jueves, febrero 16, 2017

El Atelier Raider (nueva versión)




“El atelier es el lugar donde un artesano transforma al mundo”

Michel Menú

            Hace unos cuantos años atrás al leer un libro titulado “La causa de los adolescentes” escrito por la psicoanalista Françoise Doltó, me sorprendió encontrar la historia de un adolescente que había comenzado a armar un avión en el sótano de la casa - tarea que le había llevado meses - ; y cuando termina su obra se da cuenta que no podía sacarla del lugar porque no había forma de que el avión pasara por la puerta sin romperlo… Para Doltó el avión había cumplido su función aunque nunca hubiera podido volar, y todo ese tiempo de trabajo realizado con entusiasmo había servido como modo de acompañar la resolución de distintas dificultades que el muchacho atravesaba durante el pequeño caos de la caída de identificaciones que implica la adolescencia, tiempo en el se ingresa en una zona donde la dificultad para la palabra puede llevar al ingreso al mundo de los consumos, conductas de alto riesgo, tóxicos. Los Raiders atraviesan por un momento de dificultad para la expresión de los afectos, por ello existen dificultades para comunicarse y encontrar un punto de amarre identificatorio en ese pequeño caos del “¿Quién soy?”. Es de esperar que los chicos apelen al uso de otros medios para intentar construir puentes entre lo interior-exterior que les permitan ubicarse consigo mismos y con los demás… eso muchas veces ocurre y es favorecido por la creación de espacios físicos como lo es el Atelier, de allí que decidí comenzar este libro por el lugar de encuentro de nuestras chicas y muchachos.

Un lugar donde alojarse

El Atelier Raider en primer lugar es un espacio físico. Quizás sería bueno que los lectores recuerden los espacios seguros de su adolescencia en los momentos de crisis… la habitación, la casa de un amigo, el grupo. No importaba tanto qué cosas habían dentro de él sino la posibilidad de sentirse alojados y poder cerrar la puerta marcando un adentro y un afuera.

Antes de llenar el Atelier de cosas debemos pensarlo como espacio vacío, lugar donde se comienza a delinear un adentro y un afuera que permite albergar en ese “adentro” algo del orden de lo grupal y de lo propio. No es casual que en el movimiento scout se propicien lugares acordes para cada uno de los grupos de edad y que se afirme que si los chicos no tienen espacios de encuentro difícilmente pueda trabajarse.

El Atelier como espacio de los muchachos es lugar privilegiado para reunirse, conversar, trabajar… y también para concurrir cuando es necesario descomprimir alguna situación personal complicada. NO ES PRUDENTE Y ES NEGLIGENTE que el Atelier sea reemplazado por la “cocina” de la casa de alguno de los dirigentes ya que éste no es un lugar “neutro” para los chicos.

En el Adiestramiento de scouters se hace demasiado hincapié en la figura del dirigente Raider como “ídolo”, lo que se podría denominar como el desarrollo de los “afectos positivos” que permiten el diálogo y el trabajo; el problema es que en los cursos siempre se cuenta la mitad de la historia, la que más puede gustarle al cursante y no suele hablarse del desarrollo de otro tipo de afectos como los negativos, que son del orden de la agresividad  y del erotismo, expresados de distinta manera como tensión interna, bronca, etc;  odio en oposición al amor. Estos “afectos negativos” son parte del tiempo de la adolescencia, no tenerlos en cuenta puede llevar a que el grupo deje de alojar a quien lo precisa. No hay que menospreciar la posibilidad de que en la figura del dirigente se establezcan vínculos amorosos (tan bien representados en la película “Belleza Americana” donde una adolescente se enamora del padre de una amiga) que suelen ser complicados y exigen mucha prudencia. Estos motivos son más que valederos para que los grupos scouts no permitan el desarrollo de reuniones en casa de los dirigentes, siendo una prioridad la construcción de los espacios de los muchachos, o el uso de lugares alternativos a condición de que sean impersonales (escuela, iglesia, sociedad de fomento)

El Atelier Raider como espacio social

En todas las épocas, los talleres han sido lugares donde se hacen cosas pero fundamentalmente han sido espacios donde se favorece la cohesión social, la inclusión dentro de un grupo. En el taller se establecen distintos rituales… la ronda de mate al momento de conversar o trabajar, la transmisión de la técnica de “alguien que sabe a alguien que no sabe” (uno de los modos de transferencia de contenidos de progresión que considera el “sistema de patrullas”), el compartir la información que cada uno tiene, etc.

En el Atelier las cuestiones de mando se discuten “cara a cara” ya que en el espacio de trabajo la autoridad de coordinar –por ejemplo - la elaboración de remeras estampadas está legitimada en quien conoce la técnica para hacerlo, y por ello es quien está en condiciones de sistematizar el proceso de trabajo. Este punto es muy importante porque en el espacio del Atelier tanto el dirigente el Raider que recién ingresa puede transmitir y coordinar un espacio de trabajo. Es preciso señalar que esto no implica arbitrariedad, ya que el lugar del coordinador del trabajo se acota en la transmisión de la técnica.

Para transmitir la técnica en el taller se utilizarán distintos medios, uno de ellos sumamente importante es el soporte visual. Desde la Enciclopedia de Diderot a la fecha se sabe que el dibujo detallando los distintos pasos para construir un objeto o para aprender una técnica artesanal, cumple un papel muy importante en la transmisión de la técnica. De igual manera ocurre con el “objeto modelo” que permite un acceso a conocer lo que se va a realizar usando todos los sentidos. Es por ello que el espacio de taller no sería adecuado si no cuenta con un panel de actualidad donde, además de las cuestiones generales de la rama, encontremos el soporte visual de aquello en lo que se está trabajando. Aquellos “pedagogos” que forman parte de la “ignorancia docta” respecto a los medios educativos que utiliza el escultismo, difícilmente podrán entender lo importante que puede ser un cuadro de nudos como soporte visual y material.

Herramientas en el Atelier

            Richard Sennet en su libro “El artesano” editado por Anagrama tipifica las herramientas en dos grupos: las herramientas tradicionales y lo que podríamos llamar máquinas herramientas que denomina “herramientas espejo”. Estas últimas se clasifica a su vez en replicantes y los robots. Las herramientas replicantes (como el marcapasos) son aquellas que imitan una función del cuerpo permitiendo mejorando su funcionamiento. Los robots son una ampliación de nosotros mismos, de nuestro yo, generalmente no se cansan, trabajan mas rápido y son mas fuertes… un ejemplo común de robot es el MP3, que no es mas ni menos que una ampliación de nuestra memoria que permite “recordar” cientos de canciones

            En un Atelier Raider no pueden faltar las herramientas. Tenemos las tradicionales que son aquellas que nos permiten acampar y que solemos encontrar en los cajones de rama (hachas, martillos, tronzadores, etc), pero también tenemos robots que no se reducen a agujereadoras eléctricas sino a otro tipo de máquinas que hoy difícilmente podamos no tener en cuenta. Si hace años atrás en cada rama o en el grupo scout había una biblioteca con libros en formato papel a disposición de los chicos, hoy tenemos la posibilidad de hacernos de bibliotecas digitales muy baratas que nos amplían las posibilidades de trabajo, de la misma manera que los programas de computadora amplían las posibilidades en distintas tareas. En una PC podemos disponer de manuales de juegos, Woodcraft, ecología y las distintas temáticas que pueden servir y de las que puedan servirse los chicos y las chicas. Por eso es IMPENSABLE pretender hacer funcionar una rama Raider en ausencia de un local de trabajo.

            En el trabajo en el Atelier, aquellos a los que se le dificulta el habla de sus cosas por cuestiones de la edad, pueden construir aviones donde encontrar puntos de amarre en el pequeño caos identificatorio en el que viven… como pensaba Platón: los artesanos están tan involucrados con cosas materiales como entre ellos mismos. En el trabajo del taller en cada objeto queda la marca personal de cada uno de los chicos, el “fecit” o “yo lo hice” que por definición es un punto de anclaje dando valor de existencia “yo lo hice, yo existo”

            De la misma manera que existen dirigentes que entienden el Raiderismo como una especie actividad paramilitar al estilo de un Liceo Militar confundiendo el vivir la aventura con una especie de “supervivencia del mas apto”, también existen aquellos que confunden el Atelier con una especie de escuela politécnica donde la suma de maquinas – herramientas garantizaría per se encontrarse en el “buen camino”. Estos dirigentes y grupos consumidores de objetos tecnológicos depositan en forma fetichista, una especie de saber y de poder en los “robots” que también desvirtúa la Misión del movimiento y se da de bruces con la concepción artística- artesanal y estética que se desprende del escultismo, de allí que preferimos hablar de Artes Scouts y Woodcrafts con apoyo de la menor cantidad de elementos tecnológicos posibles.

            No es seguro que la suma de tecnología sea garantía de algo… un buen berbiquí para hacer un agujero donde colocaremos un bulón de madera para la mesa es más apropiado que una agujereadora eléctrica que no podremos conectar a ningún tomacorriente a no ser que el lugar de acampe sea un camping. ¿Esto implica estar negado a la tecnología? NO, esto nos posiciona dándole el lugar que corresponde, como un medio entre otros del que hay que servirse acorde a las necesidades reales de cada chico y cada grupo.

            Si de herramientas se trata, en un Atelier no pueden faltar las básicas para la vida al aire libre, las que todos conocemos, aquellas que no precisan electricidad… serruchos, tronzadores, formones, martillos, hachas, etc. El resto - las llamadas maquinas herramientas - es prudente adquirir solo las necesarias y cuando menos mejor ya que la utilización de las mismas dependerá de la variabilidad de las actividades que se realicen a lo largo del año, siendo de esperar que sean diversas.

Puede que como producto de una empresa se haga necesario construir un buen horno en el patio del grupo, y eso está bueno porque puede tener distintos usos para la rama y la comunidad; ahora probablemente sería un error comprar o hacer un torno de alfarero para que quede adornando el taller luego de terminada la empresa donde se aprendió a trabajar con alfarería… claro que si ese torno es hecho por los chicos y su destino luego de la empresa es algún lugar donde se lo necesite, cambia el sentido de su construcción. De igual manera no tiene sentido comprar moldes de velas en metal para una empresa a no ser que la realización de este tipo de artesanías tenga que ver con una forma de recaudar dinero de forma constante por parte de la rama, como podría ser en una Iglesia “x” la venta de velas… no está demás recordar que los scouts también conocen formas de hacer moldes que son bastante creativas y permitiría inventar algunos “modelos” por demás interesantes.

No es bueno que el taller se convierta en un desván donde las herramientas de las distintas generaciones se van acumulando. La tecnología no reemplaza la invención humana, en más, ella misma es producto del hombre. Puedo tener una biblioteca en una computadora pero si no hay una persona que sepa de la existencia de una biblioteca digitalizada a la que puede acudirse para leer de poco servirá; la computadora no tiene conciencia de lo que es una biblioteca.

Finalmente creo interesante tener en cuenta lo que plantea Aristeguieta Gramko en el escrito anterior (Aristeguieta Gramko, un maestro inolvidable) cuando nos dice que debemos construir un puente en la fisura que se establece entre natura y cultura y si partimos de la base que el hombre se aliena en la tecnología, y en el capitalismo entramos en un desplazamiento de un objeto al otro existiendo siempre un objeto nuevo y mejor… no es seguro que la fascinación tecnológica nos lleve a buen puerto

Una banda de Moebius

            ¿Cómo entendemos el saber hacer en los Raiders? ¿Qué relación existe entre técnica y subjetividad?

            Uno de los primeros puntos a tener en cuenta es que entendemos el aprendizaje como el producto de un borde entre el exterior  y el interior que constituye al sujeto y su singularidad. Cuando nos referimos al exterior  nos encontraremos con los otros cercanos, el mundo, aquello que descubrimimos, el servicio, la técnica. Cuando nos referimos a lo interior lo hacemos con relación al desarrollo de la propia subjetividad, la adquisición de valores, y la construcción de un rumbo con el cual orientarse en la vida. En ese borde del saber –hacer del Raider el adentro y el afuera se resignifican entre sí en un proceso en la que lo que está afuera se interioriza y lo que está adentro se exterioriza. ¿Cómo podemos entenderlo? Veamos algunos puntos que quizás nos sirvan.

            Una de las cuestiones problemáticas de la sociedad actual es la prisa, la velocidad, rapidez, el desplazamiento de un objeto a otro, de una idea a la otra sin posibilidad de establecer un punto de anclaje; esto implica constituirse como sujetos efímeros donde lo importante es el consumo de objetos tecnológicos, el deseo sin - parar de... otra cosa - como muestra la propaganda de una tarjeta de crédito donde cuando se está con una chica se piensa en la guitarra, y cuando se tiene la guitarra y se la toca por primera vez, viene el amigo con un visor 3D provocando el abandono de la guitarra por la búsqueda desenfrenada del siguiente objeto - Esto que sucede en lo exterior también sucede en lo interior entonces ¿En el Atelier Raider se debe repetir el esquema capitalista de la prisa o deberíamos favorecer la posibilidad de la pausa? Si pensamos que en la poiesis (saber hacer) se juega el aprender-haciendo específico del movimiento scout, podremos entender –por ejemplo- que a partir del uso del cepillo de bote para cepillar una madera, los caminantes tienen la posibilidad de hacer “interior” las indicaciones técnicas por las que se trabaja en un ritmo pausado; la paciencia del trabajo con la madera, el aprender a seguir las vetas a partir de la particularidad del material. Lo mismo sucederá con el armado de moldes para velas, del trabajo sobre el detalle que no implica que el producto deba ser perfecto sino que éste genera una relación entre el interior – exterior apropiándose no solo de un procedimiento sino de la ética que se desprende del modo en que realiza el trabajo que tan necesario se hace rescatar para que exista una pausa.

            Si tomamos nuevamente el ejemplo de la propaganda de la tarjeta de crédito, podemos darnos cuenta que esta rapidez no es gratuita ya que perturba la relación del chico con la chica de igual manera que con los amigos, cosificando las relaciones, colocando los objetos tecnológicos de consumo en el Cénit. Ahora bien, en el trabajo de la Base Taller observamos otra cosa; las relaciones se dan entre personas y no entre objetos, se plantea la colaboración como modo de trabajo donde cada uno pone a disposición del grupo sus saberes y cuando estos no están se busca en la comunidad a aquellos que disponen del saber para que pueda ser transmitido. El liderazgo es siempre de acuerdo a lo que se necesita y la discusión democrática permite instalar la posibilidad de preguntar y preguntarse integrando de este modo la teoría, la práctica y los distintos saberes o disciplinas diferenciándose de cualquier método escolarizante. Quizás por eso cuando Dewey se refirió al saber hacer lo hizo a partir de definirlo como un espacio donde el juego, el trabajo y la democracia se articulan.

El Atelier Raider exige aprendizaje en equipos, conocimientos y procedimientos, reemplaza el hablar por el hacer estableciendo una gran diferencia entre la mateada (o cafeteada en otros países) de un grupo de amigos y la mateada en el grupo scout. El Atelier se constituye en un adentro y la comunidad en un afuera por lo que los caminos interiores no pueden quedar dentro del taller de manera autoerótica ¿en qué se diferencia una mateada scout con una mateada de amigos (o una cervezeada, o una fumata)?. En que no es concebible para los Raiders la constitución de un espacio que sólo sirva como un lugar donde alojarse; esto sería condición necesaria pero no suficiente ya que el espacio del taller como interior a la rama implica sí o sí una relación con lo exterior, sea a partir de lo que se construye para un campamento de la rama; o a partir de constituirse como espacio de trabajo y preparación para el la Buena Acción que se transforma en un “salvar” dirigido a la comunidad. Es en el Atelier donde se construyen los títeres y el argumento de la obra que se llevará a cabo en la sala de pediatría del hospital; es en el Atelier donde se diseña la actividad y se preparan los disfraces para festejar el día del niño en la villa; es en el taller donde se preparan los plantines para la huerta o se realizan los esquejes para la reforestación o la forestación de algún pulmón verde de la ciudad. También en el Atelier se trabaja sobre la especialidad, y es el lugar donde se construyen (por ejemplo) los distintos instrumentos de medición meteorológica para que, en campamento, ofrecer todos los días un pronóstico del tiempo.

Podemos hacer un diagnóstico de cómo trabajamos en el grupo scout a partir de lo que sucede en los espacios de las ramas. Si ellos se cierran sobre sí mismas y nada se produce hacia el exterior, nos encontramos con un Atelier vacío, llene de palabras vacías que nos introducen en un “parlamentarismo raider” alejándonos de un “realismo raider”. El no-hacer en el exterior implica un vacío en el interior por lo que en el mejor de los casos en el grupo scout tendremos un grupo de amigos con uniformes y pañuelos, pero nos engañaríamos si pensáramos que eso iría mas allá de un modo de estar efímero y carente de sentidos.

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