Pablo Romero - Castor Ingenioso-
En diciembre del 76 habíamos ido dos raiders, Ariel Lottero y yo
(Pablo Romero) con nuestro educador (Alberto Mecoli) a buscar lugar para el
campamento de verano del grupo.
Como en un campamento nacional que hiciéramos en la Isla Del
Cerrito en el Chaco habíamos conocido un cura radicado en Gualeguay y nos había
invitado a ir allí cuando quisiéramos.
El grupo nos había encomendado ir a lo de nuestro nuevo amigo en
busca de un lugar para acampar en el verano de 1977.
La cuestión que partimos el 30 de diciembre rumbo a Gualeguay.
Embarcamos en una lancha de pasajeros y tras cinco horas de hermoso trayecto
por el alto delta del Paraná y las islas llegamos a Victoria, luego el recorrido
seguiría a dedo hasta nuestro destino (80 Km.). Como no lográbamos que nos
levantaran decidimos dividirnos Ariel y yo por un lado y Alberto por otro para
que sea mas factible que algún automóvil o vehículo se hiciera eco de nuestras
señas de pedido de acarreo.
Al anochecer con Ariel estábamos todavía a mitad de camino y de
Alberto para entonces no teníamos ni rastros, con la noche encima, con lo duro
que estaba para que nos lleven de día y con una tormenta y la madre que se
avecinaba, decidimos preguntar en una estación de servicio el horario de algún
micro a Gualeguay, el mas próximo pasaría a la una de la madrugada, como
faltaban unas cuantas horas gracias a la generosidad del encargado de la
estación, desplegamos nuestras bolsas de dormir y nos acostamos a dormir en una
especie de lavadero para autos, a eso de las once de la noche arribaban a la
estación de servicio automóviles con terribles abolladuras en el techo y capó,
comentando que en Gualeguay estaba cayendo una pedrada jamás vista.
A la hora indicada bajo una lluvia torrencial abordamos el micro
con la suerte de que Alberto había pensado mas o menos como nosotros y lo había
tomado unos kilómetros antes. Llegamos a nuestro destino y nos encontramos con
una ciudad desierta totalmente a oscuras con montones de vidrieras rotas,
cables y ramas caídas por todos lados, sorprendidos por el espectáculo
desolador nos dirigimos a la parroquia de nuestro buen amigo el cura.
Cerca de las 2 de la mañana se ve que los golpes que propinamos a
la colosal puerta de la iglesia solo despertaron a los santos puesto que el
cura ni apareció, para entonces la lluvia había cesado y la plaza que estaba
frente a la iglesia resultaba lo mas apropiado para pasar la noche, nuevamente
desplegamos nuestras bolsas de dormir y los bancos de la plaza se transformaron
en excelentes camas.
Al amanecer dos cosas llamaron mi atención, cuando abro mi ojo
izquierdo observo una persona juntando
palomas muertas del piso y colocándolas en un cajón de manzanas y cuando abro
el ojo derecho veo que estamos durmiendo justo enfrente de la jefatura de
policía y en su puerta un guardia que nos miraba con cara de estar pensando
.... ¿quienes serán estos pordioseros....?.
La tormenta había sido terrible y todo el mundo estaba
convulsionado con el hecho, en la panadería cuando fuéramos a comprar unos
bizcochos para nuestro desayuno a secas nos enteramos que un productor de
tomates que había perdido la cosecha se había matado dos veces, entre los
clientes y la panadera no se hablaba de otra cosa que lo impresionante de la
tormenta y por supuesto competían a quien había rescatado la piedra de hielo
mas grande, en lo mejor de la tertulia entra una vecina con la novedad de que
don Torres se había pegado un tiro porque había perdido toda la cosecha de
tomates, ni bien terminara su relato entra otro cliente diciendo que don Torres
se había ahorcado porque perdió todos los tomates, ....nunca supimos ni
siquiera si don torres se había matado o no.
A media mañana dimos con nuestro amigo el cura quien nos oficiara de
guía en su Fiat 600 por los alrededores para que eligiéramos el lugar donde
haríamos el campamento con el resto del grupo unas semanas mas tarde. Tras
elegido uno de los lugares (La Paloma), pasamos un par de días en un camping y
emprendimos nuestro regreso. Ya en Victoria a la tardecita del cuarto día como teníamos que
hacer tiempo desde las 19 hs hasta la mañana siguiente para abordar una lancha
que nos llevaría a Rosario, en plena ciudad se nos complicaba encontrar lugar
para armar la carpa, esto hizo que implementáramos el plan B, tocarle el timbre
a un educador scout de dicha ciudad que habíamos conocido en el mismo
campamento del Chaco donde habíamos conocido al cura de Gualeguay, buscamos el
papelito de la dirección entre nuestros bolsillos y rogábamos que no estuviera
en los de Alberto porque días antes lo había interpelado una Gitana y con la
intención de sacarle unos pesos por derecha y también por izquierda, mientras
le leía las manos le decía que tenía dolores por acá y le metía la mano en un bolsillo,
y por acá seguía diciendo y le metía la mano en otro bolsillo la cuestión es
que todos los dolores estaban en la zona de los bolsillos y ya sabemos que las
gitanas conocen muy bien las artes de la adivinación pero también las de
quedarse con el contenido de los bolsillos ajenos, por suerte la dirección
estaba en poder de Ariel. Ya de noche....riiinggggg, le tocamos el timbre a
Juan Carlos Strata quien nos recibió y nos ofreció su habitación para dormir,
el con su esposa dormiría en el living, la mejor forma que encontramos de
dormir tres en una cama matrimonial fue el hacerlo transversalmente ya que nos
colgaban un poco los pies pero de ancho estábamos cómodos.
El viaje en lancha transcurrió sin sobresaltos y arribamos a
Rosario con la misión cumplida.
Entre tantas experiencias una que no se me olvida es que para
lavar los platos y los cacharos jugábamos a los dados para que el perdedor se
hiciera cargo del asunto, la cuestión que de los cuatro días batí el record
hasta hoy en día puesto que lave los platos en todas las ocasiones.
Un par de semanas después todo el grupo en un cascajo que oficiaba
de ómnibus salimos rumbo a Gualeguay para nuestro campamento de verano.
Llegados al lugar(la Paloma) Ariel, Alberto y yo casi vamos a parar a una
hoguera inquisidora ya que a la mayoría el lugar les pareció horrible, por
nuestra parte habíamos descrito el lugar a la perfección pero por el entusiasmo
y la actitud optimista de todo scout les había hecho suponer a los demás que
exagerábamos en nuestra descripción paisajística cuando advertimos que había
pocos árboles y que el río era bastante choto, la cuestión que las caras de
traste de los educadores duraron casi todo el día.
A los raiders (adolescentes) poca mella nos hacían las
características del lugar dado que nuestro programa constaba de estar allí solo
un par de días de los quince que duraría el campamento general y luego salir de
campamento volante hasta la ciudad de Gualeguaychú.
Como nuestro grupete era muy independiente le habíamos planteado
al concejo de grupo que durante el campamento queríamos administrar la parte
del presupuesto que correspondía a nuestra sección, cosa que nos resulto un
tiro por la culata ya que nosotros éramos siete y las dos únicas personas que
no habían podido pagar el campamento estaban entre los siete, el concejo de
grupo nos dijo que no había problema pero de nuestra parte descontarían el
importe de los dos que no habían pagado, considerando que los mayores gastos
eran los del cascajo que nos había llevado desde Rosario a Gualeguay lo que nos
quedaba para gastar en la estadía era muy poquito, el descuento que nos
hicieran casi dejaba nuestro activo en rojo, los números daban de la siguiente
forma, el campamento costaba $120 c/u de los cuales había $70 de cascajo, por
ende restaban $50 para gastos de comida, nuestra cuenta daba 50 x 7 que éramos
nosotros, lo que hacia suponer que contábamos con $350, pero este concejo de
grupo que se ve les había picado el hecho que quisiéramos manejar el dinero,
nos saco la siguiente cuenta ....- “ustedes pagaron 5 personas ósea que
pusieron $600, bien, pero viajaron 7 ósea que de gastos de transporte tuvieron
$70 x 7 lo que da $490 que restándolo de los $600 que pusieron les queda un
saldo de $110, ya que son tan independientes háganse cargo de sus propios
gastos”- ....noooo, estábamos fritos!!!!
Al tercer día aprontamos nuestras mochilas, le dimos al tesorero
los pocos pesos que cada uno tenía en sus bolsillos para engrosar los números y
partimos rumbo a la aventura.
Caminamos alegremente 1/2 Km. hasta la ruta para hacer dedo, que
seria nuestra forma de hacer el recorrido,
una vez allí mirando el reloj dijimos ....- “son la 8 de la mañana,
hasta Gualeguaychú hay 80 Km., ¿cuanto podremos tardar?....con mucha mala
suerte seguro que antes del medio día estamos allá”-
Empezamos a caminar y no habíamos hecho ni cincuenta metros que
para un auto de la policía y nos empieza a interpelar de que estábamos
haciendo, etc., etc., con la suerte de que ese sector era elevado y desde allí
se veían las carpas del resto del campamento que había quedado en La Paloma,
alguien dijo que éramos scout y que pertenecíamos al grupo scout haciendo un
ademán hacia el campamento que se veía muy pintoresco a la distancia, con esto
fue suficiente para quedar libres de la “autoridad” y seguimos la marcha.
Caminaríamos hacia nuestro destino y a la vez haríamos señas para que nos
llevara algún vehículo.
Hacia las diez de la mañana habíamos caminado a buen ritmo, pero
ni miras que alguien se hiciera eco de nuestras señas para llevarnos. Todavía
era temprano y teníamos todo el día por delante, no obstante decidimos
dividirnos para que fuera mas fácil que nos alzaran, quedamos, el Ale (el guía,
tesorero y chaman), el Cabezón (Marcelo, enfermero), y yo (Pablo, cocinero, a
esa altura estaba dejando de ser “Petaca”), por el otro lado quedaron el Goru
(Hugo, encargado de materiales), El Indio(Rubén, chistoso, cómico y rompe
bolas, nunca tuvo cargo), Víctor Hugo (el nuevo) y el Ilustre (Alberto) que era
nuestro educador.
Para las 12 del medio día el sol de fines de enero partía la
tierra, desde que nos habíamos separado de los otros chicos al costado de la
ruta lo único que se veía era maíz de un lado y maíz del otro, a veces el maíz
alternaba con algo que suponíamos seria trigo, la banquina era muy angosta y al
toque estaba el alambrado y pegado a el los cultivos, la ruta estaba destrozada
con pozos por todos lados y mas bien parecía ripio porque los vehículos
levantaban la piedra del asfalto, lo que hacia que fuera mas fácil caminar por
la agosta banquina. Nos veníamos planteando que no íbamos a poder cocinar en
tan angosta brecha, ya que de la ruta al alambre no había mas de tres o cuatro
metros y el maíz campo adentro no parecía tener fin lo que no nos permitía
pasar el alambrado, cocinar en la banquina era muy peligroso.
A eso de las doce treinta, empezamos a sentir algo que parecían
ranas, cosa extraña porque no había agua por ningún lado, nos paramos un
momento nos secamos el sudor de la frente y cuando amaino un poco la
respiración lo que sonaban a ranas eran nuestras tripas, el mate cocido de las
siete de la mañana ya lo teníamos en la punta de los talones. Seguíamos sin
encontrar lugar para cocinar, la única cosa que podíamos hacer era seguir para
adelante hasta que apareciera alguno, por suerte casia a la una (13hs) apareció
la entrada de una estancia con esas tranqueras imponentes y unos hermosos
eucaliptos adornando la entrada, el casco estaría bien lejos porque a partir de
la tranquera solo se veía un camino que se perdía campo adentro. Prendimos
fuego desplegamos una pequeña parrilla pusimos a calentar agua en una ollita
para hacer fideos y por supuesto que le íbamos a bajar la caña a unos buenos
choclos que por afanados seguro sabrían mucho mas ricos, porsupus que ya
estaban sobre las brasas. Ya con el agua a punto de hervor mientras yo
acomodaba los choclos para que salgan bien doraditos, el Ale tenía el paquete
de fideos inclinado casi ya vertiéndolos en la olla cuando para una chata
(ranchera Ford) con los otros compinches en la parte de atrás, nos movimos como
resortes, el Ale hizo un movimiento inercial para enderezar el paquete de
fideos y no perder ninguno en el agua ya hirviente, me pasa el paquete de
fideos que lo encesto de triple en la mochila que estaba a unos metros, los choclos
fueron a parar también a la mochila, el Ale tomó la olla y de un solo saque
apagó el fuego con el agua que había dentro de ella, el Cabezón parecía un
pulpo guardando las pocas cosa que estaban sueltas, en treinta segundos
estábamos los tres junto a la chata, el conductor nos miro como
inspeccionándonos y como si no hubiera pasado nada dijo - “Aaaa, son muchos”,
aceleró y se fue, los compinches a medida que se alejaban nos saludaban y se
destornillaban de risa, nos quedamos sin saber que hacer por un momento, los
tres paraditos en hilerita al borde de la ruta con las mochilas a medio colgar
y unas cuantas cosas en las manos, el Cabezón rompió el silencio con un -“para
los fideos ya no queda agua”, prendimos el fuego nuevamente y aparte de los
choclos que ya estaban casi listos agregamos unos cuantos mas para el segundo
plato. Disfrutamos los choclos, disfrutamos la sombra, recostados sobre el
pasto a modo de siesta, a esa altura con el estomago lleno nos reíamos del
episodio de la chata y nos preguntábamos que estarían haciendo los otros chicos
en Gualeguaychú.

Cerca de las cinco de la tarde mientras caminábamos la reflexión
era de que el medio día había quedado atrás y todavía estábamos muy lejos de
nuestro destino.
A las ocho y pico de la tarde con los últimos rayos de sol y con
los pies reventados de tanto caminar llegamos a una estación de servicio y
junto a ella estaba el camino que entraba a Laroque, justo a mitad del
recorrido, habíamos caminado 40 Km., por suerte este pueblo estaba a unas pocas
cuadras, le preguntamos al de la estación de servicio que nos guiara como
llegar al camping del pueblo y se ve que este hombre seria socio del de la
chata porque sin movérsele un pelo nos dice que en el pueblo no hay ningún
camping, otra vez los tres en hilerita desconcertados sin saber que hacer y
otra vez el Cabezón rompió el silencio diciendo
-“enfilemos para el pueblo, en todo pueblo hay una plaza.... después
vemos”-
Ya cayendo la noche en una diagonal de la plaza, en un banco de
cemento, esos sin respaldo, comimos un paquete de galletitas de agua con
picadillo, a modo de sobremesa decidimos sentarnos en el piso con las mochilas
por respaldo y prender un cigarrillo. Ya había caído la noche, el clima estaba
perfecto, había amainado el calor y la temperatura estaba muy agradable, los
focos de la plaza eran bastante pobres lo que hacia pudiéramos disfrutar de un
cielo plagados de estrellas, parecía que el tiempo se había detenido, el
silencio era o parecía total pero extraño puesto que se sentían a lo lejos los
grillos y chicharras, en realidad era como que a los ruidos los soñábamos
porque la paz era total, estábamos en plena contemplación cuando el Cabezón - “
...y que hacemos?”, faaaa, se fue al diablo toda la magia, ratos antes cuando
íbamos hacia la plaza, teníamos la esperanza de que estuviera medio abandonada
con los yuyos altos para que no desentone tanto acampar en ella, pero el ....y
que hacemos? del Cabezón marcaba que esa plaza estaba muy cuidada, con canteros
y flores y no nos daba el cuero para armar la carpa entre las rosas, el Ale sin
poder sacar ninguna idea potable de a ratos decía - “Dios provee...”,
sopesábamos dormir sentados tal cual estábamos, no terminaba el Ale de decir
uno de sus Dios provee... que vemos venir caminando por la diagonal una
persona, cuando está a pocos metros nos damos cuenta que es un policía, cuando
vemos que se dirigía hacia nosotros nos paramos los tres juntos pues nos
dábamos cuenta que algo nos iba a decir, nos llamo mucho la atención que el
cana cuando nos vio pararnos se sobresalto y llevo la mano al arma que tenía en
la cintura, sin sacar la mano de la culata nos pregunto que estábamos haciendo,
le hicimos el cuento de siempre, que éramos scout que estábamos de caminata y
bla, bla, bla, la cosa que nos dice que lo íbamos a tener que acompañar a la
comisaría.
Un par de cuadras y ya estábamos los tres parados enfrente del
escritorio del comisario con las mochilas delante de nuestros pies, nos pide
los documentos y nos dice que éramos menores que si estábamos escapados de
nuestras casas, ...noooo, somos scouts, bla, bla, bla, -los permisos de
nuestros padres los tiene el jefe que viene en el otro grupo, ...este
Cabezón!!!!, con la partecita de que viene con el otro grupo la iba a empezar a
embarrar de lo lindo, suponiendo que ya tenía al comisario en el bolsillo la
remato diciendo ...- “quedamos en encontrarnos en la estación de servicio que
esta en la entrada del pueblo”. El comisario estuvo un momento en silencio, lo
que nos hizo pensar que levantábamos las mochilas y ya caminábamos de nuevo
hacia la plaza. Lejos estaba de que eso ocurriera, nos indico que sacáramos
todo lo que estaba en las mochilas y nos requisó un hacha, una pala, un par de
cuchillos de monte y nos dijo que guardáramos todo de nuevo, nos indico que nos
sentáramos en un banco largo que había contra una pared y se metió en otra
dependencia, recién allí pudimos hablar entre nosotros desde que habíamos
entrado en la taqueria y fue para decirle al Cabezón de como se le había
ocurrido decir semejante boludez, si los otros seguro que ya estaban en
Gualeguaychú, no pudo contestarnos porque regreso el comisario diciendo que
íbamos a tener que esperar a que llegaran los otros con los papeles.
Otra vez los tres en hilera, pero ahora sentados en un banco largo
de comisaría, sin saber que decir, en esa oportunidad el silencio lo rompió el
Ale... - “Dios provee... un calabozo no es mal lugar para dormir”, jajjajaja la
carcajada fue en trío y tuvimos que reprimirla porque no queríamos incomodar a
la autoridad.... ya bastante jodidos estábamos.
Estuvimos solos en aquel banco, cerca de una hora y media, cuando
reaparece el comisario y nos dice que el cabo iba a ir a ver si encontraba a
los otros en la estación. ¡¡¡De acá no nos vamos mas!!!, fue lo único que nos
salió cuando vimos al milico enfilar para la estación de servicio, no había
pasado ni media hora que vemos entrar al cabo, obvio que ni ahí que nos llamara
la atención que estuviera solo, unos segundos después nos paramos con una
sonrisa de oreja a oreja puesto que estaban entrando los otros chicos con
Alberto, como estaban medios dormidos y las mochilas pesaban bastante el milico
les había sacado unos metros por eso nos había dado la impresión de que estaba
solo, lo que hubiera sido lo lógico, no nos explicábamos que había pasado
porque desde el episodio de la chata hasta allí todo el trecho lo habíamos
hecho a pie y en ningún momento los habíamos cruzado.
Les hicieron sacar a ellos también todo lo de las mochilas,
requisaron un par de hachas y cuchillos mas y con los papeles en la mano se fue
el comisario diciendo que mandaría un radiograma a Rosario para confirmar la
veracidad de nuestra documentación, la cosa estaba complicada porque el salame
de Goru se había olvidado el documento en su casa y había venido al campamento
sin el. Al rato nos dice el comisario que esta todo bien, que muchos lugares
para ir a dormir no teníamos y que si queríamos usáramos el patio de la
comisaría, nos indico donde estaba el baño y un anafe para calentar el agua por
si queríamos tomar mate y cerro diciendo que nos habían conseguido un camión,
que a las siete de la mañana nos llevaría a Gualeguaychú, .... que broche de
oro para cerrar el día!!!!, la alegría nos dio fuerzas para tomar unos mates
antes de dormir, allí atando cabos y recorriendo hacia atrás descubrimos como
es que los otros no habían llegado a Gualeguaychú, la chata los había llevado
solo unos pocos kilómetros y como se habían quedado sin agua se metieron hasta
una chacra que como estaba lejos eso los demoro bastante, lo suficiente como
para que nosotros los pasáramos sin verlos, también nos contaron que como a
ellos les había picado el hambre antes de ir a buscar agua y para cocinar no
tenían ni una sola gota, al Goru se le ocurrió decir que con el hambre que
tenía era capaz de comerse un choclo crudo y no falto otro que dijo - “¿y si
probamos?”, no perdían nada con probar concluyeron y soltando las mochilas
cruzaron el alambrado y empezaron a sacar y pelar choclos, treintipico de años
después si a cualquiera de esos cuatro le preguntas si el choclo crudo se puede
comer y es rico te van a decir que si y que son riquísimos.
Terriblemente incómodos porque el piso del patio era de escombros
pero con alegrías renovadas y un cansancio ya insostenible, todos en nuestras
bolsas de dormir empezamos a cerrar los ojos, el ultimo recuerdo que tengo de
esa noche es la voz del Ale diciendo - “Dios provee..... cama de fakir y
transporte, no podíamos tener mas suerte!!!!!”.
A las 6,30hs todos arriba, las 7 , las 8, las 9, las 10 y el camión no aparecía, el que apareció fue
el comisario diciendo que el camión no iba a poder venir y que íbamos a tener
que seguir a pie, apenas empezamos a caminar el Cabezón decía: Dios provee...
siii, Dios provee, ya veo que Dios provee... otra vez a pata!!!
Como ya teníamos muy pocas esperanzas de que nos levante algún
vehículo seguimos todos juntos, a eso de las 11 del medio día empezamos a
plantearnos donde íbamos a parar para comer, alguien señalo adelante diciendo
que si caminamos un poco mas paramos en aquel monte, se veía a lo lejos flor de
arboleda y no lo pensamos dos veces. El calor y el sol hacia un reflejo sobre
la ruta dando la impresión que era agua, el maldito bosque parecía que caminaba
también porque a las doce seguía estando lejos, a la una de la tarde todavía
nos faltaba un buen trecho, la cuestión que llegamos a el a las dos de la
tarde, en ese momento Víctor Hugo se descolgó conque antes de salir había
escuchado en la radio de la comisaría que la visibilidad era algo mas de 15
Km., ósea que cuando vimos el monte que parecía no estar tan lejos, no estaba a
menos de esa distancia, para colmo eran eucaliptos de forestación, altísimos y
casi sin hojas, el sol pasaba por todos lados y la sombra era mínima.
A las cuatro emprendimos la marcha nuevamente, no había
transcurrido una hora cuando vemos un puente y el Indio que era el mas jodon se
adelanta corriendo, se apoya en la baranda del puente mira hacia abajo y luego
mirando hacia nosotros grita ...... -“locoooo, acá solo falta Heidi”, y la
verdad que el lugar era un Paraíso, un arroyo de unos veinte metros de ancho
con sauces en sus orillas con sus ramas colgando hasta algunas tocar el agua,
unos cuantos árboles dispersos y un pasto que parecía un billar, para terminar
de dibujar la postal, dos o tres vacas holando pastaban muy tranquilas, todos
apoyados sobre la baranda del puente tardamos muy poco para decir ... “acá nos
quedamos!!!”, El arroyo era de agua limpia y bien profundo cosa que permitía
hacer terribles clavados desde los árboles, abundaban las mojarras que
pescábamos con una red de cebollas, había leña, se podía caminar descalzos por
el césped y el agua del arroyo estaba hermosamente fresca para los casi 32°
grados que estaba haciendo en la ruta. A esa altura llevábamos mas de un día de
retraso en nuestro cronograma de viaje, pero como no teníamos planes fijos para
cuando llegáramos a Gualeguychú decidimos quedarnos allí hasta el día
siguiente.

Es increíble como después de haber padecido la naturaleza, porque
la caminata por la ruta bajo el rayo del sol había sido bravísima, la misma
naturaleza nos regalaba sus bondades, la sombra abundante, el arroyo que no
podía ser mas perfecto, angosto profundo y de aguas claras, con árboles
inclinados hacia el en sus orillas, con mojarra de las chiquititas que no había
mas que sacarlas y tirarlas al sartén sin necesidad de destriparlas, un césped
de encanto, abundante leña, estábamos desconcertados en semejante oasis, nos
tirábamos al agua, pescábamos mojarras, nos acostábamos en el césped, en un
momento el Cabezón tomo la olla, se fue hasta el arroyo y cargándola hasta el
tope dice....- “¿queres agua para los fideos?...toma, acá tenes”........-
“¿queres agua para los fideos?...toma, acá tenes” y así llenaba la olla
mientras decía ¿queres agua para los fideos? y la vaciaba mientras decía
....toma, acá tenes.
Al día siguiente decidimos almorzar allí y salir tipo cinco de la
tarde cuando el sol ya no estuviera tan fuerte, otra vez nos dividiríamos
porque ya descansados bien comidos y bien dormidos habíamos recuperado el
optimismo y confiábamos que alguien nos levantaría. Para las diez de la noche
el cansancio se sentía a mas no poder, ruta, banquina y sembrado, todavía
faltaba un montón, no podíamos entender porque nadie nos llevaba, muchos años
después nos enteraríamos del porque (estábamos en plena dictadura militar).
A las once de la noche vemos a unas cuadras un predio arbolado,
con grandes eucaliptos, ya cerca vimos que tenía una entrada importante con un
portón y unas torretas, cincuenta metros antes, quedamos enceguecidos por un
fuerte resplandor y nos asustamos porque pensamos que era un vehículo que se
nos venia encima, unos segundos después cuando nuestros ojos se acostumbraron a
la luz nos dimos cuenta que el haz de luz salía de una de las torretas y que
era un reflector que nos iluminaba intencionalmente a nosotros, el Ale se puso
la mano sobre la frente para hacerse un poco de sombra y soltó un .....
“cagamos es un regimiento!!!!”, todo el recorrido hasta ahora lo habíamos hecho
en fila india, es la forma mas cómoda porque el primero le va abriendo camino a
los demás y en muchas partes donde hay senderos sobre la banquina siempre este
es angosto, allí también estábamos en fila india pero esta vez perfectamente
iluminados por un circulo de una luz blanca intensa, como yo iba adelante no se
me ocurrió decir otra cosa que ... “sigamos tal cual como vamos, no hagamos ni
un ademán ni digamos una palabra”, así en un silencio sepulcral el reflector
siguió nuestros pasos por unos cien metros. Tres años después por esas
casualidades que tiene la vida con el Cabezón nos toco hacer la colimba en ese
regimiento y nos cansamos de hacer guardia en la torreta del reflector y las
ordenes eran claras al que pasara por allí se le preguntaba alto quien vive y
si la respuesta era incorrecta había que disparar, todos los años cuando en
alguno de los puestos de centinelas cuando algún soldado muerto de miedo al
sentir ruido entre el pastizal cantaba el alto quien vive y no tenía respuesta
y seguía sintiendo que los pastos se movían abría fuego, esto hacia que viniera
toda la guardia completa con un despliegue y la madre a rastrear la zona,
terminando el episodio cuando aparecía la vaca boqueando en el suelo con un
tiro en la panza. En la colimba en nuestras siestas de alpedismo con el Cabezón
recordábamos el episodio del reflector y decíamos ¡¡¡¡¡de la que nos habíamos
salvado!!!
Habiendo dejado atrás el regimiento le preguntamos a un gaucho
viejo que venia con su pingo al trotecito en sentido contrario que cuanto
faltaba para Gualeguaychú, nos respondió “esta acá cerquita falta mas o menos
una legua” y siguió su camino, nos mato con la respuesta, sabíamos lo que era
un kilómetro, una milla, pero una legua no teníamos ni idea de cuanto era, el
“esta acá cerquita” nos dio animo porque supusimos que seria algo parecido a un
kilómetro o una milla, después nos enteramos que era mucho mas, la cosa que a
las once y media estábamos rendidos y nos sentamos en la banquina a descansar
un rato, al minuto para un rastrojero con una pareja de personas mayores y el
señor nos dice que era muy peligroso estar allí que unos días atrás un camión
había atropellado y matado a dos mochileros, cundo con los compinches
recordamos aquello, decimos que es muy probable que la atropellada de esos
mochileros haya sido como la de Angelelli o la de Cafrune, la cosa que este
buen señor se ofreció a llevarnos y así fue como a las doce en punto nos dejo
en la entrada de la ciudad, el Ale miro el reloj y dijo .... “perfecto,
exactamente dos días y medios de retraso”-
Como ya las sorpresas eran habituales aquí no podía faltar otra,
que boluu... dijo alguien, Gualeguaychú es mucho mas grande de lo que
imaginábamos(en esa época 80.000 habitantes), “dijimos que nos encontraríamos
en Gualeguychú pero no dijimos donde”, otro dijo: “Cabezón, no se te vaya a
ocurrir decir que enfilemos para la plaza”. Donde estábamos no había nada
potable para acampar, aparte ya era casi zona urbana, vimos un cartel que decía
“Parque Unzue 3 Km.”, ....¿que son tres kilómetros?, son las doce y pico
estamos reventados ¿que son tres kilómetros?, y ese parque como será?, y debe
ser como el Parque Independencia (un parque muy cuidado de Rosario), bueno
chochamus no queda otra que enfilar para el parque fue el cierre de la
discusión, había que atravesar toda la ciudad ya que el parque estaba en el
extremo opuesto, a mitad de camino ósea en pleno centro, el movimiento de gente
era casi nulo, otra vez en fila india porque la vereda era bastante angosta,
íbamos lo mas campantes sonrientes porque estábamos en destino, ya muy cerquita
del parque que suponíamos donde dormiríamos en un banco tipo plaza, veníamos
diciendo que qué gaucho había sido el del rastrojero cuando la conversación se
corto en seco, teníamos parando al lado nuestro un vehículo de la policía ,
allí sin decirlo, todos pensamos: como podíamos haber sido tan estúpidos de que
Alberto otra vez se hubiera ido con los papeles nuestros.
Antes de salir de Rosario un cura conocido nos había dado la
dirección de sus dos hermanas que vivían en Gualeguaychu para que si alguna
tarde teníamos ganas fuéramos a tomar mate con las viejas, el papelito con la
dirección lo habíamos guardado por compromiso porque ni ahí que íbamos a perder
tiempo en esa pavada.
En un abrir y cerrar de ojos ya habíamos hecho el verso de que
éramos scout y que bla, bla, bla, y todo nuestro equipo estaba fuera de las
mochilas desparramado en la vereda, esta vez la hicimos corta le desabrochamos
todos los bolsillos las tomamos del fondo y de una sola sacudida todo quedo en
el piso, a la hora de los documentos se repetía la historia ¿y los
papeles?....están con el otro grupo, ¿y donde están los del otro grupo?
pregunto un cana, cuando el Cabezón empezó a abrir la boca con el Ale empezamos
a temblar, este fulano se gana los premios en meter la pata, de los otros
compinches no habíamos tenido mas noticias desde que saliéramos del arroyo de
Heidi, no teníamos la mas pálida idea de donde podían estar.
Cuando el Cabezón empezó con la primera silaba de su frase mire
una de las palas que estaba en el piso y me dije para mis adentros: si dice una
boludez se la parto por la cabeza, se ve que el, ni ahí que intuyo mi
pensamiento porque muy suelto se despacho con ..... “seguro que están en la
casa de las hermanas de Santidrian”, nooooo, no podía ser, no podía decir
semejante pavada, cuatro tipos desconocidos que podían estar haciendo a la una
de la mañana en la casa de dos viejas solteronas. Este Cabezón era en verdad un
tipo de mucha suerte, porque uno de los milicos que parecía el mas capo pregunto
.... “¿....ustedes son conocidos de Santiyan!!!?”, no se por que en Rosario al
cura también muchos le dicen Santiyan, el Cabezón muy seguro de si mismo solo
dijo ¡¡¡....por supuesto!!!, el cana
empezó a pedir disculpas, y que ....faltaba mas muchachos, sigan tranquilos.
Cuando emprendimos la marcha el Cabezón iba al frente con una sonrisa de oreja
a oreja.... “muchachos cuando haya que tratar con la policía déjenme a mi”. Lo
del apellido seguramente fue una equivocación y ese tal Santiyan seria algún
pesado de la zona.
Veníamos siguiendo los carteles de “Parque Unzue” y parecía a
propósito, el ultimo que estábamos mirando indicaba que había que cruzar un
puente sobre un río y seguir dándole pata, ya casi sobre el puente venos que
estábamos en una hermosa costanera y debajo una playa muy linda, con árboles y
algunas instalaciones de balneario, dijimos: esto no será el Parque Unzue pero
para dormir alcanza y sobra, bajamos a la playa y en una especie de bufete,
quedaban dos o tres trasnochados empinando los últimos tragos de la noche, les
preguntamos si allí se podía armar la carpa y nos dijeron que no, preguntamos
si allí se podía dormir y dijeron que si, que dormir se podía pero que armar
carpa no, totalmente extraño porque la única forma de dormir era a la
intemperie tipo linyera, nos arrimamos contra la empalizada inclinada de la
costanera que tendría un par de metros de alto, extendimos las bolsas de dormir
y la arena oficiaba de cómodo colchón.
A las siete de la mañana sentimos sobre nuestras caras una fina
llovizna que anunciaba que hasta allí había llegado la dormida, nos acurrucamos
un poco en las bolsas para hacer un poco de fiaca, en una que me doy vuelta
miro hacia arriba y veo gente apoyada en la baranda de la costanera mirando
como dormíamos, era una situación muy incomoda , la playa estaba totalmente
vacía y los paseantes cuando caminaban el paseo de la rambla todos tumbaban
para ver lo que pensarían eran tres crotos. Por suerte dormíamos vestidos lo
que hizo ahorrarnos toda la vestida en publico, nos levantamos acomodamos el
equipo en las mochilas y la gran
pregunta que nos hacíamos era como íbamos a hacer para dar con los otros
muchachos ya que la ciudad era inmensa, después de exprimir la mente, decidimos
que iríamos a la casa de las hermanas del cura y dejaríamos dicho allí que
nosotros íbamos a estar parando en el Parque Unzue que habíamos visto estaba
muy bueno para acampar, la playa donde habíamos dormimos estaba justo enfrente,
decíamos que si los otros tenían dos gramos de seso seguro que harían lo mismo,
el único punto de referencia que teníamos era el de las hermanas del cura y no
había que ser muy lucidos para discernir que era el lugar ideal para dejar un
mensaje.
Enfilamos con las mochilas al hombro hacia una escalinata para
subir la empalizada de la rambla y luego arriba preguntar a algún paseante
donde quedaba la dirección del papelito. Al momento de subir los primeros
escalones vemos aparecer a los chicos del otro grupo que bajaban encontrándonos
de pura casualidad. Les preguntamos que cuando habían llegado y donde habían
pasado la noche, el Cabezón se agrando un metro de alto y uno de ancho cuando
escucho lo que contestaron, resulta que habían llegado a las nueve de la noche
y no se les ocurrió mejor idea que ir a tocarle el timbre a las viejas y estas
los atendieron a cuerpo de rey, se bañaron con agua caliente, les dieron de
cenar y durmieron en camas con colchón, a nosotros la envidia nos salía por
todos los poros, y el Cabezón repetía .... “¿que dije yo?.....¿que dije yo?...
que estaban en lo de las hermanas de Santiyan”, le mando a propósito el
santiyan con “y” haciendo referencia a la confusión del policía con el
apellido.
Cruzamos el puente sobre el río Gualeguaychú y nos dirigimos todos
al Parque Unzue, encontramos un lindo lugar a la orilla del río donde armamos
las carpas, teníamos un parrillero una mesa con bancos y una canilla de agua.
Hasta entonces entre que algunos habían comido choclos crudos y
otros cocidos, en el arroyo de Heidi estábamos en el medio de la nada en cuanto
a almacén o boliche, lo único que habíamos gastado hasta ahora era en unos
bizcochos cuando desayunamos en la comisaría y unos salamines con pan que fue
el almuerzo en el monte de eucaliptos de forestación. El ahorro había sido
total, separamos el importe del ómnibus de regreso hasta el campamento general,
estábamos persuadidos que regresar a dedo no era muy buena idea, y con las
chirolas que quedaban según nuestras cuentas, podíamos comprar por día, cuatro
litros de leche y dos Kg. de pan, también decidimos comprar un paquete de
tabaco porque para cigarrillos no daban los números, en esa época se nos había
ocurrido fumar en pipa, y entre los enseres personales siempre iba una pipa a
los campamentos.
Ese día estuvimos descansando, pescando y recorriendo un poco los
alrededores inmediatos, así descubrimos a unas pocas cuadras un tambo donde
comprar leche fresca recién ordeñada y como era mas barata, la capita de leche
ascendió a 7 litros por día, lo que nos aseguraba un suculento desayuno con un
litro de leche y dos panes para cada uno, como no teníamos como conservar la
leche y por estar en verano hacia mucho calor, habíamos resuelto la cuestión,
tomándonos el litro per capita en el desayuno.
Esa tarde habíamos estado hablando en base a los episodios con la
policía de que la situación de que el Goru estuviera sin documento era por
demás riesgosa y Alberto se fue hasta el obispado del lugar para ver si el
Obispo le podía hacer una especie de certificado garantizando su identidad,
regreso con una mano atrás y otra adelante, el Obispo le había dicho que no nos
conocía y no podía garantizar tal cosa, esta posible salida se nos había
ocurrido porque en ese entonces nosotros pertenecíamos a USCA (Unión Scout
Católicos Argentinos). Muy a nuestro pesar resolvimos que lo mas conveniente
era que se volviera al campamento general en La Paloma.
Al segundo día de estar en el Parque Unzue levantamos todo y nos
fuimos hasta la desembocadura del río Gualeguychú sobre el Río Uruguay, estaba
a unos diez kilómetros, a la tardecita en el lugar encontramos un camping que
parecía fuera de servicio porque no había nadie, ni siquiera un cuidador, nos
instalamos como en casa y como cena preparamos una buena sopa, al momento de
cenar empezó una invasión de bichos, eran como unas polillas bastante chicas
color crema casi blancas, la cosa que estos bichos en su vuelo atropellado
cuando daban con algo ahí quedaban medio muertas, era tanta la cantidad que en
pocos segundos dejaban la mesa como si tuviera un mantel, casi no pudimos comer,
porque también en un instante los platos de sopa quedaban plagados de bichos,
estos insectos anunciaban una lluvia tan intensa que nos obligo a refugiarnos
para dormir en el baño del camping.
Al día siguiente regresamos al Parque Unzue, y al siguiente nos
fuimos a pasar el día al balneario Ñandubaizal sobre el río Uruguay,
hermosísimo el paisaje, la playa era extraordinaria, arena sin fin, podías
meterte en el agua infinidad de metros, pasamos un día muy agradable.
Dormimos nuestra ultima noche en el Parque Unzue y antes de partir
por la tarde ya habíamos quedado con las hermana del cura que llevaríamos unos
tallarines para compartir el almuerzo con ellas, nuestros humildes tallarines
se sumaron al suculento estofado que ellas habían preparado y resulto una
comida fantástica, estuvimos mateando con Hortensia y Rosita hasta la hora de
tomar el ómnibus de regreso al campamento general, a esta altura estas dos
excelentes personas ya no eran mas “las viejas solteronas”.
Pasamos un par de días mas en el campamento general hasta abordar
el cascajo que nos llevaría de regreso a Rosario.
Tanto situaciones como lugares y personajes son reales
Alberto Mecoli esta
casado con tres hijos, es profesor en el Politécnico de Rosario, en el año 2010
fue profesor de mi hijo Nicolás y es profesor particular cuando la situación lo
amerita tambien de mi hijo Esteban.
Ariel si bien
fue a buscar el lugar de acampe después no participo del campamento general,
esta casado con dos hijos, hoy en día es preceptor en dos escuelas secundarias
y tambien educador scout en un grupo del barrio donde vive, su hija es scout
con la misma edad de cuando hicimos el campamento a Gualeguaychú.
El Cabezón Marcelo Giordani esta
casado con tres hijas, es vendedor viajante de articulos de ferreteria.
El Ale Alejandro Ciclo esta
casado con dos hijos, es empleado administrativo de correo, si bien en aquella
época de chiquilines siendo el Ale nuestro guia de equipo, nunca le escuchamos
dar una orden, con su optimismo, su disponibilidad, perseverancia y ejemplo fue
nuestro referente indiscutido.
El Indio Ruben Irusta se hizo
Policía y ya hace mas de 15 años que no tengo noticias de él, se caso y tuvo
hijos.
El Goru Hugo Cicao, hermano
del Ale, paso un periodo de una gran depresion la cual hizo que nunca mas nos
vieramos, por su hermanos nos enteramos que pudo superar el percance, se hizo
marino mercante y estuvo muchos años en ultramar, actualmente esta casado con
hijos y reside en Capital Federal.
Victor Hugo Ragonese, septimo
hijo varon que en los campamentos cuando habia luna llena haciamos guardia para
vigilar que mientras dormia no se convierta en lobizon, esto lo habiamos
implementado porque nosotros del miedo no podiamos pegar un ojo. De este
muchachin nunca mas tuve noticias despues de un par de años del campamento.
Ya dejando de ser Petaca
Pablo Romero(yo) en ese entonces ya habia pegado un estiron que
me sacaba de la categoria de petizo lo que hacia que mi apodo de Petaca se
fuera disolviendo.
Actualmente estoy divorciado, tengo dos hijos exelentes, Nico de
17 y Esteban de 15, soy grafico en el área de la Serigrafía, oficio que aprendi
en el grupo scout junto a dos compañeros rovers, trabajo en el tiempo libre
como educador scout en el mismo grupo de mi infancia y juventud.
Con el Cabezon y Ariel
nos vemos regularmente y compartimos un barra de amigos compuesta por algunos
otros scout mas de aquella epoca, nuestras familias estan relacionadas y es
comun participar de reuniones donde asisten esposas e hijos.