lunes, agosto 28, 2017

La función del dirigente / Educador: La vía de Telémaco



LA VIA DE TELEMACO

                Telémaco de igual manera que Narciso, es un mito adolescente. La diferencia básica es que mientras Narciso se ahoga en su propio Ego, Telémaco se dirige al Otro en la figura de su padre ausente lo que permite salirse de sí mismo.

                Primero pongamos en claro que cuando hagamos referencia al Padre nos referiremos a la función (no a la persona) y a quien la encarna siempre de forma fallida (con esto pretendo evitar discusiones estériles sobre el patriarcado que parte de otros supuestos teóricos). Al Padre lo encontramos en quien oficia de regulador respecto al goce inmediato y es capaz de transmitir un deseo a otra generación.

                Si esa función se encuentra deslegitimada, ese vacío es cubierto por el exceso que lleva al consumo desmedido de sustancias, la promiscuidad, las relaciones donde se quita el cuerpo como internet, las enfermedades del consumo como la anorexia, bulimia y otros excesos que se producen por el eclipse del sujeto ante la desesperación por colmar ese vacío, explotado por el modo de producción de la subjetividad neoliberal que siempre tiene un objeto novedoso para ofrecer desechando lo “antiguo”.

                Si la cultura actual genera una mortificación silenciosa mayor a la del padre autoritario ¿puede el escultismo transmitir vida si el pacto entre generaciones está roto? ¿Acaso el Hermano Mayor dentro de una familia no ocupa el lugar de los padres cuando estos se ausentan? ¿acaso el dirigente scout en ausencia de los padres no es el responsable de los mismos ocupando –bajo ciertos limitantes- por delegación ese lugar?. Algunas posturas dentro del movimiento favorecen el narcisismo infantil colocando a los adultos como amigos y compañeros de juego de los chicos, o sea fuera de la función que les correspondería. Las “picadoras de carne institucionales” a partir de una ideología acorde a la época apuntan a eliminar la función del adulto dentro del pacto intergeneracional lo que nunca podrá producir algo positivo, porque cuando aparece dicha función lo hace de forma desregulada… o sea que es para peor

                Hemos pasado de una época donde el silencio y la falta de palabra de niños y jóvenes caracterizaba a la sociedad , a un tiempo donde se habla continuamente de todo perdiendo la palabra su valor. De allí la el giro perverso de la ausencia de Ley con neopalabras como “posverdad” ya que la subjetividad neoliberal precisa la ausencia de toda Ley y articulación de la palabra con los actos. ¿Cómo se restituye el valor de la palabra? ¿Quién o quienes lo favorecen? ¿Acaso el escultismo debe convertirse en una continuación de las redes sociales donde se dice continuamente, o el desafío de este tiempo es devolverle a la palabra su dignidad?

                 Devolver la dignidad a la palabra implica su articulación con los actos. No es lo mismo el BlaBlaBla de Narciso, que el acto de Telémaco.

                Telémaco necesita de la presencia de su padre y Odiseo reclama la presencia del suyo al que visita finalmente con su hijo. Ambos necesitan un ordenador pero están en distinta posición el uno del otro. Desde la caída del muro –aproximadamente- los adultos no se encuentra muy bien orientados respecto de muchas cosas, su autoridad ha sido minada no porque antes no lo estuviera sino porque a partir de ese tiempo se pone en evidencia de que nadie está a la altura de la función, pero Telémaco aún así lo necesita, no importa si es un pordiosero. A diferencia de Narciso que hace de su Ego al Otro, Telémaco no se erige como el Otro sino que lo busca fuera de sí.¿El dirigente / educador es un sujeto pasivo ante el juego? ¿o acaso es posible construir otro lugar de acuerdo a la posición que conviene a nuestro tiempo?.

                Si antes el mundo era lo lejano incognoscible hoy sucede eso con lo cercano. La frontera para internet está cruzando la esquina del lugar en el que vivimos, el barrio, la comunidad, los lugares por los cuales podemos caminar, salir, servir y acampar. Es el dirigente / educador que ocupando la posición adecuada alentará el descubrimiento de este mundo pequeño, de la propia aldea, de las necesidades y de los problemas locales que todos padecemos… no es que el gran mundo no importe, simplemente nos descentra de lo local y regional.

                En el grupo scout también se construye una idea del mundo. El desafío es despertar el deseo articulado con el Ideal pero esto no es posible con mensajes autoritarios e imperativos sino ante todo con el deseo que se encarna de una manera singular en el propio dirigente/educador, el problema es que muchas veces el grupo scout también puede convetirse en una defensa contra el mundo por parte de los dirigentes / educadores lo que impacta directamente en la transmisión intergeneracional que se caracterizaría según el Psicoanalista Massimo Recalcatti[1] por tres elementos: Acto, fe y promesa.

                Si el dirigente no tiene amor por el saber y el hacer difícilmente podrá despertarlo en los niños y jóvenes. Ese amor por el saber y el hacer se transmite y no las palabras  (no es un blablablá)  con excepción de aquellas que se encarnan en el ser configurando el verdadero  testimonio respecto de los saberes de la técnica, la búsqueda e indagación sobre conocimientos y las necesidades de los otros, la conciencia de los propios límites, lo político.

                No hay ni puede haber dos dirigentes iguales en tanto cada uno está atravesado por el escultismo de un modo distinto constituyendo lo que denominamos estilo. Roland Barthes definía el estilo como aquello que un sujeto construye con su historia, sus marcas, su relación con el movimiento y la Ley Scout lo que le dan una Identidad distinta a la de otros ¿acaso se puede apuntar a la singularidad sin respetar lo propio de cada dirigente / educador, aquello que muchas veces pretende borrar la formación /adiestramiento protocolizado de algunas organizaciones? Es el estilo del dirigente el que caracterizará la relación que tendrá con el grupo de niños y jóvenes, no un manual o módulo de “cómo ser un buen dirigente” (lo que no quiere decir que las indicaciones generales no sean necesarias), ni una charla TED o un taller de habilidades de liderazgo.

                El dirigente / educador es en acto. Interviene cuando debe hacerlo y en su propia vida encarna algún rasgo del ideal y sobre todo, se responsabiliza por su palabra y actos. Si su compromiso está sólo con el grupo scout difícilmente podrá transmitir a través de su propia vida algo de cómo se cambia el mundo fuera de los muros del grupo. La Fe es otro punto que no es menor ya que nos pone en contacto con aquello que nos falta, con los sueños siendo el motor con el cual orientamos nuestros aprendizajes y actitudes. El acto es el resultado de la pasión bien entendida… en él se articula la palabra digna (aquella que no es blablablá) con los sueños que despierta el escultismo y que son resignificados por cada uno de los chicos y sus patrullas o comunidades. El dirigente / educador debe saber hacer con lo propio para poder transmitir no con palabras, sino antes que nada con su ser que también tiene falencias.

                Si el egoísmo es el resultado seguro de la vía de narciso, con Telémaco tenemos la posibilidad de reinstaurar lo que queda del padre en nuestra época (como función) enfrentando el vacío que tan bien explota la subjetividad neoliberal donde el sujeto se consume consumiendo, con un único riesgo que merece la pena correr y es que la no articulación de todas estas cosas termine aplastando el deseo por un mundo mejor y se retorne al narcisismo... 




[1] Massimo Recalcatti “El complejo de Telémaco”, Ed Anagrama
Imagen de Telémaco. Revista Ciudad Nueva.

lunes, agosto 21, 2017

La función del dirigente/ Educador scout en nuestra época (1)




                ¿Cómo hacer para que los ideales que propone el movimiento scout se conviertan en un deseo y orientación de vida para los niños y jóvenes que participan del escultismo? ¿somos capaces de provocar el funcionamiento del sistema de patrullas de una buena manera?

                Si la función de la educación es transmitir un legado simbólico y un deseo que no sea anónimo, que se asiente en lo más propio de cada uno de los niños y jóvenes, podríamos concluir inicialmente que además de la falta de acuerdo en las organizaciones sobre estos temas, pareciera que en esta época se anda a tientas en tanto los cambios en la subjetividad inciden directamente sobe la función educativa.

                Se insiste con la continua novedad afirmando que niños y jóvenes adelantan a los adultos pero ¿cuándo no ocurrió eso? Es cuestión de remitirse a la bibliografía universal de las diferentes épocas (desde Grecia antigua en adelante) para darse cuenta que es una constante que va asumiendo distintas formas de acuerdo al momento histórico del que se trate. En el siglo XX desde su comienzo este “problema” era común en tanto quien habría crecido andando en un carro tirado a caballo en la adultez tenía la posibilidad de andar en auto, o quienes el tiempo del dormir y despertar era marcado por el sol y la noche de golpe cambiaron todas su rutina a partid del tendido eléctrico. En nuestra época los cambios se caracterizan por el boom tecnológico – comunicacional y el modo de producción de subjetividad neoliberal hiperhedonista que la atraviesa, ya no solo occidente sino en parte del mundo oriental, pero caemos en un error si nos perdemos en la idea de la novedad… no hay nada nuevo en la condición humana, ni siquiera el hedonismo actual que fue común en otras épocas. En occidente la producción de la subjetividad neoliberal se une a sistemas políticos “democráticos”, pero dicha forma del manejo de la Cosa Pública ya no es esencial, muestra de ello es cómo a partir de las dictaduras militares en América Latina se impulsaron dichos cambios, lo novedoso en la contemporaneidad quizás sea que las personas voten a favor de los proyectos neoliberales bajo la influencia directa de la industria de las comunicaciones que ha desplazado a la de las armas, lo que objetiva que las batallas actuales se libran en lugares que antes no eran comunes, la propaganda y la formación de la opinión pública. Si quitamos el aparataje tecnológico que muchas veces imposibilita el análisis de la condición humana descubriremos que cambian los ropajes pero los dilemas  siguen siendo los mismos.

Dos mitos orientadores. Narciso y Telémaco

                Podríamos caracterizar el cambio de época en dos mitos griegos convenientes para pensar ¿qué ocurre cuando ya no hay una autoridad ordenadora de la cual es posible rebelarse? Si la vuelta a ella demuestra su imposibilidad en tanto la función de la familia y el Estado ya no son lo que eran  ¿qué posibles respuestas sociales e institucionales encontramos como solución y cuáles son sus consecuencias. Existe verdad en los mitos en tanto señalan encrucijadas universales, en especial de la adolescencia.

                Encontramos dos versiones del mito de Narciso. En una de ellas un joven se enamora de él, en la otra es una joven  ¿por qué nombrar las dos versiones? Simplemente para que se vea claramente que el tema de las distintas sexualidades no es exclusividad de nuestra época. Vayamos a la versión más conocida. La ninfa Eco estaba enamorada de Narciso, un joven vanidoso e insensible que la rechazó. Un día él se acercó a un arroyo y al observarse quedó enamorado de su propia imagen, se acercó para besarse y cayó muriendo sobre el filo de su propia espada. Telémaco era hijo de Odiseo, quien había marchado a la guerra de Troya  cuando su hijo tenía 5 años, para volver 20 años después. Pasó parte de su vida buscando información sobre su padre y espantando a los pretendientes de la madre. Luego de largos viajes vuelve a su casa y encuentra a su padre como mendigo, por eso no puede reconocerlo en un primer momento. Una vez juntos Odiseo decide ir a ver a su padre Laertes junto a su hijo Odiseo.

Narciso en el escultismo

                Cuando hablamos de Hedonismo hacemos referencia a una ética que toma como parámetro de lo bueno al placer inmediato, con especial particularidad aquel que es producido a través de distintos elementos sensoriales. Otro tipo de placer sería producto de la articulación del deseo con el Ideal careciendo de inmediatez, asemejándose a un boomerang que es lanzado y durante el recorrido da la vuelta por el Otro (y los otros) para llegar al acto o acción concreta y volver al sujeto que la lanza produciendo goce a lo largo del recorrido.

                El placer hedonista es un cortocircuito donde no se pasa por el Otro (y los otros) a no ser bajo la lógica de un discurso blablablá que anula o posterga el acto (o la acción concreta que pone a prueba el narcisismo, necesario para constituir una autoestima realista) Este es un punto de dificultad que se encarna en la sociedad neoliberal donde con el poder de la imaginación todo es posible, impactando directamente en la afectividad en tanto el sujeto se deprime cuando en su encuentro con la realidad se da cuenta que no está a la altura de lo que se imaginaba y de lo que era sostenido por el discurso. 

                Todo comienza y termina en el propio cuerpo sin necesidad de Otro que actúe como operador de la construcción de la regulaciones, o de los otros que serán considerandos “ayudantes” del propio capricho negando de hecho su valor singular aunque elabore grandes discursos sobre la diversidad. La vanidad de Narciso es la condena a su soledad que no puede ser común a otros, el enamoramiento de su propia “selfie” en el arroyo y la pérdida del amor de Eco por no poder salir de sí mismo marca el destino mortífero de ahogarse en su propia imagen muriendo por la punta de su propia espada. Narciso en nuestro tiempo amaría Twitter porque solo admite seguidores; lo mismo sucedería con Instagram porque el mundo entero está destinado al espectáculo de su Yo, con la ilusión de capturar al otro por medio de la pose fotográfica la que difícilmente filtre su vacío y soledad…  El mundo se convierte en espectador se un reality montado tanto para el engaño o el autoengaño, ocultando la imposibilidad de amar porque ello solo es posible con otros-distintos-de-mí.
 
                 Cuando en educación se entrona la posición narcisista entramos en el reino de Su Majestad el Niño sosteniéndose el dirigente en teorías que parten de la suposición de que la infancia es sin traumas, que naturalmente podrán arreglárselas para aprender y jugar sin conflicto porque entre ellos no habría mezquindades, cuestiones de poder, relaciones de sometimiento-sometido, cuestiones de clase y diferencias de acceso a la cultura. Desde esta perspectiva los chicos tienen siempre la razón y si no hay que esperar que ellos mismo descubran las técnicas y la leyes supuestamente “naturales”. Si existen conflictos los propios chicos los resolverán sin la intervención del dirigente como garante de la regulación de la Ley en tanto tienen que descubrir las normas de cómo convivir (como si estuvieran inscriptas en el cerebro y no parte de un legado cultural) esto implica que en realidad no se resuelven en tanto se pondrán en juego las distintas lógicas del poder simbólico que se ejerce con la palabra ya que lo único que el dirigente tiene permitido es actuar sobre la agresión. En la violencia simbólica los niños que tienen mayores recursos imponen su posición bajo un falso consenso.

                El dirigente pierde su lugar y la palabra deja de articularse con el acto convirtiéndose en un blablablá que solo alimenta el narcisismo del orador o de un imaginario grupal desgajado de la vida... ("los scouts somos maravillosos") Florece la vanidad de quienes nunca tomaran el riesgo del acto y sus consecuencias. En el mejor de los casos los jóvenes se convierten en lo que Hegel denominaba “almas bellas” refugiados en la inmediatez de su saber moral, desconectados de lo corrupto mundano sin dejar de señalar con el dedo a quienes no son espejos de lo que ellos creen deberían ser las cosas. Asumen como  característica de época el discurso de la apoliticidad lo que implica ausencia del acto que compromete el cuerpo en algo que lo trasciende.

                Blablablá…

                “Almas bellas” desbordadas de sí mismos, ausentes de todo acto que los instituya como verdaderos actores sociales, sólo importa la actividad que comienza y termina en uno mismo y que no pone a prueba la imaginería del sujeto con la realidad.

                ¿Qué podemos decir de los dirigentes? Al ser generalizada la caída de la autoridad tal como era propio de la cultura de hace unos cuarenta años, en la versión narcisista el educador desde los discursos institucionales queda literalmente fuera de juego, como especie de “mal necesario”, reducido a un instrumento con menos responsabilidad que un referí necesario en cualquier juego de equipo conocido ¿o acaso en  ellos falta esa función?. El pasaje del legado de una generación a otra queda prácticamente suprimido en tanto las culturas y tradiciones grupales son desestimadas por “lo nuevo” que en realidad no lo es tanto. La apelación a la libertad en el mejor de los casos se convierte en abandono de los niños a su suerte, y en el peor en la instalación de un autoritarismo que opera como violencia simbólica en tanto la ausencia de una regulación no incide solo en el niño sino también en el adulto, que siempre encuentra otra maneras de ejercicio del poder de forma velada y desregulada.

                ¿Solo es posible un escultismo de corte narcisista acorde a la época? ¿la función de la educación es adaptativ o crítica?


                Por supuesto que Narciso no es el único camino. En el próximo artículo hablaremos de Telémaco, otra posibilidad de trabajo en la época de la subjetividad neoliberal

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