martes, agosto 23, 2016

Campamento Volante ... (verano del 77)



Pablo Romero - Castor Ingenioso-

    En diciembre del 76 habíamos ido dos raiders, Ariel Lottero y yo (Pablo Romero) con nuestro educador (Alberto Mecoli) a buscar lugar para el campamento de verano del grupo.

    Como en un campamento nacional que hiciéramos en la Isla Del Cerrito en el Chaco habíamos conocido un cura radicado en Gualeguay y nos había invitado a ir allí cuando quisiéramos.

    El grupo nos había encomendado ir a lo de nuestro nuevo amigo en busca de un lugar para acampar en el verano de 1977.

    La cuestión que partimos el 30 de diciembre rumbo a Gualeguay. Embarcamos en una lancha de pasajeros y tras cinco horas de hermoso trayecto por el alto delta del Paraná y las islas llegamos a Victoria, luego el recorrido seguiría a dedo hasta nuestro destino (80 Km.). Como no lográbamos que nos levantaran decidimos dividirnos Ariel y yo por un lado y Alberto por otro para que sea mas factible que algún automóvil o vehículo se hiciera eco de nuestras señas de pedido de acarreo. 

    Al anochecer con Ariel estábamos todavía a mitad de camino y de Alberto para entonces no teníamos ni rastros, con la noche encima, con lo duro que estaba para que nos lleven de día y con una tormenta y la madre que se avecinaba, decidimos preguntar en una estación de servicio el horario de algún micro a Gualeguay, el mas próximo pasaría a la una de la madrugada, como faltaban unas cuantas horas gracias a la generosidad del encargado de la estación, desplegamos nuestras bolsas de dormir y nos acostamos a dormir en una especie de lavadero para autos, a eso de las once de la noche arribaban a la estación de servicio automóviles con terribles abolladuras en el techo y capó, comentando que en Gualeguay estaba cayendo una pedrada jamás vista.

    A la hora indicada bajo una lluvia torrencial abordamos el micro con la suerte de que Alberto había pensado mas o menos como nosotros y lo había tomado unos kilómetros antes. Llegamos a nuestro destino y nos encontramos con una ciudad desierta totalmente a oscuras con montones de vidrieras rotas, cables y ramas caídas por todos lados, sorprendidos por el espectáculo desolador nos dirigimos a la parroquia de nuestro buen amigo el cura.

    Cerca de las 2 de la mañana se ve que los golpes que propinamos a la colosal puerta de la iglesia solo despertaron a los santos puesto que el cura ni apareció, para entonces la lluvia había cesado y la plaza que estaba frente a la iglesia resultaba lo mas apropiado para pasar la noche, nuevamente desplegamos nuestras bolsas de dormir y los bancos de la plaza se transformaron en excelentes camas.

    Al amanecer dos cosas llamaron mi atención, cuando abro mi ojo izquierdo observo  una persona juntando palomas muertas del piso y colocándolas en un cajón de manzanas y cuando abro el ojo derecho veo que estamos durmiendo justo enfrente de la jefatura de policía y en su puerta un guardia que nos miraba con cara de estar pensando .... ¿quienes serán estos pordioseros....?.

    La tormenta había sido terrible y todo el mundo estaba convulsionado con el hecho, en la panadería cuando fuéramos a comprar unos bizcochos para nuestro desayuno a secas nos enteramos que un productor de tomates que había perdido la cosecha se había matado dos veces, entre los clientes y la panadera no se hablaba de otra cosa que lo impresionante de la tormenta y por supuesto competían a quien había rescatado la piedra de hielo mas grande, en lo mejor de la tertulia entra una vecina con la novedad de que don Torres se había pegado un tiro porque había perdido toda la cosecha de tomates, ni bien terminara su relato entra otro cliente diciendo que don Torres se había ahorcado porque perdió todos los tomates, ....nunca supimos ni siquiera si don torres se había matado o no.

A media mañana dimos con nuestro amigo el cura quien nos oficiara de guía en su Fiat 600 por los alrededores para que eligiéramos el lugar donde haríamos el campamento con el resto del grupo unas semanas mas tarde. Tras elegido uno de los lugares (La Paloma), pasamos un par de días en un camping y emprendimos nuestro regreso. Ya en Victoria a la tardecita del cuarto día como teníamos que hacer tiempo desde las 19 hs hasta la mañana siguiente para abordar una lancha que nos llevaría a Rosario, en plena ciudad se nos complicaba encontrar lugar para armar la carpa, esto hizo que implementáramos el plan B, tocarle el timbre a un educador scout de dicha ciudad que habíamos conocido en el mismo campamento del Chaco donde habíamos conocido al cura de Gualeguay, buscamos el papelito de la dirección entre nuestros bolsillos y rogábamos que no estuviera en los de Alberto porque días antes lo había interpelado una Gitana y con la intención de sacarle unos pesos por derecha y también por izquierda, mientras le leía las manos le decía que tenía dolores por acá y le metía la mano en un bolsillo, y por acá seguía diciendo y le metía la mano en otro bolsillo la cuestión es que todos los dolores estaban en la zona de los bolsillos y ya sabemos que las gitanas conocen muy bien las artes de la adivinación pero también las de quedarse con el contenido de los bolsillos ajenos, por suerte la dirección estaba en poder de Ariel. Ya de noche....riiinggggg, le tocamos el timbre a Juan Carlos Strata quien nos recibió y nos ofreció su habitación para dormir, el con su esposa dormiría en el living, la mejor forma que encontramos de dormir tres en una cama matrimonial fue el hacerlo transversalmente ya que nos colgaban un poco los pies pero de ancho estábamos cómodos.

    El viaje en lancha transcurrió sin sobresaltos y arribamos a Rosario con la misión cumplida. 

    Entre tantas experiencias una que no se me olvida es que para lavar los platos y los cacharos jugábamos a los dados para que el perdedor se hiciera cargo del asunto, la cuestión que de los cuatro días batí el record hasta hoy en día puesto que lave los platos en todas las ocasiones.

    Un par de semanas después todo el grupo en un cascajo que oficiaba de ómnibus salimos rumbo a Gualeguay para nuestro campamento de verano. Llegados al lugar(la Paloma) Ariel, Alberto y yo casi vamos a parar a una hoguera inquisidora ya que a la mayoría el lugar les pareció horrible, por nuestra parte habíamos descrito el lugar a la perfección pero por el entusiasmo y la actitud optimista de todo scout les había hecho suponer a los demás que exagerábamos en nuestra descripción paisajística cuando advertimos que había pocos árboles y que el río era bastante choto, la cuestión que las caras de traste de los educadores duraron casi todo el día.

    A los raiders (adolescentes) poca mella nos hacían las características del lugar dado que nuestro programa constaba de estar allí solo un par de días de los quince que duraría el campamento general y luego salir de campamento volante hasta la ciudad de Gualeguaychú.

    Como nuestro grupete era muy independiente le habíamos planteado al concejo de grupo que durante el campamento queríamos administrar la parte del presupuesto que correspondía a nuestra sección, cosa que nos resulto un tiro por la culata ya que nosotros éramos siete y las dos únicas personas que no habían podido pagar el campamento estaban entre los siete, el concejo de grupo nos dijo que no había problema pero de nuestra parte descontarían el importe de los dos que no habían pagado, considerando que los mayores gastos eran los del cascajo que nos había llevado desde Rosario a Gualeguay lo que nos quedaba para gastar en la estadía era muy poquito, el descuento que nos hicieran casi dejaba nuestro activo en rojo, los números daban de la siguiente forma, el campamento costaba $120 c/u de los cuales había $70 de cascajo, por ende restaban $50 para gastos de comida, nuestra cuenta daba 50 x 7 que éramos nosotros, lo que hacia suponer que contábamos con $350, pero este concejo de grupo que se ve les había picado el hecho que quisiéramos manejar el dinero, nos saco la siguiente cuenta ....- “ustedes pagaron 5 personas ósea que pusieron $600, bien, pero viajaron 7 ósea que de gastos de transporte tuvieron $70 x 7 lo que da $490 que restándolo de los $600 que pusieron les queda un saldo de $110, ya que son tan independientes háganse cargo de sus propios gastos”- ....noooo, estábamos fritos!!!!

    Al tercer día aprontamos nuestras mochilas, le dimos al tesorero los pocos pesos que cada uno tenía en sus bolsillos para engrosar los números y partimos rumbo a la aventura.

    Caminamos alegremente 1/2 Km. hasta la ruta para hacer dedo, que seria nuestra forma de hacer el recorrido,  una vez allí mirando el reloj dijimos ....- “son la 8 de la mañana, hasta Gualeguaychú hay 80 Km., ¿cuanto podremos tardar?....con mucha mala suerte seguro que antes del medio día estamos allá”-

    Empezamos a caminar y no habíamos hecho ni cincuenta metros que para un auto de la policía y nos empieza a interpelar de que estábamos haciendo, etc., etc., con la suerte de que ese sector era elevado y desde allí se veían las carpas del resto del campamento que había quedado en La Paloma, alguien dijo que éramos scout y que pertenecíamos al grupo scout haciendo un ademán hacia el campamento que se veía muy pintoresco a la distancia, con esto fue suficiente para quedar libres de la “autoridad” y seguimos la marcha. Caminaríamos hacia nuestro destino y a la vez haríamos señas para que nos llevara algún vehículo.

    Hacia las diez de la mañana habíamos caminado a buen ritmo, pero ni miras que alguien se hiciera eco de nuestras señas para llevarnos. Todavía era temprano y teníamos todo el día por delante, no obstante decidimos dividirnos para que fuera mas fácil que nos alzaran, quedamos, el Ale (el guía, tesorero y chaman), el Cabezón (Marcelo, enfermero), y yo (Pablo, cocinero, a esa altura estaba dejando de ser “Petaca”), por el otro lado quedaron el Goru (Hugo, encargado de materiales), El Indio(Rubén, chistoso, cómico y rompe bolas, nunca tuvo cargo), Víctor Hugo (el nuevo) y el Ilustre (Alberto) que era nuestro educador.

    Para las 12 del medio día el sol de fines de enero partía la tierra, desde que nos habíamos separado de los otros chicos al costado de la ruta lo único que se veía era maíz de un lado y maíz del otro, a veces el maíz alternaba con algo que suponíamos seria trigo, la banquina era muy angosta y al toque estaba el alambrado y pegado a el los cultivos, la ruta estaba destrozada con pozos por todos lados y mas bien parecía ripio porque los vehículos levantaban la piedra del asfalto, lo que hacia que fuera mas fácil caminar por la agosta banquina. Nos veníamos planteando que no íbamos a poder cocinar en tan angosta brecha, ya que de la ruta al alambre no había mas de tres o cuatro metros y el maíz campo adentro no parecía tener fin lo que no nos permitía pasar el alambrado, cocinar en la banquina era muy peligroso.

    A eso de las doce treinta, empezamos a sentir algo que parecían ranas, cosa extraña porque no había agua por ningún lado, nos paramos un momento nos secamos el sudor de la frente y cuando amaino un poco la respiración lo que sonaban a ranas eran nuestras tripas, el mate cocido de las siete de la mañana ya lo teníamos en la punta de los talones. Seguíamos sin encontrar lugar para cocinar, la única cosa que podíamos hacer era seguir para adelante hasta que apareciera alguno, por suerte casia a la una (13hs) apareció la entrada de una estancia con esas tranqueras imponentes y unos hermosos eucaliptos adornando la entrada, el casco estaría bien lejos porque a partir de la tranquera solo se veía un camino que se perdía campo adentro. Prendimos fuego desplegamos una pequeña parrilla pusimos a calentar agua en una ollita para hacer fideos y por supuesto que le íbamos a bajar la caña a unos buenos choclos que por afanados seguro sabrían mucho mas ricos, porsupus que ya estaban sobre las brasas. Ya con el agua a punto de hervor mientras yo acomodaba los choclos para que salgan bien doraditos, el Ale tenía el paquete de fideos inclinado casi ya vertiéndolos en la olla cuando para una chata (ranchera Ford) con los otros compinches en la parte de atrás, nos movimos como resortes, el Ale hizo un movimiento inercial para enderezar el paquete de fideos y no perder ninguno en el agua ya hirviente, me pasa el paquete de fideos que lo encesto de triple en la mochila que estaba a unos metros, los choclos fueron a parar también a la mochila, el Ale tomó la olla y de un solo saque apagó el fuego con el agua que había dentro de ella, el Cabezón parecía un pulpo guardando las pocas cosa que estaban sueltas, en treinta segundos estábamos los tres junto a la chata, el conductor nos miro como inspeccionándonos y como si no hubiera pasado nada dijo - “Aaaa, son muchos”, aceleró y se fue, los compinches a medida que se alejaban nos saludaban y se destornillaban de risa, nos quedamos sin saber que hacer por un momento, los tres paraditos en hilerita al borde de la ruta con las mochilas a medio colgar y unas cuantas cosas en las manos, el Cabezón rompió el silencio con un -“para los fideos ya no queda agua”, prendimos el fuego nuevamente y aparte de los choclos que ya estaban casi listos agregamos unos cuantos mas para el segundo plato. Disfrutamos los choclos, disfrutamos la sombra, recostados sobre el pasto a modo de siesta, a esa altura con el estomago lleno nos reíamos del episodio de la chata y nos preguntábamos que estarían haciendo los otros chicos en Gualeguaychú. 



Cerca de las cinco de la tarde mientras caminábamos la reflexión era de que el medio día había quedado atrás y todavía estábamos muy lejos de nuestro destino.

    A las ocho y pico de la tarde con los últimos rayos de sol y con los pies reventados de tanto caminar llegamos a una estación de servicio y junto a ella estaba el camino que entraba a Laroque, justo a mitad del recorrido, habíamos caminado 40 Km., por suerte este pueblo estaba a unas pocas cuadras, le preguntamos al de la estación de servicio que nos guiara como llegar al camping del pueblo y se ve que este hombre seria socio del de la chata porque sin movérsele un pelo nos dice que en el pueblo no hay ningún camping, otra vez los tres en hilerita desconcertados sin saber que hacer y otra vez el Cabezón rompió el silencio diciendo  -“enfilemos para el pueblo, en todo pueblo hay una plaza.... después vemos”-

    Ya cayendo la noche en una diagonal de la plaza, en un banco de cemento, esos sin respaldo, comimos un paquete de galletitas de agua con picadillo, a modo de sobremesa decidimos sentarnos en el piso con las mochilas por respaldo y prender un cigarrillo. Ya había caído la noche, el clima estaba perfecto, había amainado el calor y la temperatura estaba muy agradable, los focos de la plaza eran bastante pobres lo que hacia pudiéramos disfrutar de un cielo plagados de estrellas, parecía que el tiempo se había detenido, el silencio era o parecía total pero extraño puesto que se sentían a lo lejos los grillos y chicharras, en realidad era como que a los ruidos los soñábamos porque la paz era total, estábamos en plena contemplación cuando el Cabezón - “ ...y que hacemos?”, faaaa, se fue al diablo toda la magia, ratos antes cuando íbamos hacia la plaza, teníamos la esperanza de que estuviera medio abandonada con los yuyos altos para que no desentone tanto acampar en ella, pero el ....y que hacemos? del Cabezón marcaba que esa plaza estaba muy cuidada, con canteros y flores y no nos daba el cuero para armar la carpa entre las rosas, el Ale sin poder sacar ninguna idea potable de a ratos decía - “Dios provee...”, sopesábamos dormir sentados tal cual estábamos, no terminaba el Ale de decir uno de sus Dios provee... que vemos venir caminando por la diagonal una persona, cuando está a pocos metros nos damos cuenta que es un policía, cuando vemos que se dirigía hacia nosotros nos paramos los tres juntos pues nos dábamos cuenta que algo nos iba a decir, nos llamo mucho la atención que el cana cuando nos vio pararnos se sobresalto y llevo la mano al arma que tenía en la cintura, sin sacar la mano de la culata nos pregunto que estábamos haciendo, le hicimos el cuento de siempre, que éramos scout que estábamos de caminata y bla, bla, bla, la cosa que nos dice que lo íbamos a tener que acompañar a la comisaría.

    Un par de cuadras y ya estábamos los tres parados enfrente del escritorio del comisario con las mochilas delante de nuestros pies, nos pide los documentos y nos dice que éramos menores que si estábamos escapados de nuestras casas, ...noooo, somos scouts, bla, bla, bla, -los permisos de nuestros padres los tiene el jefe que viene en el otro grupo, ...este Cabezón!!!!, con la partecita de que viene con el otro grupo la iba a empezar a embarrar de lo lindo, suponiendo que ya tenía al comisario en el bolsillo la remato diciendo ...- “quedamos en encontrarnos en la estación de servicio que esta en la entrada del pueblo”. El comisario estuvo un momento en silencio, lo que nos hizo pensar que levantábamos las mochilas y ya caminábamos de nuevo hacia la plaza. Lejos estaba de que eso ocurriera, nos indico que sacáramos todo lo que estaba en las mochilas y nos requisó un hacha, una pala, un par de cuchillos de monte y nos dijo que guardáramos todo de nuevo, nos indico que nos sentáramos en un banco largo que había contra una pared y se metió en otra dependencia, recién allí pudimos hablar entre nosotros desde que habíamos entrado en la taqueria y fue para decirle al Cabezón de como se le había ocurrido decir semejante boludez, si los otros seguro que ya estaban en Gualeguaychú, no pudo contestarnos porque regreso el comisario diciendo que íbamos a tener que esperar a que llegaran los otros con los papeles.

    Otra vez los tres en hilera, pero ahora sentados en un banco largo de comisaría, sin saber que decir, en esa oportunidad el silencio lo rompió el Ale... - “Dios provee... un calabozo no es mal lugar para dormir”, jajjajaja la carcajada fue en trío y tuvimos que reprimirla porque no queríamos incomodar a la autoridad.... ya bastante jodidos estábamos.

    Estuvimos solos en aquel banco, cerca de una hora y media, cuando reaparece el comisario y nos dice que el cabo iba a ir a ver si encontraba a los otros en la estación. ¡¡¡De acá no nos vamos mas!!!, fue lo único que nos salió cuando vimos al milico enfilar para la estación de servicio, no había pasado ni media hora que vemos entrar al cabo, obvio que ni ahí que nos llamara la atención que estuviera solo, unos segundos después nos paramos con una sonrisa de oreja a oreja puesto que estaban entrando los otros chicos con Alberto, como estaban medios dormidos y las mochilas pesaban bastante el milico les había sacado unos metros por eso nos había dado la impresión de que estaba solo, lo que hubiera sido lo lógico, no nos explicábamos que había pasado porque desde el episodio de la chata hasta allí todo el trecho lo habíamos hecho a pie y en ningún momento los habíamos cruzado.

    Les hicieron sacar a ellos también todo lo de las mochilas, requisaron un par de hachas y cuchillos mas y con los papeles en la mano se fue el comisario diciendo que mandaría un radiograma a Rosario para confirmar la veracidad de nuestra documentación, la cosa estaba complicada porque el salame de Goru se había olvidado el documento en su casa y había venido al campamento sin el. Al rato nos dice el comisario que esta todo bien, que muchos lugares para ir a dormir no teníamos y que si queríamos usáramos el patio de la comisaría, nos indico donde estaba el baño y un anafe para calentar el agua por si queríamos tomar mate y cerro diciendo que nos habían conseguido un camión, que a las siete de la mañana nos llevaría a Gualeguaychú, .... que broche de oro para cerrar el día!!!!, la alegría nos dio fuerzas para tomar unos mates antes de dormir, allí atando cabos y recorriendo hacia atrás descubrimos como es que los otros no habían llegado a Gualeguaychú, la chata los había llevado solo unos pocos kilómetros y como se habían quedado sin agua se metieron hasta una chacra que como estaba lejos eso los demoro bastante, lo suficiente como para que nosotros los pasáramos sin verlos, también nos contaron que como a ellos les había picado el hambre antes de ir a buscar agua y para cocinar no tenían ni una sola gota, al Goru se le ocurrió decir que con el hambre que tenía era capaz de comerse un choclo crudo y no falto otro que dijo - “¿y si probamos?”, no perdían nada con probar concluyeron y soltando las mochilas cruzaron el alambrado y empezaron a sacar y pelar choclos, treintipico de años después si a cualquiera de esos cuatro le preguntas si el choclo crudo se puede comer y es rico te van a decir que si y que son riquísimos.

    Terriblemente incómodos porque el piso del patio era de escombros pero con alegrías renovadas y un cansancio ya insostenible, todos en nuestras bolsas de dormir empezamos a cerrar los ojos, el ultimo recuerdo que tengo de esa noche es la voz del Ale diciendo - “Dios provee..... cama de fakir y transporte, no podíamos tener mas suerte!!!!!”.

    A las 6,30hs todos arriba, las 7 , las 8, las 9, las 10  y el camión no aparecía, el que apareció fue el comisario diciendo que el camión no iba a poder venir y que íbamos a tener que seguir a pie, apenas empezamos a caminar el Cabezón decía: Dios provee... siii, Dios provee, ya veo que Dios provee... otra vez a pata!!!

    Como ya teníamos muy pocas esperanzas de que nos levante algún vehículo seguimos todos juntos, a eso de las 11 del medio día empezamos a plantearnos donde íbamos a parar para comer, alguien señalo adelante diciendo que si caminamos un poco mas paramos en aquel monte, se veía a lo lejos flor de arboleda y no lo pensamos dos veces. El calor y el sol hacia un reflejo sobre la ruta dando la impresión que era agua, el maldito bosque parecía que caminaba también porque a las doce seguía estando lejos, a la una de la tarde todavía nos faltaba un buen trecho, la cuestión que llegamos a el a las dos de la tarde, en ese momento Víctor Hugo se descolgó conque antes de salir había escuchado en la radio de la comisaría que la visibilidad era algo mas de 15 Km., ósea que cuando vimos el monte que parecía no estar tan lejos, no estaba a menos de esa distancia, para colmo eran eucaliptos de forestación, altísimos y casi sin hojas, el sol pasaba por todos lados y la sombra era mínima.

    A las cuatro emprendimos la marcha nuevamente, no había transcurrido una hora cuando vemos un puente y el Indio que era el mas jodon se adelanta corriendo, se apoya en la baranda del puente mira hacia abajo y luego mirando hacia nosotros grita ...... -“locoooo, acá solo falta Heidi”, y la verdad que el lugar era un Paraíso, un arroyo de unos veinte metros de ancho con sauces en sus orillas con sus ramas colgando hasta algunas tocar el agua, unos cuantos árboles dispersos y un pasto que parecía un billar, para terminar de dibujar la postal, dos o tres vacas holando pastaban muy tranquilas, todos apoyados sobre la baranda del puente tardamos muy poco para decir ... “acá nos quedamos!!!”, El arroyo era de agua limpia y bien profundo cosa que permitía hacer terribles clavados desde los árboles, abundaban las mojarras que pescábamos con una red de cebollas, había leña, se podía caminar descalzos por el césped y el agua del arroyo estaba hermosamente fresca para los casi 32° grados que estaba haciendo en la ruta. A esa altura llevábamos mas de un día de retraso en nuestro cronograma de viaje, pero como no teníamos planes fijos para cuando llegáramos a Gualeguychú decidimos quedarnos allí hasta el día siguiente.



    Es increíble como después de haber padecido la naturaleza, porque la caminata por la ruta bajo el rayo del sol había sido bravísima, la misma naturaleza nos regalaba sus bondades, la sombra abundante, el arroyo que no podía ser mas perfecto, angosto profundo y de aguas claras, con árboles inclinados hacia el en sus orillas, con mojarra de las chiquititas que no había mas que sacarlas y tirarlas al sartén sin necesidad de destriparlas, un césped de encanto, abundante leña, estábamos desconcertados en semejante oasis, nos tirábamos al agua, pescábamos mojarras, nos acostábamos en el césped, en un momento el Cabezón tomo la olla, se fue hasta el arroyo y cargándola hasta el tope dice....- “¿queres agua para los fideos?...toma, acá tenes”........- “¿queres agua para los fideos?...toma, acá tenes” y así llenaba la olla mientras decía ¿queres agua para los fideos? y la vaciaba mientras decía ....toma, acá tenes.
Al día siguiente decidimos almorzar allí y salir tipo cinco de la tarde cuando el sol ya no estuviera tan fuerte, otra vez nos dividiríamos porque ya descansados bien comidos y bien dormidos habíamos recuperado el optimismo y confiábamos que alguien nos levantaría. Para las diez de la noche el cansancio se sentía a mas no poder, ruta, banquina y sembrado, todavía faltaba un montón, no podíamos entender porque nadie nos llevaba, muchos años después nos enteraríamos del porque (estábamos en plena dictadura militar).

    A las once de la noche vemos a unas cuadras un predio arbolado, con grandes eucaliptos, ya cerca vimos que tenía una entrada importante con un portón y unas torretas, cincuenta metros antes, quedamos enceguecidos por un fuerte resplandor y nos asustamos porque pensamos que era un vehículo que se nos venia encima, unos segundos después cuando nuestros ojos se acostumbraron a la luz nos dimos cuenta que el haz de luz salía de una de las torretas y que era un reflector que nos iluminaba intencionalmente a nosotros, el Ale se puso la mano sobre la frente para hacerse un poco de sombra y soltó un ..... “cagamos es un regimiento!!!!”, todo el recorrido hasta ahora lo habíamos hecho en fila india, es la forma mas cómoda porque el primero le va abriendo camino a los demás y en muchas partes donde hay senderos sobre la banquina siempre este es angosto, allí también estábamos en fila india pero esta vez perfectamente iluminados por un circulo de una luz blanca intensa, como yo iba adelante no se me ocurrió decir otra cosa que ... “sigamos tal cual como vamos, no hagamos ni un ademán ni digamos una palabra”, así en un silencio sepulcral el reflector siguió nuestros pasos por unos cien metros. Tres años después por esas casualidades que tiene la vida con el Cabezón nos toco hacer la colimba en ese regimiento y nos cansamos de hacer guardia en la torreta del reflector y las ordenes eran claras al que pasara por allí se le preguntaba alto quien vive y si la respuesta era incorrecta había que disparar, todos los años cuando en alguno de los puestos de centinelas cuando algún soldado muerto de miedo al sentir ruido entre el pastizal cantaba el alto quien vive y no tenía respuesta y seguía sintiendo que los pastos se movían abría fuego, esto hacia que viniera toda la guardia completa con un despliegue y la madre a rastrear la zona, terminando el episodio cuando aparecía la vaca boqueando en el suelo con un tiro en la panza. En la colimba en nuestras siestas de alpedismo con el Cabezón recordábamos el episodio del reflector y decíamos ¡¡¡¡¡de la que nos habíamos salvado!!!

    Habiendo dejado atrás el regimiento le preguntamos a un gaucho viejo que venia con su pingo al trotecito en sentido contrario que cuanto faltaba para Gualeguaychú, nos respondió “esta acá cerquita falta mas o menos una legua” y siguió su camino, nos mato con la respuesta, sabíamos lo que era un kilómetro, una milla, pero una legua no teníamos ni idea de cuanto era, el “esta acá cerquita” nos dio animo porque supusimos que seria algo parecido a un kilómetro o una milla, después nos enteramos que era mucho mas, la cosa que a las once y media estábamos rendidos y nos sentamos en la banquina a descansar un rato, al minuto para un rastrojero con una pareja de personas mayores y el señor nos dice que era muy peligroso estar allí que unos días atrás un camión había atropellado y matado a dos mochileros, cundo con los compinches recordamos aquello, decimos que es muy probable que la atropellada de esos mochileros haya sido como la de Angelelli o la de Cafrune, la cosa que este buen señor se ofreció a llevarnos y así fue como a las doce en punto nos dejo en la entrada de la ciudad, el Ale miro el reloj y dijo .... “perfecto, exactamente dos días y medios de retraso”-

     Como ya las sorpresas eran habituales aquí no podía faltar otra, que boluu... dijo alguien, Gualeguaychú es mucho mas grande de lo que imaginábamos(en esa época 80.000 habitantes), “dijimos que nos encontraríamos en Gualeguychú pero no dijimos donde”, otro dijo: “Cabezón, no se te vaya a ocurrir decir que enfilemos para la plaza”. Donde estábamos no había nada potable para acampar, aparte ya era casi zona urbana, vimos un cartel que decía “Parque Unzue 3 Km.”, ....¿que son tres kilómetros?, son las doce y pico estamos reventados ¿que son tres kilómetros?, y ese parque como será?, y debe ser como el Parque Independencia (un parque muy cuidado de Rosario), bueno chochamus no queda otra que enfilar para el parque fue el cierre de la discusión, había que atravesar toda la ciudad ya que el parque estaba en el extremo opuesto, a mitad de camino ósea en pleno centro, el movimiento de gente era casi nulo, otra vez en fila india porque la vereda era bastante angosta, íbamos lo mas campantes sonrientes porque estábamos en destino, ya muy cerquita del parque que suponíamos donde dormiríamos en un banco tipo plaza, veníamos diciendo que qué gaucho había sido el del rastrojero cuando la conversación se corto en seco, teníamos parando al lado nuestro un vehículo de la policía , allí sin decirlo, todos pensamos: como podíamos haber sido tan estúpidos de que Alberto otra vez se hubiera ido con los papeles nuestros.

     Antes de salir de Rosario un cura conocido nos había dado la dirección de sus dos hermanas que vivían en Gualeguaychu para que si alguna tarde teníamos ganas fuéramos a tomar mate con las viejas, el papelito con la dirección lo habíamos guardado por compromiso porque ni ahí que íbamos a perder tiempo en esa pavada.

    En un abrir y cerrar de ojos ya habíamos hecho el verso de que éramos scout y que bla, bla, bla, y todo nuestro equipo estaba fuera de las mochilas desparramado en la vereda, esta vez la hicimos corta le desabrochamos todos los bolsillos las tomamos del fondo y de una sola sacudida todo quedo en el piso, a la hora de los documentos se repetía la historia ¿y los papeles?....están con el otro grupo, ¿y donde están los del otro grupo? pregunto un cana, cuando el Cabezón empezó a abrir la boca con el Ale empezamos a temblar, este fulano se gana los premios en meter la pata, de los otros compinches no habíamos tenido mas noticias desde que saliéramos del arroyo de Heidi, no teníamos la mas pálida idea de donde podían estar.

    Cuando el Cabezón empezó con la primera silaba de su frase mire una de las palas que estaba en el piso y me dije para mis adentros: si dice una boludez se la parto por la cabeza, se ve que el, ni ahí que intuyo mi pensamiento porque muy suelto se despacho con ..... “seguro que están en la casa de las hermanas de Santidrian”, nooooo, no podía ser, no podía decir semejante pavada, cuatro tipos desconocidos que podían estar haciendo a la una de la mañana en la casa de dos viejas solteronas. Este Cabezón era en verdad un tipo de mucha suerte, porque uno de los milicos que parecía el mas capo pregunto .... “¿....ustedes son conocidos de Santiyan!!!?”, no se por que en Rosario al cura también muchos le dicen Santiyan, el Cabezón muy seguro de si mismo solo dijo  ¡¡¡....por supuesto!!!, el cana empezó a pedir disculpas, y que ....faltaba mas muchachos, sigan tranquilos. Cuando emprendimos la marcha el Cabezón iba al frente con una sonrisa de oreja a oreja.... “muchachos cuando haya que tratar con la policía déjenme a mi”. Lo del apellido seguramente fue una equivocación y ese tal Santiyan seria algún pesado de la zona.

    Veníamos siguiendo los carteles de “Parque Unzue” y parecía a propósito, el ultimo que estábamos mirando indicaba que había que cruzar un puente sobre un río y seguir dándole pata, ya casi sobre el puente venos que estábamos en una hermosa costanera y debajo una playa muy linda, con árboles y algunas instalaciones de balneario, dijimos: esto no será el Parque Unzue pero para dormir alcanza y sobra, bajamos a la playa y en una especie de bufete, quedaban dos o tres trasnochados empinando los últimos tragos de la noche, les preguntamos si allí se podía armar la carpa y nos dijeron que no, preguntamos si allí se podía dormir y dijeron que si, que dormir se podía pero que armar carpa no, totalmente extraño porque la única forma de dormir era a la intemperie tipo linyera, nos arrimamos contra la empalizada inclinada de la costanera que tendría un par de metros de alto, extendimos las bolsas de dormir y la arena oficiaba de cómodo colchón.




    A las siete de la mañana sentimos sobre nuestras caras una fina llovizna que anunciaba que hasta allí había llegado la dormida, nos acurrucamos un poco en las bolsas para hacer un poco de fiaca, en una que me doy vuelta miro hacia arriba y veo gente apoyada en la baranda de la costanera mirando como dormíamos, era una situación muy incomoda , la playa estaba totalmente vacía y los paseantes cuando caminaban el paseo de la rambla todos tumbaban para ver lo que pensarían eran tres crotos. Por suerte dormíamos vestidos lo que hizo ahorrarnos toda la vestida en publico, nos levantamos acomodamos el equipo en las mochilas  y la gran pregunta que nos hacíamos era como íbamos a hacer para dar con los otros muchachos ya que la ciudad era inmensa, después de exprimir la mente, decidimos que iríamos a la casa de las hermanas del cura y dejaríamos dicho allí que nosotros íbamos a estar parando en el Parque Unzue que habíamos visto estaba muy bueno para acampar, la playa donde habíamos dormimos estaba justo enfrente, decíamos que si los otros tenían dos gramos de seso seguro que harían lo mismo, el único punto de referencia que teníamos era el de las hermanas del cura y no había que ser muy lucidos para discernir que era el lugar ideal para dejar un mensaje.

    Enfilamos con las mochilas al hombro hacia una escalinata para subir la empalizada de la rambla y luego arriba preguntar a algún paseante donde quedaba la dirección del papelito. Al momento de subir los primeros escalones vemos aparecer a los chicos del otro grupo que bajaban encontrándonos de pura casualidad. Les preguntamos que cuando habían llegado y donde habían pasado la noche, el Cabezón se agrando un metro de alto y uno de ancho cuando escucho lo que contestaron, resulta que habían llegado a las nueve de la noche y no se les ocurrió mejor idea que ir a tocarle el timbre a las viejas y estas los atendieron a cuerpo de rey, se bañaron con agua caliente, les dieron de cenar y durmieron en camas con colchón, a nosotros la envidia nos salía por todos los poros, y el Cabezón repetía .... “¿que dije yo?.....¿que dije yo?... que estaban en lo de las hermanas de Santiyan”, le mando a propósito el santiyan con “y” haciendo referencia a la confusión del policía con el apellido.

    Cruzamos el puente sobre el río Gualeguaychú y nos dirigimos todos al Parque Unzue, encontramos un lindo lugar a la orilla del río donde armamos las carpas, teníamos un parrillero una mesa con bancos y una canilla de agua.

    Hasta entonces entre que algunos habían comido choclos crudos y otros cocidos, en el arroyo de Heidi estábamos en el medio de la nada en cuanto a almacén o boliche, lo único que habíamos gastado hasta ahora era en unos bizcochos cuando desayunamos en la comisaría y unos salamines con pan que fue el almuerzo en el monte de eucaliptos de forestación. El ahorro había sido total, separamos el importe del ómnibus de regreso hasta el campamento general, estábamos persuadidos que regresar a dedo no era muy buena idea, y con las chirolas que quedaban según nuestras cuentas, podíamos comprar por día, cuatro litros de leche y dos Kg. de pan, también decidimos comprar un paquete de tabaco porque para cigarrillos no daban los números, en esa época se nos había ocurrido fumar en pipa, y entre los enseres personales siempre iba una pipa a los campamentos.

    Ese día estuvimos descansando, pescando y recorriendo un poco los alrededores inmediatos, así descubrimos a unas pocas cuadras un tambo donde comprar leche fresca recién ordeñada y como era mas barata, la capita de leche ascendió a 7 litros por día, lo que nos aseguraba un suculento desayuno con un litro de leche y dos panes para cada uno, como no teníamos como conservar la leche y por estar en verano hacia mucho calor, habíamos resuelto la cuestión, tomándonos el litro per capita en el desayuno.

    Esa tarde habíamos estado hablando en base a los episodios con la policía de que la situación de que el Goru estuviera sin documento era por demás riesgosa y Alberto se fue hasta el obispado del lugar para ver si el Obispo le podía hacer una especie de certificado garantizando su identidad, regreso con una mano atrás y otra adelante, el Obispo le había dicho que no nos conocía y no podía garantizar tal cosa, esta posible salida se nos había ocurrido porque en ese entonces nosotros pertenecíamos a USCA (Unión Scout Católicos Argentinos). Muy a nuestro pesar resolvimos que lo mas conveniente era que se volviera al campamento general en La Paloma.

    Al segundo día de estar en el Parque Unzue levantamos todo y nos fuimos hasta la desembocadura del río Gualeguychú sobre el Río Uruguay, estaba a unos diez kilómetros, a la tardecita en el lugar encontramos un camping que parecía fuera de servicio porque no había nadie, ni siquiera un cuidador, nos instalamos como en casa y como cena preparamos una buena sopa, al momento de cenar empezó una invasión de bichos, eran como unas polillas bastante chicas color crema casi blancas, la cosa que estos bichos en su vuelo atropellado cuando daban con algo ahí quedaban medio muertas, era tanta la cantidad que en pocos segundos dejaban la mesa como si tuviera un mantel, casi no pudimos comer, porque también en un instante los platos de sopa quedaban plagados de bichos, estos insectos anunciaban una lluvia tan intensa que nos obligo a refugiarnos para dormir en el baño del camping.

    Al día siguiente regresamos al Parque Unzue, y al siguiente nos fuimos a pasar el día al balneario Ñandubaizal sobre el río Uruguay, hermosísimo el paisaje, la playa era extraordinaria, arena sin fin, podías meterte en el agua infinidad de metros, pasamos un día muy agradable.

    Dormimos nuestra ultima noche en el Parque Unzue y antes de partir por la tarde ya habíamos quedado con las hermana del cura que llevaríamos unos tallarines para compartir el almuerzo con ellas, nuestros humildes tallarines se sumaron al suculento estofado que ellas habían preparado y resulto una comida fantástica, estuvimos mateando con Hortensia y Rosita hasta la hora de tomar el ómnibus de regreso al campamento general, a esta altura estas dos excelentes personas ya no eran mas “las viejas solteronas”.

    Pasamos un par de días mas en el campamento general hasta abordar el cascajo que nos llevaría de regreso a Rosario.


Tanto situaciones como lugares y personajes son reales 

Alberto Mecoli esta casado con tres hijos, es profesor en el Politécnico de Rosario, en el año 2010 fue profesor de mi hijo Nicolás y es profesor particular cuando la situación lo amerita tambien de mi hijo Esteban.
Ariel si bien fue a buscar el lugar de acampe después no participo del campamento general, esta casado con dos hijos, hoy en día es preceptor en dos escuelas secundarias y tambien educador scout en un grupo del barrio donde vive, su hija es scout con la misma edad de cuando hicimos el campamento a Gualeguaychú.
El Cabezón Marcelo Giordani esta casado con tres hijas, es vendedor viajante de articulos de ferreteria.
El Ale Alejandro Ciclo esta casado con dos hijos, es empleado administrativo de correo, si bien en aquella época de chiquilines siendo el Ale nuestro guia de equipo, nunca le escuchamos dar una orden, con su optimismo, su disponibilidad, perseverancia y ejemplo fue nuestro referente indiscutido.
El Indio Ruben Irusta se hizo Policía y ya hace mas de 15 años que no tengo noticias de él, se caso y tuvo hijos.
El Goru Hugo Cicao, hermano del Ale, paso un periodo de una gran depresion la cual hizo que nunca mas nos vieramos, por su hermanos nos enteramos que pudo superar el percance, se hizo marino mercante y estuvo muchos años en ultramar, actualmente esta casado con hijos y reside en Capital Federal.
Victor Hugo Ragonese, septimo hijo varon que en los campamentos cuando habia luna llena haciamos guardia para vigilar que mientras dormia no se convierta en lobizon, esto lo habiamos implementado porque nosotros del miedo no podiamos pegar un ojo. De este muchachin nunca mas tuve noticias despues de un par de años del campamento.
Ya dejando de ser Petaca Pablo Romero(yo) en ese entonces ya habia pegado un estiron que me sacaba de la categoria de petizo lo que hacia que mi apodo de Petaca se fuera disolviendo.
Actualmente estoy divorciado, tengo dos hijos exelentes, Nico de 17 y Esteban de 15, soy grafico en el área de la Serigrafía, oficio que aprendi en el grupo scout junto a dos compañeros rovers, trabajo en el tiempo libre como educador scout en el mismo grupo de mi infancia y juventud.
Con el Cabezon y Ariel nos vemos regularmente y compartimos un barra de amigos compuesta por algunos otros scout mas de aquella epoca, nuestras familias estan relacionadas y es comun participar de reuniones donde asisten esposas e hijos.

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