miércoles, noviembre 18, 2009

Conceptos Fundamentales del Escultismo. Acerca de la experiencia y el método scout. Buho Terco

Presentación del tema:

¿Por qué se hace necesario la presentación de un tema que pareciera tan llano como el de la “experiencia”? Sencillamente porque en la sutileza de cómo entendamos dicho concepto, pende el como articulamos los distintos elementos del método scout. Veamos

Históricamente podríamos pensar en tres tiempos a la hora de reflexionar sobre el concepto. En un primer tiempo, hasta mediados del siglo XX (con excepción de algunos pensadores como Ruskin, Morris y Dewey, antecedentes del pensamiento de BP) fue entender a la experiencia como algo individual propio del sujeto, que no se puede transmitir y a lo que no se puede acceder; el argumento (utilizado en la actualidad en los modos conductistas de entender el Programa Scout) es similar ya que sólo el sujeto sabría en que consistió su experiencia y ésta no se podría “reducir” a palabras, de allí –entre otras cosas- la dificultad de evaluar la progresión. El segundo tiempo, caracterizado por lo que se ha denominado “giro lingüístico” de los 60’, plantea que nada significativo puede suceder fuera del lenguaje, que la experiencia está mediada por el- En un tercer tiempo, podríamos construir una paradoja con los tiempos anteriores, para afirmar que en la experiencia siempre hay algo del orden de lo transmisible, y un excedente que no es transmisible y que es lo propio del sujeto.

Martín Jay, especialista en la Escuela de Frankfurt y prof. De la Universidad de Berkeley en EU nos dice que “la palabra “experiencia” es a la vez un concepto lingüístico colectivo, un significante que refiere a una clase de significados que comparten algo en común, y un recordatorio de que tales conceptos siempre dejan un excedente que escapa a su dominio homogeneizador. Podríamos decir que la “experiencia” es el punto nodal de la intersección entre el lenguaje público y la subjetividad privada, entre lo compartido, culturalmente expresable, y lo inefable de la interioridad individual. A pesar de ser algo que debe ser atravesado o sufrido en lugar de adquirido de manera indirecta, no obstante puede volverse accesible para otros a través de un relato post facto, una suerte de elaboración secundaria en sentido freudiano, que la transforma en una narrativa llena de sentidos”

Para BP no fue necesario definir lo que entendía por experiencia, el concepto no estaba en discusión porque se partía de lo que podríamos llamar el “tercer tiempo” ya que en ningún momento se abandona la idea de transmisibilidad (de hecho el sistema de patrulla y la progresión se basa en ello) y esto debido a que los autores que influyeron sobre BP no impulsaban una división entre “lo intelectual”, “lo manual (el trabajo)” y la “creatividad”; de hecho la manera de entender el “aprender haciendo” vincula trabajo, repetición y creación, perspectiva cuestionada por los pedagogos scouts que utilizan un discurso desestimante de las prácticas “repetitivas” ya que las consideran como “recetas” que atentarían contra la creación, todo esto desde una postura idealizante, mítica, en la que la invención se produciría ex nihilo, de la nada, negando de forma preocupante el papel de la transmisión del capital cultural acumulado en el hombre.

En los “nuevos programas” uno se encuentra con muchas cosas que podrían considerarse mas que renovadoras lisa y llanamente “conservadoras”, como por ejemplo el modo de entender la “experiencia” como algo puramente individual al que el dirigente no puede acceder y que el chico no puede transmitir. En “Apuntes para el juego II” en el cap. que trata sobre las actividades scouts, queda en evidencia la dificultad de la forma de entender el concepto de experiencia (en el sentido del segundo o tercer tiempo); por un lado se la reduce a una experiencia interna que cada uno obtiene de una actividad desarrollada (queda por sobrentendido su intrasmisibilidad); el dirigente no puede intervenir en la experiencia, manipularla ni preverla con certeza; pero si se podría intervenir sobre las actividades para que estas permitan experiencias conducentes a la obtención de las conductas previstas en la malla de objetivos ¿? … pero… si la experiencia es interna, sobre ella no se puede intervenir, no puede haber manipulación ni previsión ¿para qué servirían las actividades programadas? ¿Los objetivos de la malla no son previsiones de conductas producto de las experiencias de los chicos? ¿No sería afirmar que sobre la experiencia se puede intervenir suponiendo que con las actividades se direcciona hacia las conductas previstas?...

Sutilezas se dirá, pero de acuerdo a cómo entendamos la experiencia tiene sentido (o no) los organismos de las ramas, la reunión de patrulla, la evaluación entre pares, el cómo entender la progresión… si entendiéramos la experiencia como personal e intrasmisible, sin posibilidad que en lo interpersonal algo de ella se construya, no tendría mucho sentido el debate en los organismos… tampoco lo tendría el método scout.

La pobreza de la experiencia

Walter Benjamín sigue a T. Adorno en su conceptualización de desfallecimiento de la experiencia producida por el proceso de tecnificación a comienzos del s XX.; pero se referirá a ello como “pobreza de la experiencia” , especialmente a partir de la posguerra, con la pérdida de la referencia y de las coordenadas espacio – temporales que permitían la construcción de la subjetividad. Giorgio Agamben en “infancia e historia” profundizando a los anteriores se referirá directamente a la “destrucción de la experiencia”. Con posturas más optimistas o pesimistas se trataría pues, de recuperar la posibilidad de la experiencia, porque en ella nos constituimos como sujetos, y en esto el escultismo tiene mucho que ofrecer.

Pensemos en dos adolescentes cualesquiera, habitantes de una ciudad, dentro de un sistema escolar homogeneizante en el que poco importan, quizás ganándose unos pesos haciendo servicio de cadetería, jugando en su tiempo libre a la play donde “viven” grandes aventuras “on line”… chatean con 500 “amigos”, otros tanto tienen en el facebook y se “cuelgan” con los modos de vida de una clase social consumista que se les ofrece por los medios de comunicación como modelo a seguir. Conocen lugares por internet, hablan de ellos como si hubieran estado, consumen “algo” para matar el aburrimiento. Es el día a día de los niños y jóvenes, muchos de ellos no conocen que hay fuera de la ciudad… las montañas, el mar, el trabajar junto con otros dependiendo unos de otros. Hablan de muchas cosas , pero no tienen experiencia de las mismas, están inmersos en una serie de estímulos pero también en la pobreza experiencial. Giorgio Agamben dirá que “… sabemos que la destrucción de la experiencia no precisa de una catástrofe: la rutinaria vida cotidiana en la ciudad es suficiente. Porque el día típico de un hombre moderno no contiene virtualmente nada que pueda ser traducido en experiencia.”

Recuperar la posibilidad de experiencia forma parte de los desafíos de la época y de la propuesta histórica del escultismo… nada significativo sucede por fuera del lenguaje y la actividad por la actividad en sí que no permite la repetición , tampoco deja huella a no ser que una contingencia suceda. Debemos pensar que también hay un “consumismo” de actividades variables que forma parte del dinamismo “líquido” de una sociedad que no ofrece puntos en los que el sujeto pueda sujetarse… En el escultismo los niños y jóvenes pueden hacer experiencia, entendiendo que en la misma se opera un proceso de posesión que se contrapone a la desposesión que plantea la sociedad de consumo. La experiencia es una forma de conocimiento que surge de la práctica cotidiana, por lo que todo saber surge dicha practica siendo reducido en el aprender haciendo tal como lo entendemos en esta revista… es en las coordenadas de espacio y tiempo donde se posibilita las condiciones de la experiencia; las relaciones sociales que surgen en este proceso (o están preestablecidas por el método) codeterminan la experiencia individual promoviendo la experiencia colectiva y su apropiación por parte del grupo y de cada uno de sus miembros. Para la apropiación de la experiencia, para que la misma permita a los sujetos poseerla y que cada uno pueda poseerse es fundamental la posibilidad de comunicarla de manera que la reflexión personal y colectiva permita que deje su huella.

Recuperar la posibilidad de experiencia ofreciendo a través del método scout la posibilidad de ser parte de una patrulla, responsabilizarse por una función dentro de la misma, aprender junto con otros, enseñar a otros, “aprender a aprender” (en los sentidos que hemos trabajado en la revista), entender la experiencia como posibilidad de poseer –se y ser – para-el-otro en el contexto donde viven, posibilitar la repetición que produzca huella, la invención, el encuentro en las especialidades de aquello singular que es capaz de representarlos y con lo cual pueden representarse.

Recuperar la posibilidad de experiencia en el propio barrio, reconquistando el espacio – tiempo social y el territorio a través del trabajo junto con el resto de los actores del espacio comunitario para general la posibilidad de representarse individual y socialmente en un lugar común e interdiscursivo, incluyente de las particularidades de los distintos grupos que son actores comunitarios y de las distintas personas que participan (o no) de los grupos.

Poder analizar la sutileza de lo que entendemos por experiencia puede posibilitarnos articular el método scout de una manera original. No estaría mal abandonar un poco las concepciones de la pedagogía escolarizante para recuperar la intuición genial de BP, es cuestión de colocar la vela de forma adecuada, para que los vientos de los inicios empujen la nave hacia el destino esperado y soñado.

domingo, noviembre 08, 2009

Trailer "Escultismo para muchachos" edición para no - videntes

Les acercamos un pequeño adelanto del trabajo que están realizando nuestros amigos del grupo "P. Marcos Favre" de Tanti, provincia de Córdoba, Argentina. Muchas personas están colaborando para que "Escultismo para muchachos" edición para no - videntes sea una realidad. Deseamos buenos augurios a la futura edición y no estarí mal que nos comuniquemos con ellos desde los distintos países en los que se lee "Apuntad alto!", para apoyar y alentar este bellísimo trabajo.

Adolescentes en banda (Buho Terco)



El presente artículo es el comienzo de una serie que se ofrece como medio para plantear algunas de las características y dificultades de los adolescentes en nuestro tiempo. ¿Es importante adentrarnos en la época en que vivimos a la hora de abordar la problemática adolescente? Si partimos del papel de la cultura en tanto se propone como agente del discurso en el que nos hallamos insertos, las características de la adolescencia y de las enfermedades o síntomas “actuales” difícilmente puedan pensarse por fuera de la relación entre el lazo social propuesto desde la “cultura oficial” y los modos actuales en el que los chicos y chicas se inscriben en dicho lazo.

Cada época (y cultura) ha ofrecido determinadas pautas simbólicas que permitían que el pasaje de la niñez a la adultez no resultara con muchas complicaciones. Podemos tomar el ejemplo de los pueblos originarios como los Tehuelches , que por medio de un ritual determinado quien hoy era niño luego del rito era considerado hombre con pleno derecho.

Generalmente se nos hace más fácil ubicar los rituales de pasaje en otras culturas que en la propia. Si hacemos la prueba de conversar con los abuelos podremos ubicar el enorme valor de reconocimiento social que tuvo en su época el abandono del pantalón corto por el largo, el cumpleaños de 15 donde una niña se consideraba “señorita”, el cumpleaños de 18 donde un niño era considerado hombre, luego trasladado al cumplimiento del “servicio militar” o conscripción, donde el haber sorteado esa prueba provocaba una consideración social y personal distinta. Algo de esos rituales quedan, pero sin la eficacia social de otras épocas.

¿Por qué los rituales de pasaje eran eficaces? Porque evitaban el desvanecimiento de los límites entre las edades, permitiendo que las personas puedan identificarse con roles distintos en momentos distintos de su vida dentro de una estructura jerárquica, posibilitando la asunción de un cuerpo social que sobrepasa. Para la cultura de la que se tratase el niño era niño, jugaba como niño, actuaba como niño, sabía que se esperaba de él como niño; de igual manera el joven, la pareja joven, los adultos y los ancianos. Lo jerárquico se encuentra en relación a la orientación que brindaba el orden social cultural, como a las formas de control social que hacían que cada uno ocupara el lugar que le correspondía acorde a su edad.

En la actualidad en lo que queda de los viejos rituales de pasajes el valor social pasa mas por la fiesta, que por su eficacia simbólica. Los rituales como el nacimiento, casamiento y la muerte tienen el valor de trámite burocrático a cumplir porque la Ley obliga, o para acceder a algún beneficio como una obra social. Esta desorientación generalizada producto de nuestro tiempo provoca el retorno de formas sociales más violentas reapareciendo en los grupos adolescentes rituales de pasaje con una violencia inusitada especialmente en las bandas (gangs), que conviene diferenciar de las Tribus Urbanas que funcionan dentro de otra lógica y discurso social.

A esta altura se hace importante ubicar algunas cuestiones con relación a las funciones del rito de pasaje. Con Joseph Campbell podemos decir que:

a) En correspondencia a la función de instituir una relación con la trascendencia (lo religioso), en la actualidad podría decirse que justamente no se trata de Una relación sino de una multiplicidad de propuestas fragmentarias con una imposibilidad de universalización.

b) Respecto de la función cosmológica que implica la apropiación de una determinada cosmovisión (visión del mundo); la fragmentación actual y el malentendido producido a partir de la globalización generó una multiplicidad de cosmovisiones, ocupando los medios de comunicación social un rol homogeneizante con la pretensión de interpretar los fenómenos sociales desde la cosmovisión hegemónica. Al escuchar a un adolescente cobra vital importancia escuchar en lo que dice, desde donde habla, que Otro lo habita, en que Otro se constituyó y como se encuentra afectado por ello. El riesgo de la lectura desde la hegemonía y la homogeneización social o de clase es perder lo singular de ese adolescente que se encuentra con nosotros, en una época donde las particularidades han surgido erráticas pero con mucha fuerza, quizá como respuesta al aplastamiento de la globalización

c) Con relación a la función sociológica, el ritual de pasaje tenía a su cargo enseñar el fundamento del orden social: división del trabajo, castas, leyes, etc. En la actualidad más allá de las teorías que intentar dar cuenta del orden social, en lo concreto la situación de abandono en la que por muchos años ha sido sumergida gran parte de la población ha impactado fuertemente en la creencia necesaria de que una sociedad distinta es posible, la teología y la política son actos de fe, por eso se apoyan en la promesa buscando generar creencia. La reducción de los sujetos deseantes a sujetos de pura necesidad biológica por supervivencia, no fue sin consecuencias para las personas y la sociedad en su conjunto; también en esta época surgen los movimientos sociales que intentan al menos inventar algo distinto, más allá de lo biológico, como respuesta al aplastamiento de la subjetividad.

d) La función pedagógica del ritual del pasaje es la que orienta en el cómo vivir la vida. Remontándonos a los puntos anteriores podemos reducir la situación a lo que podría llamarse caída de los Ideales que orientan al sujeto, por lo que en un punto si la educación en sí es algo imposible, en el presente estado de fragmentación posmoderna la complicación es aún mayor.

Podría decirse que los fenómenos de la adolescencia en estos últimos años se vinculan a la deflación de los grandes Ideales sociales que mundialmente se graficara con la caída del muro de Berlín y el anuncio por parte de Francis Fukuyama de la muerte de las ideologías. Esto último implicaba el triunfo del capitalismo elevándose los objetos de consumo al estatuto de supremo bien invirtiendo la fórmula en la que los Ideales determinan los objetos deseables, por una nueva en la que los objetos del mercado determinan los Ideales fragmentarios, sin mayor consistencia, ofreciéndose como falso lazo social entre las personas. No es casual que los nuevos síntomas de la época, las “nuevas patologías” se relacionen con la imagen y el consumo: anorexia, bulimia, hiperobesidad, toxicomanías, compulsiones; de igual manera el robo adolescente se relaciona con el consumo, con aquello que se ve por televisión y difícilmente se pueda obtener de otra manera, si los objetos determinan el ser se hace imperativo el tenerlos para poder ser.

Relatos Scouts Distópicos. T3 C2: la paradoja de Wildowl

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