaria de control
de conductas que aplasta la constitución de la singularidad del sujeto con
relación a la Ley (la lectura del recientemente publicado libro “El dispositivo
de la persona” del filósofo italiano Roberto Espósito les permitirá profundizar
sobre el tema ). El corazón del dispositivo de poder se produce a partir del
descentramiento del lugar que ocupaba la Ley Scout hacia el conjunto de
postulados que aparecen en “la persona que queremos”, que se multiplica y
traslada cual telaraña, a la grilla de “objetivos actitudinales” donde cada grupo de
edad tendrá su paquete de objetivos/comportamientos, produciéndose en acto la eliminación de la
distancia entre el Ideal del ser ( planteado en la Ley Scout ) y la realidad cotidiana reducida a un
conjunto de conductas esperables y contables
marcando fuertemente una línea biopolítica que dudosamente podría
considerarse afirmativa… el paradigma del programa no ataca los problemas de
época, más bien es parte de ellos ya que obedece al paradigma del niño cuantificado, fetichizado, sujetado
pero no sujeto.
¿Cómo
ocurre esto? La aparición y el uso del dispositivo introduce una ruptura en el
juego produciendo dispersión en sus elementos estructurales. Se pretende de
volver a unirlos utilizando lo que provocó el quiebre… la malla de objetivos.
Por supuesto que el juego tiene una finalidad e incluso podemos hacerla
conciente (no es eso lo que está en discusión)… el efecto distorsivo ocurre
cuando aplicamos el dispositivo de objetivos como mecanismo biopolítico generando
entre otras cosas y en el mejor de los casos una planificación falsa donde el
dirigente y los chicos elegirán algo que les gusta viéndose obligados a
pasarlos por el dispositivo para que la actividad quede “acorde” al programa, a
la manera de ficha Reme o sea, a un programa escolarizado.
El juego: Una trenza entre expresión, ficción y
simulacro
Sabemos que la trenza es un entrecruzamiento entre distintas hilos o
sogas que forman un solo cuerpo… sea este un piolín, una pulsera, una traba de
pañoleta.
De
igual manera sucede con el juego, entendemos que su estructura es la de una
trenza en la que forman un solo cuerpo la expresión, la ficción y el simulacro
sin que establezcamos un orden de importancia dado que aunque no entendamos el
juego del niño, los tres elementos están presentes en la constitución de lo
lúdico.
El
juego es un simulacro ya que en él
se ponen a trabajar distintas situaciones que son dadas como verdaderas, de allí
que aquello a lo que se invita a jugar
sea muy importante de la misma manera que el velo sobre lo que se pone en juego
ya que la seriedad o lo verdadero lo mata[1];
un ejemplo de ello es la imposibilidad de juego en el autismo donde en el espacio
de talleres terapéuticos se busca
articular algo de lo singular para introducir la posibilidad de un simulacro
con otro o con otros.
En los juegos grupales cada uno de los
participantes es convocado para construir un espacio común participando desde
un estilo propio. Es un simulacro compartido que resonará de
distinta manera en cada uno develando un estilo de juego que se caracteriza por
una forma de expresión. La ficción es la trama simbólica que
sirve de sustento y como decía San Agustín este término no indica algo
“mentiroso” sino una figuración de la verdad.
Como
en toda trenza, es difícil separar los elementos del todo que conforman, por
ello solo de forma artificial podemos ubicar al simulacro como el telón
de fondo del juego, lo Imaginario en sí y a las Ficción como aquello del
orden de lo simbólico, como aquello que nos permite tratar el juego como texto
que
permite a los participantes servirse de él en tanto construcción de la
personalidad y emergencia de la subjetividad.
El
juego siempre obedece a fines y esto es algo que puede verse
en todas las culturas. Importa estar atento a los tiempos del juego: la
condición de actividad repetitiva por la que se consiste una actividad convirtiéndose
en estructura del juego y la posibilidad de que por la estructura del juego se
genere un acontecimiento singular en los distintos participantes. La coherencia
interna del Gran Juego es la que nos permite pensar en la finalidad del juego
scout; la atomización de las actividades en una serie contable mas que permitir
que el juego sea se constituye en obstáculo.-
3 comentarios:
Creo que deberíamos profundizar en que esa malla de objetivos conduce a una 'homogeneización' de los participantes del juego. Ese 'igualamiento' elimina la singularidad al evitar lo 'emergente' que, justamente, es la singularidad que aflora dando visibilidad a lo que le acontece a cada uno de los participantes. La grupalidad de lo emergente, en la diversidad de singularidades, es la mayor riqueza al momento de la experiencia, tanto individual como del grupo. Finalmente, es el intercambio grupal de vivencias lo que permite socializar lo vivido, e introyectar los valores compartidos, desde cada singularidad. Una subjetividad que se co-construye en libertad y en reciprocidad, solidariamente entre los participantes.
Estimado anónimo.
El tema de la homogeneización está planteado en muchos artículos de “apuntad alto!” como “educación por protocolos” “el 100% de bueno” “el 5 % de bueno” “Globalizacion educativa y escultismo” “conceptos fundamentales”, acuerdo contigo en que la asociación debiera profundizar en el tema ya que no da espacio a lo singular, que por definición es lo que no es igual a otra cosa.
Que tema el de la grupalidad!.. creo que sí daría para mucho ya que lo podemos tomar desde distintas perspectivas, habría que definir término por termino para ponernos de acuerdo en qué decimos cuando escribimos, ya que se puede armar un hermoso malentendido (la idea de sujeto de lacan no es la misma que la de Foucault). Acuerdo contigo en los dos momentos o tiempos básicos: la realización del juego y su posterior significación o resignificación que desde mi punto de vista no es necesaria hacerla ni bien termine el juego, hay veces que se hace en otro momento… pero esto marca estilos. A partir de la resignificación construye comunidad y los modos de lazo con el otro desde el estilo de cada uno. Saludos y gracias por el aporte.
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