lunes, marzo 07, 2016

Infancia y adolescencia... una cuestión de derechos




            Los últimos años por distintas situaciones vividas con mis hijos dentro del movimiento scout y por el tipo de actividades desarrolladas en distintos ámbitos de mi vida laboral en el trabajo de asesoramiento a instituciones que atienden discapacidad o en organizaciones que intervienen con niñez en riesgo social, me han servido para reflexionar sobre la diferencia entre la simple declamación de derechos y los vulneración no intencial de los mismos por parte de quienes los declaman. ¿Quién podría estar en contra de que los niños tienen derechos?

            Considero interesante preguntarnos: ¿Ocupamos una posición que conviene a la promoción de los derechos de la niñez y juventud? ¿Ofrecemos a nuestros jóvenes orientaciones para que ellos mismos sean promotores? ¿Ofrecemos a nuestros adultos orientaciones para saber hacer con la inclusión de niños y jóvenes con diferentes problemáticas? Entiendo que el problema es complejo y por un lado juega la estructura de las organizaciones (cómo se orientan y crean herramientas en función del objetivo) y por otro la interrelación de las personas que están con los pibes, que difícilmente consideren que sus prácticas muchas veces atentan contra los derechos de los niños e incluso pueden ser segretativas avaladas implícitamente por los mecanismos segregativos en los que participan. Si una Zona o Distrito tiene este tipo de prácticas con los adultos, cualquier especialista en instituciones afirmará sin dudarlo que las mismas se repiten en los grupos que la conforman, y por ende con los chicos… de allí el silencioso maltrato institucional promueve que las personas se retiren del movimiento quedando en él los “mas iguales”.

Una estructura al servicio de los derechos de los niños

            Si la promoción de los derechos de la niñez y juventud no atraviesa la estructura de la asociación, difícilmente adultos y jóvenes puedan trabajar de forma articulada. ¿Qué significa atravesar la estructura?... Que la gestión, el programa y la formación, estén atravesados por ellos; que no significa agregar un módulo específico del tema. ¿No será tiempo de analizar, pautar y jerarquizar la estructura de gestión para que no quede reducida simplemente a una coordinación scout sino que se encuentre en servicio real a quienes trabajan con los niños y jóvenes? ¿Acaso el Jefe de grupo o el de rama deben ocuparse de todo? ¿El Distrito y la zona no debieran establecer lazos de trabajo común con las Instituciones Gubernamentales y no Gubernamentales que abordan el tema para hacerles de soporte concreto a los grupos, lugar donde sucede la Misión del movimiento?  ¿Quiénes están a cargo de los territorios: no debieran tener una relación cercana con los servicios locales de niñez y adolescencia, minoridad en riesgo, y los distintos nombres con los que se abordan estas problemáticas? ¿No debieran establecerse pautas de interacción entre los mismos, para que en el momento de la inclusión y promoción no queden los dirigentes en soledad y sin acompañamiento?

            Cualquiera podría decir ¿por qué hacer estas cosas?. La realidad es que los grupos scouts con buena voluntad abordan a personas con discapacidad o dan lugar a chicos con distintos problemas sociales - legales, que muchas veces por falta de recursos gubernamentales y carencias de los sistemas de abordaje (salud/social) son derivados al grupo scout con la única argumentación de que “les hace bien”. Observamos generalmente que los derivadores se desentienden de los chicos al no prestar asistencia u orientación a los grupos que por buena voluntad pueden entrar en situaciones de riesgo por desconocimiento o falta de orientación, con las respectivas consecuencias sobre el grupo de chicos y con posibilidad de implicancias legales en caso de que algo ocurra.

            Por otro lado la organización no brinda herramientas para que el chico  y su familia (en el caso de inclusión no es posible sin ellas) además de estar en el grupo scout y beneficiarse del contacto social con otros se beneficie del programa, pero para ello se precisan desarrollar herramientas concretas que en la actualidad no existen y que se encuentren al alcance del dirigente común.


            Si la gestión con los derivadores debe ser asumida territorialmente a partir de convenios de colaboración y pautas claras que beneficiarían a los niños y a quienes los reciben; la elaboración de herramientas de trabajo y Programas específicos con relación a la promoción de los derechos de la infancia, es responsabilidad de la Organización Nacional… Si la estructura no está al servicio de los beneficiarios, corre el riesgo de convertirse en una especie de ente por encima de los grupos que poco aporta al trabajo real y concreto, incluso siendo obstaculizadora para el cumplimiento de la misión institucional.

1 comentario:

darzee dijo...

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