martes, octubre 22, 2013

¿Somos todos pseudoscouts?





                 Blaise Pascal nació en Clermont en el año 1623; posteriormente vivió en París; muy precozmente a los 16 años escribió un ensayo sobre las secciones cónicas, a los 19 años bosquejó una “máquina aritmética”, y a los 23 años se encontraba trabajando científicamente en las áreas de  la física. No ahondaremos sobre sus aportes  científicos sino que trataremos de ubicar una de sus preguntas filosóficas fundamentales que podemos encontrar en los “Pensamientos sobre la religión”. 

                ¿Cómo podríamos demostrar la existencia de Dios?. Esta pregunta que muchas veces se ha formulado y se sigue formulando es el eje de su trabajo; Pascal decide apostar a su existencia, después de todo no habría demasiado que perder porque aunque Dios no existiese, la creencia en él y actuar conforme a ello brindaría muchos beneficios en nuestra vida terrenal, no sólo para nosotros sino para la humanidad en general. Llevaríamos una vida más digna, veríamos en otro hombre a un hermano, tendríamos una determinada moral que pondría límite a los excesos, estaríamos más o menos satisfechos sin perturbaciones ni dudas, y nuestra insatisfacción nos llevaría a construir un mundo mejor. La actitud religiosa que él propone genera una ganancia terrenal entre los hombres, y a la vez marca un fin neural de la educación. En fin, ante la duda, considera importante apostar a la creencia y vivir de acuerdo a ello en el día a día. 

                Desde el punto de vista “pascaliano” es la repetición de la actitud religiosa la que genera la Fe y no al revés, por lo tanto la repetición del ritual religioso, de las ceremonias, de todos aquellos elementos que hacen a una ligazón con lo trascendente son fundamentales para generar una “apertura” hacia Dios; ante una persona con dudas de Fe, Don Blas le respondería como mucha de las propagandas de algunos productos: “seguí participando”, porque no es en el alejamiento donde se encuentra la respuesta... como escribía Miguel de Unamuno en su “San Manuel Bueno”  “¿Fingir?, Fingir no!, eso no es fingir!. Toma agua bendita , que dijo alguien, y terminarás creyendo”. Dicha cuestión es muy fuerte desde el punto de vista educativo, de hecho puede considerarse que la postura “pascaliana” es “hipócrita” o “cínica”, pero habría que pensar seriamente si en realidad es más hipócrita y más cínica que otras posturas. Seguramente en el hombre religioso estos dichos no harán mella, porque no tiene dudas respecto de su Fe ¿pero que ocurre con quienes tienen dudas o directamente apuestan a otra cosa?. El Movimiento Scout históricamente ha propuesto un sujeto “buen ciudadano”  y creyente , basta con leer “Roversimo hacia el éxito”... y ello no puede ser amputado o deshechado. 

 Hace unos años atrás, se realizó en Buenos Aires en conjunto con la OSI una reunión para la presentación del “Macpro”; los disertantes “pegaban” sobre el concepto de mística utilizando ejemplos de supuestos hechos ocurridos en algunos países de América; uno de ellos hacía referencia a una “ceremonia del cuchillo” que habría realizado un Rover durante una noche de campamento en una clara tergiversación de lo que implica la mística por parte de dicho joven – y por parte de los disertantes. Se “pegaba” lisa y llanamente contra una de las riquezas propias de la ex – Usca que no cargaba con la “racionalidad requerida” para un esquema ideológico en el que lo “místico” no tiene lugar... No está demás decir que si ese hecho ocurrió importa poco, porque a lo que apuntaba dicha observación es a uno de los elementos fundamentales del escultismo católico que es la relación del hombre con la creación, y la posibilidad de manifestación de lo sagrado no solo en la naturaleza sino a través de las ceremonias, las imágenes propias, y por supuesto a través del otro semejante.   

Habría que pensar, hasta qué punto ceremonias como la “del cuchillo” no surgirían como efecto de la amputación que se realiza dentro del Programa de una visión de lo trascendente importante al menos para un sector de los miembros asociativos, pudiendo pensarse lo otro como un retorno anárquico de lo expulsado. Si vaciamos un programa de lo simbólico, lo religioso (y me refiero especialmente a la cosmovisión católica en el que la concepción de lo sagrado es distinta a la de las religiones protestantes) es muy probable que aquello que no alcanza su expresión en lo exterior difícilmente pueda alcanzar una expresión en lo interior. Es como la “frasecita francesa” del Programa Caminante que habla de “caminos interiores y caminos exteriores”; en realidad deberíamos entender al sujeto como una Banda de Moebius en la que existe una solución de continuidad entre el interior y lo exterior; por lo tanto lo que no puede estar presente en lo exterior (vivencia de lo religioso a través del ritual, de lo simbólico, de lo místico) muy difícilmente pueda re- presentarse en lo interior... a no ser que se lo busque en otra parte o se lo trate de integrar a modo de una “reflexión sabatina” en la que de hecho se formaliza una práctica educativa escindida, fragmentada en la que “el programa scout es una cosa y lo religioso un anexo al mismo que pasa por otro lado”. En éste punto es donde merece pensarse, junto con Pascal: ¿el Programa, también educa en lo religioso? ¿En qué religión? ¿De qué manera? 

                Es indudable que para una parte de la comunidad scout el rito, las ceremonias, las imágenes ligadas a su referencia simbólica, son importantes. La actitud religiosa generaría efectos que van más allá del rito, y que tienen que ver con lo que señalábamos en un comienzo: el sujeto debe actuar de determinada manera en su medio porque todo hombre es un hermano y como dice el mandato del Evangelio “Tuve hambre y me distes de comer...”  por lo tanto dicha actitud promueve un cambio social como correlato ineludible. Por otro lado, otra parte de la comunidad de dirigentes reduce lo religioso a una especie de “ritual molesto”; piensa lo simbólico como un elemento “accesorio” en el que las insignias son pensadas en función de la “moda” en diseño (lo que implica una visión del mundo vaciada de lo sagrado y caracterizada por una estetización de la imagen-en-sí  privada de sus referencias simbólicas) y la heterogeneidad le resulta cómoda para deshacerse de este “problema”; lo más importante para ellos es la actitud social ya que por dicho camino estaría la solución educativa que el movimiento scout ofrece para “curar la sociedad” a través de los niños y jóvenes.     

                Ahora... la argumentación “Pascaliana” la podemos encontrar también en éste último caso, y lo ejemplificaremos con otra visión ideológica del mundo. 

                Rosa de Luxemburgo nació en la ciudad polaca de Zamosc en 1871. Se unió a la filas del movimiento socialista en el partido llamado Proletariat teniendo que emigrar de su país muy joven en virtud de su ideología. Revolucionaria por excelencia, uno de sus escritos “¿Reformismo o revolución?” plantea claramente su postura ante la problemática política de su época. Polemizó con Lenin, sufrió la cárcel y murió asesinada en 1919, no sin dejar una práctica política y una obra escrita por demás importante. 

En la descripción que ella realiza del proceso revolucionario aparece nuestra famosa “apuesta pascaliana”. Al principio las luchas obreras están destinadas al fracaso, pero su beneficio pese a todo es didáctico, es decir, sirven a la formación de la clase obrera y su transformación en sujeto revolucionario--- decía: “Si nosotros (El partido) decimos directamente a los obreros en lucha ‘no importa si fracasan, el objetivo principal de la lucha es el efecto educativo que tiene en ustedes’, se perdería el efecto educativo”. Rosa de Luxemburgo apuesta a la revolución, existe una actitud revolucionaria que de hecho genera efectos en la realidad social. Se apuesta a la revolución y día a día se vive en función de ella. 

                Es muy interesante poder observar que el mismo tipo de práctica que se critica respecto de lo “religioso” es utilizada en Ideologías que en un primer momento parecieran no tener elementos pedagógicos comunes. La práctica revolucionaria implicaba a fines del siglo XIX mandar a los jóvenes sin tener idea del pensamiento marxiano a los paros, marchas y a repartir revistas en las esquinas, lo que los obligaba a interiorizarse sobre la doctrina de marx para poder responder preguntas... toda una práctica pedagógica basada igualmente en la repetición de un acto, en la realización de una acción a la espera que una conciencia de clase surja. Es en éste punto donde uno debería pensar cuando lee determinadas “afirmaciones pedagógicas” de nuestra época desde qué posición son planteadas, porque seguramente ante un mismo hecho como puede ser una práctica social determinada, las motivaciones que lo provocan puede ser disímiles, lo mismo que los discursos en los cuales se sustentan

Slavov Zizek diría que “el verdadero objeto de la ideología es la actitud que exige, la congruencia de la forma ideológica, el hecho de que ‘continuemos caminando lo más derecho posible en una sola dirección’ ” siendo la práctica de lo ideológico la que genera dicha  actitud ideológica. El mismo BP plantea a la Buena Acción como una práctica que produce inmediatamente un efecto, hasta que se convierte en una especie de “hábito social”. El problema no es reconocer en la propuesta del movimiento aquellos elementos que actúan bajo el “principio pascaliano”; el desafío sería pensar si todo debiera funcionar así, porque en éste punto la convidada de piedra sería la querida “libertad” de construcción del sujeto en un determinado universo de valores. 

                Nuestro fundador fue mucho más lejos que juntar niños y jóvenes para realizar un “adoctrinamiento” ideológico... supo poner límite a la tentación y al deseo decidido de los adultos de direccionar en un único rumbo la propuesta del escultismo convirtiéndola en una “pedagogía pascaliana” que por repetición del rito religioso o de la práctica social tenga como función imponer determinada ideología en niños y jóvenes. Baden Powell creó un método, el Scout, que si queremos caracterizarlo seriamente – a mi parecer – deberíamos definirlo de la siguiente manera. 

                Método: Según el Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora (El más importante en su tipo en habla hispana) cuando hablamos de METODO hacemos referencia a que “Se tiene un METODO cuando se sigue un cierto CAMINO, para alcanzar un CIERTO FIN, propuesto de antemano como tal... las cuestiones relativas al METODO rozan no solo problemas lógicos sino también EPISTEMOLOGICOS y hasta METAFISICOS...” se puede inferir en dicha definición los distintos elementos que nos permitirán, junto con la segunda palabrita (SCOUT) poder encontrar la direccionalidad del mismo, pero obviamente eso no es todo... también debemos caracterizar el CAMINO, las cuestiones LOGICAS, EPISTEMOLÓGICAS y METAFÍSICAS. 

         Scout: Cuando uno dice SCOUT se hace referencia al reino de los FINES y de los VALORES que definen a un SCOUT... para eso Baden Powell creó la LEY SCOUT... Ahora, “El fundamento de la Ley puede hallarse en la voluntad de Dios  (base de la moral religiosa), en la voluntad de un legislador o en el creador de una asociación, en el consenso de una sociedad o en las exigencias de la razón” Nuestro caso es el de “el creador de una asociación”, la Ley Scout es en referencia directa a Baden Powell, fundador de los Scouts..., y el METODO SCOUT, sería algo así como el conjunto de elementos y pautas ordenadas que permiten que se cumplan los fines propuestos por la LEY SCOUT.  

         Camino: Dentro del conjunto de elementos que Baden Powell creó para llegar al Fin propuesto está el SISTEMA DE PATRULLAS. Los pequeños grupos se encuentran por todas partes... en la esquina de cada casa, en la cancha... es la famosa “pandilla” que nuestro fundador proponía transformar en PATRULLA, de allí el nombre de dicho sistema que es la gran técnica inventada por BP para que cada muchacho asuma responsabilidades y pueda construirse dentro de un universo de valores... No es cuestión de dividir a los chicos en “pequeños grupos”, sino transformar esos “pequeños grupos” en patrullas (o su equivalente acorde a la edad). En cada patrulla cada miembro ocupa un rol de liderazgo en algún área, ya que dicho sistema no es un sistema de Jefes y Sub Jefes. Cada patrulla tendrá distintos cargos de patrulla, tendrá reglas que regulen su funcionamiento (consejo de patrulla) y existirán a su vez otros organismos. El funcionamiento de dicho sistema es el GARANTE de que lo que estamos haciendo es escultismo, dado que más allá del rol motivador del adulto, son los propios niños y jóvenes, enmarcados en un método de autogestión directiva progresivo (ya que existen pautas a seguir, funciones limitadas tanto para niños como para los adultos, la posibilidad de recreación grupal de los valores inscriptos en  la Ley; como así la posibilidad de construcción del sujeto en tanto recrea y opta por los mismos a nivel personal –Proyecto de vida-) quienes deciden cuáles son las actividades que realizan en función de su participación en el “Gran Juego”... nada más lejano al famoso "laissez faire" 

         Luego de dar un poco vueltas sobre éstas ideas pensaba ¿quiénes son los “pseudoscouts”? ¿La “garantía” de hacer escultismo la ofrece una asociación determinada? ¿O también se puede ser “pseudoscout” en la “Asociación oficial” y Scout en las asociaciones “no oficiales”? Es un tema complejo... para muchos miembros de mi asociación (Scouts de Argentina) la respuesta más sencilla y simple es “los pseudoscouts son los otros, porque nosotros tenemos la ‘patente’ de BP o el ‘copyright’... una forma de eludir la pregunta depositando el problema siempre afuera... no sea cosa que adentro nos encontremos cosas que no nos gustan y no hacemos nada por cambiarlas...   
               
Bibliografía:
·                Ferrater- Mora. Diccionario de Filosofía, Ed Ariel Filosofía – Barcelona-
·                Unamuno, Miguel. “San Manuel Bueno, Mártir” http://www.ciudadseva.com/textos/novela/sanmanu.htm
·                Weber Max, “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” Ed. Istmo –Madrid-

·               Zizek, Slavov- “El sublime objeto de la ideología”, Ed siglo XXI 

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